Andrea Camilleri, (Italia 1925-2019), es el autor italiano más famoso de novelas policiacas. Tal vez porque es muy divertido y nos hace pasar muy gratos momentos, pero más bien porque como nadie, con pocas palabras, crea universos totales.
Las tramas de las novelas de Camilleri son ingeniosas, bien cerradas, salpicadas de sabrosas “parodias políticas”; sus personajes variopintos son peculiares, extravagantes y realistas; describe sus contextos con el número justo de palabras para mostrar hasta las partes ocultas; se percibe en las traducciones, en mi caso al español, la riqueza de su vocabulario y sus magníficos diálogos que delatan la procedencia regional del hablante.
Y un gran etcétera, pero, sobre todo lo anterior, su ironía, sarcasmo y humor.
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“Defensa de un color”* (marzo 2003) es un texto corto en el que Andrea Camilleri habla de los gialli, palabra con la cual se conoce a la novela policíaca en Italia.
En este texto Camilleri escribió que “Para saber hoy cuál es la situación socioeconómica de Suecia o para conocer los problemas de España, los gialli de Henning Mankell y de Manuel Vázquez Montalbán sirven mejor que un dogmático ensayo reservado a especialistas”.
“Gialli”, explica Camilleri, es “amarillo” en italiano y también denota la novela policíaca. “La razón fue que en 1929 el editor Mondadori creo una nueva edición de novelas con este tema y le adjudicó el color amarillo como signo distintivo de las portadas”.
“No hay ningún romanzo giallo que se publique en la Alemania de Hitler, en la URSS de Stalin, en la China de Mao y tampoco con Franco en España, que yo sepa. La verdad es que el giallo no nace, florece y se desarrolla en las sociedades capitalistas, sino en las sociedades libres”.
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Andrea Camilleri nació en Porto Empedocle, un pueblo de la provincia de Agrigento, con una extensión de 24 kilómetros cuadrados y menos de veinte mil habitantes, en el estrecho de Sicilia, frente a la costa tunecina.
Su bibliografía comprende más de un centenar de libros, traducciones a 35 idiomas y millones de ejemplares vendidos. Fue guionista, director de teatro y de series para televisión. Los estudiosos de su obra hacen hincapié en su admiración por Luigi Pirandello. Su personaje, el comisario Salvo Montalbano (1994 a 2020), se ha convertido en un «héroe nacional italiano».
En este espacio reseño dos de sus novelas cortas y su estudio sobre los gialli:
La intermitencia
Km 123 (2019)
“Defensa de un color”
Seleccionar el vínculo para ir a las reseñas de Salvo Montalbano.
La intermitencia
En La intermitencia (2010) Andrea Camilleri, como dramaturgo, comienza con la presentación de los personajes principales:
Mauro de Blasi y Marisa Llevaban cinco años de casados, ella ya no lo soporta, está enamorado del que le recita versos.
Guido se acuesta sobre ella y murmura a pocos milímetros de su boca entreabierta: —«Amé trilladas palabras que ninguno…» Le lame despacio una vena de la garganta, que palpita. —«… arriesgaba. Me encantó la rima flor…» Ahora sus labios se demoran en los pezones. —«… amor, la más antigua y difícil del mundo…» Cuando llega a los dos versos finales, su rostro ya ha desaparecido entre los muslos de Marisa. —«Te amo a ti que me escuchas y la buena carta / que ha salido al final de mi juego.»
Mauro trabaja para Manuelli, el presidente de la empresa Manuelli. Mauro está seguro, está por celebrar un pacto muy ventajoso comprando las acciones de la empresa, Artenia que está en bancarrota; llevará a cabo medidas para cerrar plantas y despedir obreros para lo cual, está seguro que tiene de su lado al político y a los jefes de los sindicatos. El principal accionista de Artemisa es Birolli y Licia es su nieta con quien empieza una relación y que trabaja para su competidor, Luigi Ravazzi, cabeza del grupo industrial Agujero Negro, que fue su compañero de estudios.
Su segundo en la empresa Manuelli es Guido Marsili, uno de los subdirectores generales, le gusta la poesía para enamorar mujeres, su caballo de batalla son los los poetas griegos en la traducción de Quasimodo. El otro subdirector general es Beppo Manuelli, el hijo, el heredero, y una nulidad. Anna Mengozzi es la secretaria de Mauro, relacionada con Marco.
