The Year of the Locust (2024) y I am Pilgrim (2013) son dos extraordinarias novelas de espías del periodista, escritor y guionista inglés Terry Hayes (1951).
The Year of the Locust
Kane
Primera parte. El protagonista narrador es un espía. Su nombre clave en la agencia, la CIA, era “Kane”. Era uno de los pocos espías de las “Áreas de Acceso denegado”, lugares totalmente hostiles, muy difícil para ingresar: Rusia, Siria, Corea del Norte, Irán y las zonas tribales de Pakistán. Había sido oficial de submarinos de la Marina estadounidense y tenía excepcionales habilidades en el conocimiento de idiomas.
La estación de Kabul (Afganistán) de la CIA informó a Washington sobre un nuevo grupo terrorista que estaba creciendo muy rápido. Se hacía llamar “The New Islamic Army of the Pure”. Estaban planeando un acto terrorista “spectacular” que, decían, opacaría a todos los actos terroristas anteriores. Un mensajero del Ejército de los puros quería vender la información a los americanos, pedía veinticinco millones de dólares, la información la proporcionaría en un pueblo cerca de Zahedan en la frontera de Afganistán y Pakistán. Después de que la CIA hizo las verificaciones, su director Richard Rourke, Falcon, designó al agente Kane para ir a negociar con el mensajero. La operación clandestina para que Kane llegara a ese territorio se empezó organizar.
La CIA identificó a un tal “Emir” como el líder moral del Ejército de los puros y a un militar que respondía al nombre de Abu Muslim al-Tundra, como el dirigente. Estaban seguros de que ese nombre no era real y suponían que era ruso. Tenían una fotografía de él. En su espalda estaba tatuada una imagen de una langosta. La tecnología de la CIA había podido grabar una conversación de él en un automóvil. En árabe del Golfo contaba la historia de dos niños de un pueblo minero ruso que junto con su papá buscaban restos de mamuts lanudos en Siberia, apreciados por sus colmillos de marfil; también contó la historia de una manada de lobos.
Se describe con detalle el periplo que Kane tuvo que recorrer para llegar al lugar convenido. Después de un largo y muy accidentado viaje en mula y a pie, Kane mató a un joven. Kane fue aprehendido por Abu Muslim al -Tundra y sus más de cien seguidores. El joven que Kane había matado era el hermano menor de Abu Muslim al -Tundra, quien no era árabe, había sido un coronel del ejército ruso, el coronel Roman Kazinsky
“ He turned and saw me looking at his back. “You know what it is?” he asked, reaching over his shoulder and tapping the head of the insect. “A pest,” I said, my voice—thankfully—sounding far stronger than I felt. He laughed. “That’s not what the farmers say. They know when they see the first one, a plague is coming—even your Bible predicted that.” “A plague of locusts? Yes, it did”.
Segunda parte. Kane fue amarrado y encerrado en una jaula colocada sobre uno de los viejos vehículos de la caravana. “I had no idea how I could get control of one of the vehicles but there is an adage in the spy world. “Fortune smiles on the prepared mind”. Pasaron unos días en una caverna más espectacular que cualquier catedral. Cuando se volvieron a poner en marcha, Kane supuso que iban en dirección del Golfo Persa. En una playa desierta el Ejercito de los puros se encontró con un hombre vestido de blanco, el Emir, luego empezaron a llegar cientos o miles de soldados fuertemente armados. Kane pudo observar más de cerca el tatuaje de langosta de Kazinsky; debajo, escrito en cirílico se leía el nombre de la unidad Tercera Brigada Spetsnaz de la Guardia, un grupo de fuerzas especiales. “He’s a decorated soldier, a veteran of a host of battles, including the famous firefight in Aleppo. He grew up in a village on the Lena River” [Pokrovsk].
La narración de Kane pasa a Washington y a los interrogatorios a los que se le sometió a su regreso, durante su hospitalización y convalecencia. La CIA estaba desesperada por encontrar a Kazinsky, a el Emir, y el campo del Ejército de los puros.
El “Situation Room”, la zona más segura de la Casa Blanca, y Langley, se convirtieron en los escenarios donde se registraban, analizaban, planeaban y se daba seguimiento al enorme esfuerzo que se requería. La narración irá moviéndose entre estos escenarios, los recuerdos de Kane, y lo que estaba sucediendo en las zonas del conflicto. El autor no ahorra ningún detalle, por nimio que a nosotros los lectores nos parezca, más adelante sabremos por qué. Falcon le informó al presidente estadounidense Clifford Montgomery que creían que el Ejército de los puros estaba en la última etapa de planeación de algo espectacular. Habían descifrado el nombre de la ciudad de Bhopal, en la India, sabían que el ejército contaba con un fabricante de armas entrenado con otros grupos terroristas, que estaba tratando de fabricar un artefacto que se pudiera ensamblar con materiales disponibles en cualquier parte del mundo y que lo estaban equipando con cianuro de hidrógeno.
