[En la portada las fotos de Arnulfo Arroyo (arriba) y Eduardo Velázquez (abajo)]

 

A Porfirio Díaz* no lo asesinaron, pero sí sufrió un atentado que dio origen a otro crimen. Este crimen es revisado en el libro Historia del gran crimen de Jesús M. Rábago**, testigo del suceso que narra.

La Historia del gran crimen (1897) del abogado y periodista  Jesús M. Rábajo (1860-1939) ofrece uno de los retratos más auténticos de la vida en la ciudad de México a finales del siglo XIX, un momento cumbre del gobierno de Porfirio Díaz. Cien años después de su publicación sorprende la exhaustiva información que transmite con una prosa directa, ágil y erudita y sin disertaciones engorrosas.

Durante el desfile de la conmemoración de la Independencia, el jueves16 de septiembre de 1897, un hombre histérico se mezcló entre la multitud que esperaba la comitiva del presidente Porfirio Díaz. Se lanzó “por asalto al General Díaz y en un violento atropello, insensato y rudo, le diera un golpe en la nuca haciéndole rodar el sombrero…”

“…un cargador llamado Florencio Cortés, de la Joyería “La Esmeralda”, tomó por los cabellos al maltratado loco y lo hizo caer al suelo, donde pretendía matarlo”.

Que no se le haga nada; cuídenlo; ya pertenece a la justicia”, ordenó Díaz.

En los días siguientes al atentado, representantes de todos los sectores de la población de México, diplomáticos y jefes de estado de otros países, enviaron al presidente Díaz sus congratulaciones “por haber salido con felicidad del asalto cometido”.

El atentado generó “el gran crimen”, no de Porfirio Díaz sino del atacante. Destaco que no es ficción, que fue escrito y publicado casi inmediatamente por Rábago, en ese momento diputado- Describe al detalle los sucesos, las biografías de los personajes involucrados, la investigación, el proceso judicial de los implicados. Incluye documentos que se generaron, como las notas de apoyo de gobiernos extranjeros, notas periodísticas que reflejan el papel de la prensa en el suceso, las actas de la policía, del juicio, y de la cámara de diputados donde se trató el tema. Además de fotografías y dibujos con la reconstrucción de algunas escenas.

El atacante era un borrachín de nombre Arnulfo Arroyo. Eduardo Velázquez, quien era el Inspector General de Policía ordenó que se le trasladara al Palacio Municipal, “a una pieza contigua” de su despacho. Unas horas después, en la madrugada del viernes 17 de septiembre, Arroyo se encontraba amordazado, con los pies y las manos amarradas. cuando entró una chusma al palacio, llegaron a la pieza donde estaba Arroyo y lo acuchillaron. Lo “lyncharon” informó la prensa.

Este “lynchamiento” es el “gran crimen”, tema de este libro.

Para Jesús M. Rábago, Arnulfo Arroyo ya había sido condenado a muerte por Eduardo Velázquez. El autor se pregunta “¿Cuándo se buriló ese fallo en la conciencia del asesino?” Le parecía que este crimen había sido preparado con cierta precipitación, y con algún deleite. Y que Eduardo Velázquez imaginaba una conspiración anarquista que, si él pudiera resolverla, lo haría ascender en la jerarquía porfirista.

Velázquez ordenó el traslado de Arroyo y mandó a su mozo Cándido Cuéllar, “súmete el sombrero y ve a comprar una docena de cuchillos”. A Arturo Villavicencio, Inspector de la 2ª Demarcación y al Mayor de la Gendarmería Manuel Ballido, les dijo “—Es preciso desaparecer a Arroyo esta misma noche… habilitamos de pueblo a esos tigres que tiene V. en su Comisaría, y entran a la Inspección, vitorean al Presidente y lynchan a Arroyo”. Al grupo de gendarmes, los “tigres”, se les ordenó quitarse el uniforme y vestirse con ropas de civiles de presos. Y se les entregaron los cuchillos con la advertencia de que se cuidaran de ser detenidos en su ingreso al Palacio Municipal.

Velázquez, Villavicencio y Bellido, esperaron agazapados en las sombras de los portales. Velázquez había dado otra orden, que dejaran abiertas las puertas del Palacio para que los peatones que pasaran a esas horas oyeran los ruidos y, curiosos, pudieran entrar y confundirse con los “lynchadores” cuando éstos salieran huyendo. Veintiún personas fueron detenidas. “…la muerte de Arroyo sería el episodio más crispante y desgarrador que ha podido inventar la maldad humana”.

El libro de Rábago publica la autopsia que se le practicó a Arroyo “nueve heridas al parecer punzo-cortantes…”, y el acta del Ministerio Público.

Se transcribe el acta de la sesión del 21 de septiembre en la Cámara de diputados en la cual se informó sobre los sucesos acaecidos en la Inspección General de Policía en la madrugada del día 17. Entre los diputados convocados está el autor del libro Jesús M. Rábago.

En los capítulos siguientes Rábago da cuenta de la reacción de la opinión pública, incluye imágenes de los textos publicados por El Imparcial, el diario de más circulación en esos años, de otros medios nacionales como Diario del Hogar, El Tiempo, La Patria, La Voz de México, La Lucha, El Hijo del Ahuizote, El Universal, y también medios extranjeros. Algunos hablaban de una “mentira oficial” y señalaban a Velázquez como asesino de Arroyo.

Eduardo Velázquez fue destituido y encarcelado en la prisión de Belem. El 24 de septiembre se dio un tiro en su celda.

El libro da cuenta de las audiencias, interrogatorios y del juicio de diez procesados. La mayoría recibió el veredicto de coautores y la pena capital.

 

Jesús M. Rábago escribe que no pretendió escribir un folleto jurídico, sino “ un molde literario que lo haga más adaptable al gusto público”.

Jesús M. Rábago fue “abogado, empresario, periodista y pro ancien régimen”. Pertenecía a la oligarquía porfirista, amigo de Ignacio de la Torre, yerno de Porfirio Díaz***. En el año de 1897 era diputado y formaba parte de la legislatura. Trabajó en varios periódicos. Furibundo antimaderista. Fundó el bisemanario El Mañana que se publicó entre 1911 y 1913. Fue secretario particular y subsecretario de Gobernación de Victoriano Huerta.

[Es interesante observar que en este libro no hay indicios que puedan suponer alguna preocupación social que llevaría quince años después a una revolución].

*Porfirio Díaz (1830-1915) fue presidente de México de 1876 a 1911 (Manuel González Flores fue presidente entre 1880 y 1884).

**El tema ha sido tratado por Claudio Lomnitz, (El primer linchamiento en México, 2016) donde analiza el papel que tuvieron los medios y los rumores para cubrir este suceso. Y por Jesús G. Sotomayor Garza, (Magnicidios y ocasos históricos en México, 2016).

Desde la ficción, Álvaro Uribe Mateos (Expediente del atentado, 2007) e Ignacio Solares (Asesinato del presidente Porfirio Díaz, 2011). Desde el cine el director Jorge Fons en “El atentado” (2010), basado en la novela de Álvaro Uribe.

***En algunas fuentes se menciona el nombre de Jesús M Rábago en el grupo del célebre “Baile de los cuarenta y uno” del 16 de noviembre de 1901.

Jesús M. Rábago (Zimapán, Hidalgo, 1860, Ciudad de México 1939)

Jesus M. Rábago. Historia del gran crimen. México: Tipografía de El Partido Liberal. 1897. 230 págs.

https://ia800903.us.archive.org/24/items/historiadelgran00rbgoog/historiadelgran00rbgoog.pdf

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