El político es el diputado Pennacchi, subsecretario de Desarrollo Económico. Bastianelli es un ex comisario de policía, muy astuto y sin escrúpulos, que ahora está a cargo de la seguridad de la empresa. Y Giancarlo Formiggi es el exnovio de Marisa.
¿Podrá Mauro enfrentar los problemas laborales y políticos, el atentado de una bomba, el robo de las joyas y pronunciar un discurso? Ah, y la golpiza.
«Ya le mostrará ella las oscilaciones… No, ¿cómo dijo? ¡Ah, sí: las intermitencias del corazón!»
Andrea Camilleri. Italia 1925-2019.
Andrea Camilleri. La intermitencia (L’intermittenza, 2010). Barcelona: Salamandra. 2018. 189págs. Edición Kindle.
Km 123
En Km 123 (2019) no hay un narrador. Es un relato corto que Camilleri crea partir de mensajes de texto, llamadas telefónicas, noticias de dos periodicos, Il Messagero y Il Giorno, el acta de la comisaría de Roma. Así, que en vez de reseña copio algunos de sus párrafos.
Ester: No entiendo xqué tu móvil está apagado desde ayer por la tarde. Es absolutamente necesario que hablemos.
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—Señora, me llamo Giacomo. Soy el enfermero encargado de esta habitación. Quería decirle algo.
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—¿Diga? —¿Casa de los Davoli? —Sí. ¿Quién habla? —¿Es la señora Giuditta Davoli? —Sí. Pero ¿con quién hablo? —Soy Ester Russo. Nos conocemos, ¿lo recuerda?
—Giulio tuvo un horrible accidente de tráfico. —¡Dios mío! ¿Y ahora cómo está? —No es grave. Ha sufrido un traumatismo craneal, tiene la mandíbula fracturada y tres costillas rotas. No está en condiciones de hablar.
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9 de enero de 2008. Il Messagero
Grave accidente de tráfico Ayer, poco después de la medianoche, un Panda, conducido por el conocido empresario de la construcción Giulio Davoli, fue arrollado mientras recorría la via Aurelia hacia Roma, a la altura del kilómetro 123, por otro coche que circulaba a gran velocidad.
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19 de enero de 2008. Il Giorno. Arrestado en la frontera un conocido empresario romano de la construcción. Ayer por la tarde fue arrestado, mientras intentaba huir a Suiza, el conocido empresario romano de la construcción Giulio Davoli. Se había dictado una orden de búsqueda y captura contra él —emitida por el fiscal Giovanni Lamacchia— por fraude fiscal, transferencia de capitales
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—Me ha parecido ver un coche al fondo de un barranco. Me he detenido y he bajado para corroborarlo. Es un SUV. Dentro está el cuerpo de una mujer, en el asiento del conductor. …¿Dónde se encuentra? —En la via Aurelia, en el kilómetro 123.
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21 de enero de 2008. Il Messagero. Mortal y misterioso accidente automovilístico. Ayer por la tarde un SUV con matrícula BS4389YZ fue hallado en el fondo de un precipicio, en el kilómetro 123 de la via Aurelia… Más tarde, el abogado Stefano Marsili, residente en Roma, que la tarde anterior había denunciado la desaparición de su mujer, se dirigió a la morgue para identificar el cadáver. Por desgracia, confirmó que se trataba de su cónyuge, Ester Gigante, nacida en Viterbo, de veintiocho años.
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Comisaría de Roma Corso Trieste, 154 Prot. n.º: NO PROTOCOLIZADO Objeto: PRESUNTO SUICIDIO MARSILI. El inspector jefe (Attilio Bongioanni)
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—Y yo me pregunto: ¿qué hay miel en ese kilómetro 123?
Andrea Camilleri. Km 123. España: Ediciones Destino. 2019. 158 págs. Edición de Kindle.
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Al final de este libro aparece el texto “Defensa de un color” escrito por Camilleri en marzo de 2003, en el que habla del gialli, la novela policiaca italiana, desde la creación de la colección Mondadori y su evolución.