La CIA quería derrotar las fuerzas armadas de Irán, eliminar el liderazgo de Kazinsky y evitar el riesgo de una guerra global. Se pensaba en realizar un ataque de misiles dirigido al comando de la pirámide del Ejército de los puros. Tenían indicios de que el siguiente sábado habría una reunión de los puros en una casa blanca anexa a la mezquita de Zahedan durante el Eid al-Fitr que marcaba el final del Ramadán, el mes sagrado del Islam.
Sólo había siete personas que conocían uno de los secretos mejor guardados de Estados Unidos. El diminuto atolón en medio del Oceáno Índico, llamado Diego García, albergaba una base militar estadounidense en la cual se desarrollaban y probaban armas experimentales, misiles inteligentes de color blanco brillante. La Defensa aérea iraní no había fallado ni una sola vez en detectar algún misil o nave.
Doscientos setenta y cuatro vehículos habían salido de las cuevas. En uno de ellos iba el Emir. Los funcionarios reunidos en Langley presenciaron las imágenes satelitales que transmitían en vivo la llegada a Zahedam. Langley dio la orden de lanzamiento de 4 misiles. La sorpresa fue enorme, nadie podía verlos. “They’re cloaked, completely”. También para los radares iranies, para los convoyes y para la gente en las calles, los misiles fueron invisibles.
Hasta aquí la mitad del libro. No quiero decir mucho más de la segunda mitad que comprende la tercera y cuarta parte. No quiero “spoilear” y privarlos de interesantísima información, de muchas sorprendentes historias y del suspenso.
Los estadounidenses tenían otro secreto, un submarino encubierto, invisible, que no podía ser detectado por nadie ni por nada, equipado con una computadora con más de veinte millones de núcleos, con capacidad para realizar más de cinco mil millones de billones de operaciones por minuto. Pero las mediciones de su reloj digital se lanzaron a pasos agigantados hacia adelante mientras la luz se desviaba a escalas inimaginables. Hasta que el reloj se detuvo en una fecha y en un mundo dominado por orcos. Los rusos, por su parte, también tenían otro secreto, su interés en la minería extraterrestre y habían estado utilizando naves remotas para traer a la tierra muestras de asteroides, sin conocer qué podría venir escondido en esas muestras.
Decir más podría, si esto es posible, estropear la lectura de un libro en el que la información incrementa el suspenso [o al revés]. Hay que leer The Year of the Locust, como otras generaciones leyeron a Julio Verne, a H.G. Wells y a J.R.R. Tolkien. Hay muchas historias. Y el encuentro de Kane y Kazinsky es espectacular.
El libro termina con estas palabras: “I don’t believe that anything in the universe can ever surprise me now. If I have learned one thing, it is this: We’re riders on the storm; that’s all we are and can ever hope to be… Riders on the storm”.
I am Pilgrim
El peregrino
“I slept, and dreamed that life was beauty; I woke, and found that life was duty” se dijo “el peregrino” después de que el presidente estadounidense le encargara la misión de descubrir y detener a “el sarraceno”.
La tensión del thriller-novela de espías Soy peregrino (2013), del autor inglés Terry Hayes (1951), nunca afloja en las más de seiscientas páginas. La historia se forma de otras que, contadas en retrospectiva, se amalgaman en una narración vertiginosa para contar la historia del peregrino y del sarraceno, una historia que sólo puede suceder en el mundo que les tocó (o nos tocó) vivir y sobre la cual cada uno reflexiona desde su propia perspectiva. Estos dos personajes son fantásticos en la doble acepción de la palabra, uno preparando su ataque terrorista y, contra reloj, el peregrino buscando la o las formas de detectarlo y detenerlo. No menos interesantes son los personajes secundarios de los cuales nos queda la sensación de querer saber más de ellos.