Todo es importante en este pequeño texto: su opinión sobre la novela policiaca y una guía para seguir su evolución desde los años veinte del siglo pasado de la mano de los autores italianos. Transcribo la presentación y algunas de sus ideas:
“El texto que aparece a continuación es una intervención del autor en el congreso Scrittori e critici a confronto (Escritores y críticos en debate), que se celebró en la Università degli Studi Roma entre los días 24 y 25 de marzo de 2003. Fue publicado en la recopilación Come la penso (Chiarelettere, 2013) y la edición original italiana de Km 123, publicada por la editorial Mondadori, la volvía a incluir por sugerencia del autor. A modo de homenaje, desde Ediciones Destino la presentamos también a los lectores en español”.
El color amarillo, en italiano “giallo”, fue el color con que en Italia se conoce a la novela policíaca. La razón fue que en 1929 el editor Mondadori creo una nueva edición de novelas con este tema y le adjudicó el color amarillo como signo distintivo de las portadas. “El poeta Leonardo Sinisgalli, en un artículo de diciembre de 1929, reseñó los cuatro volúmenes definiéndolos como «romanzi gialli» no sólo por su portada, sino sobre todo por su contenido. Desde aquel momento, en Italia romanzo giallo significó «novela policíaca”».
Los primeros escritores italianos en aventurarse en el género policíaco fueron, de 1930 a 1935, Edoardo Anton, Guido Cantini, Alessandro de Stefani, Guglielmo Giannini, Giuseppe Romualdi, Vincenzo Tieri y Alessandro Varaldo. Estos autores provienen todos del teatro, no de la narrativa. ¿Por qué tantos comediógrafos?
Bien, entonces se creía que una buena novela policíaca debía ir al grano: mostrar un delito y llegar lo antes posible a la solución.
El inmediato éxito de los romanzi gialli en Italia fue incontestable,
¿Por qué los lectores se apasionan tanto por los gialli? Leonardo Sciascia ha propuesto una explicación, sosteniendo que el lector de un giallo está en las mismas condiciones que un espectador cinematográfico que acaba identificándose con el protagonista y, por tanto, viviendo las vicisitudes desde dentro.
Augusto de Angelis…
No hay ningún romanzo giallo que se publique en la Alemania de Hitler, en la URSS de Stalin, en la China de Mao y tampoco con Franco en España, que yo sepa. La verdad es que el giallo no nace, florece y se desarrolla en las sociedades capitalistas, sino en las sociedades libres.
Rosaura a las diez, de Marco Denevi. Argentina…
La verdad es que el renacimiento del romanzo giallo tiene dos fechas muy precisas: 1957, cuando Carlo Emilio Gadda publica el volumen El zafarrancho aquel de via Merulana (que ya había aparecido en Letteratura en 1946-1947), y 1961, cuando Leonardo Sciascia lleva a la imprenta El día de la lechuza.
En cuanto a Sciascia, Italo Calvino definió El día de la lechuza como un giallo que no es un giallo…
1966, cuando el editor Garzanti publica la novela Venus privada, de Giorgio Scerbanenco, en la cual, abandonadas las ambientaciones bostonianas donde actuaba el archivista Arthur Jelling, se escribe una historia totalmente italiana, es más, milanesa… El protagonista de sus historias es Duca Lamberti, médico inhabilitado por el Colegio que se ha pasado tres años en la cárcel. Trabaja en Milán como colaborador de un comisario amigo suyo. Pero la verdadera protagonista de sus novelas y de sus relatos es Milán,
Loriano Macchiavelli, Carlo Lucarelli y Francesco Guccini nos han mostrado verdades ocultas de Bolonia y sus alrededores; Marcello Fois ha podido escribir sobre su Cerdeña secreta, Massimo Felisatti y Fabio Pittorru nos han dibujado el rostro violento de Roma, Fruttero y Lucentini mostraron aquello que se esconde detrás de la fachada burguesa de Turín, Massimo Carlotto nos ha contado cómo el paisaje del noreste es menos dulce de lo que parece, Renato Olivieri nos ha conducido por las calles de una Milán dulcemente stendhaliana, pero donde impera el Dios dinero, Santo Piazzese y Domenico Cacopardo nos han descrito una Sicilia aún totalmente por descubrir. solamente italiano, sino europeo.
Para saber hoy cuál es la situación socioeconómica de Suecia o para conocer los problemas de España, los gialli de Henning Mankell y de Manuel Vázquez Montalbán sirven mejor que un dogmático ensayo reservado a especialistas.
…al marsellés Jean-Claude Izzo, precozmente desaparecido, al griego Petros Márkaris y al marroquí Driss Chraïbi.
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