Soy peregrino empieza con un asesinato en un hotel en Nueva York, que vive y vivirá siempre con las secuelas del 11 de septiembre, y que no tiene relación con la historia principal. El peregrino observa la escena del crimen, deduce que el asesino es una mujer, que conocía el libro que él escribió y que usó su conocimiento, su experiencia y su cerebro, para cometer un crimen perfecto. Un trozo de papel encontrado en la escena del crimen le sugiere un teléfono que resulta estar en la costa sur de Turquía, específicamente en Bodrum, el lugar de veraneo de moda. “You see, the woman whose tardiness had just saved her life, wants to kill somebody and now she’s got the perfect alibi— she’s dead”.
“….if you want to be free, all you have to do is let go.”: el narrador es un «súper» agente especial de una «súper» “División” de inteligencia secreta de los Estados Unidos, retirado a pesar de estar en sus treinta, autor de un manual de técnicas modernas de investigación y patología forense. Tiene muchos nombres, Scott Murdoch, Jude Garrett, Peter Campbell, pero nunca sabemos su nombre de nacimiento, porque es un peregrino. Al mismo tiempo que cuenta, explica e ilustra cómo se fue descubriendo la amenaza y la serie de acciones para evitarla, compara lo que va viviendo con experiencias anteriores de sus éxitos y de fracasos, como agente secreto en Berlín, Rusia o Grecia. Algunos episodios son brutales y deseamos que sean inverosímiles. Otros muestran el gusto por la reflexión, como cuando el narrador se encontró con un monje budista en un lugar llamado Khun Yuam, en la frontera entre Burma y Tailandia. El monje le explicó cómo los aldeanos cazaban a sus monos (amarraban a las ramas de un árbol un jarrón de cuello estrecho y base ancha lleno de nueces sabiendo que en la noche el mono treparía al árbol, deslizaría su mano dentro del cuello del jarrón para coger las nueces y al hacerlo cerraría la mano en un puño, demasiado grande para sacarlo del cuello angosto del jarrón, pero al no soltar las nueces su mano quedaba atrapada hasta que los aldeanos lo cazaban. “Es una historia Zen” –le dijo el monje sonriendo—“El punto es que si quieres ser libre, todo lo que tienes que hacer es dejar ir las cosas«
El peregrino no sabrá el nombre del terrorista hasta el final. Lo llama “el sarraceno” porque, explica, “sarraceno” es una palabra que lo define por su connotación de “árabe”, de un musulmán luchando contra cristianos y de “nómada”. El padre del sarraceno había sido un zoólogo en la ciudad de Jeddah en Arabia Saudita y el hijo había presenciado su decapitación por la policía secreta, la “Mabahith”, por el crimen de haber criticado a la dinastía reinante. Muy joven se fue a Afganistán donde se distinguió como “muj” en la yihad contra los soviéticos y conoció al grupo de los talibanes, «los que buscan la sabiduría a través de la religión». Cuando los soviéticos se retiraron de Afganistán, se fue a Beirut donde estudió medicina tuvo contacto con el grupo que formaría la agrupación terrorista “al-Qaeda”, “la ley” o “la base”. Ya como médico trabajó en campos de refugiados en Siria y en Gaza. Obsesionado por vengar a su padre, desarrolla una idea de su queridísima Amina, la idea del “enemigo lejano”: si puedes derrotar al enemigo más lejano, todos los enemigos cercanos colapsarán. Con paciencia, el mayor sigilo y mucha preparación, el sarraceno obtuvo una cepa del virus de la viruela, enfermedad prácticamente erradicada, lo modificó y lo convirtió en un virus altamente contagioso, de una virulencia terrífica, e inmune a cualquier vacuna conocida. El sarraceno sabía que le tomaría años lograr su meta, que en ocasiones los obstáculos le parecerían imposibles e insuperables, pero iba a herir el corazón de América.
*Echelon se traga todo. Echelon no se cansa, nunca duerme. Patrulla el gran vacío del espacio sin necesidad de aire o comida o comodidad, actúa como un ladrón silencioso en los núcleos de fibra óptica del mundo controlando los incontables radomos, – racimos de bolas de golf gigante- de las bases militares en todo el mundo. En total, escucha cada comunicación electrónica sobre la tierra; un gran satélite y una red de cómputo tan secreta, que su existencia nunca ha sido reconocida por las cinco naciones de habla inglesa que la establecieron durante la Guerra Fría.
ETIQUETAS: ESPÍAS. TERRORISMO. ORIENTE MEDIO.
Terry Hayes, Sussex, Inglaterra. 1951
Terry Hayes.
Terry Hayes. The Year of the Locust. New York: Emily Bestler Books. 2024. 792 pags. Kindle Edition.
—I am Pilgrim. A thriller. New York: Emily Bestler Books. 2014. 612 pags. Kindle Edition
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