“¡Alumbra, alumbra, lumbre de alumbre…, alumbre…, alumbra…, alumbra, lumbre de alumbre…, alumbra, alumbre…!

Los pordioseros se arrastraban por las cocinas del mercado, perdidos en la sombra de la Catedral helada, de paso hacia la Plaza de Armas, a lo largo de calles tan anchas como mares, en la ciudad que se iba quedando atrás íngrima y sola”.

El señor presidente del escritor guatemalteco, premio Nobel de Literatura 1967, Miguel Ángel Asturias, nos deslumbra por las imágenes emanadas de su portentoso lenguaje y nos desazona por lo brutal de la trama.  Es una novela sobre un dictador que, desde su publicación, se convirtió en un punto de referencia de la literatura hispanoamericana. En Asturias el lenguaje cobra una función sagrada con el que se manifiesta la esencia de América, del hombre, de la naturaleza y de la novela, para él, la suprema aventura de la palabra.

La trama de El señor presidente es aparentemente sencilla, —trata de un dictador que gobernó Guatemala (inspirado en Manuel Estrada Cabrera quien fuera presidente entre 1898 y 1920.  Pero desde la primera escena y a través de la feroz descripción del ambiente físico y moral, se revela que la novela trata del poder que deforma, de la crueldad atroz, de todo lo que subvierte los valores morales y donde tanto hombres como mujeres pierden todo sentido de dignidad. Es en este sentido, una novela muy negra.

En la ficción de la novela, un asesinato, el del protegido del Señor presidente, el coronel José Parrales Sonriente, pone en movimiento las más macabras acciones para aniquilar al general Canales y al licenciado Carvajal, dos favoritos caídos en desgracia. Luego caerá en desgracia otro favorito del dictador, Cara de Ángel quien se enamora de Camila, la hija del general Canales.

En el Portal del Señor de la Catedral, los pordioseros dormían tirados en el suelo. Uno de ellos, un “idiota”, al que apodaban el “pelele” se enloquecía al oír la palabra “madre”.  El coronel José Parrales Sonriente, como sombra, se le acerca, le da una patada y grita “madre”. El Pelele se le fue encima, “los mendigos cerraron los ojos horrorizados”, “el Pelele escapó por las calles en tinieblas enloquecido bajo la acción de espanto paroxismo”.

A esta primera escena de la novela seguirán otras más, espeluznantes y lóbregas, en atmósferas imposibles para quien no tenga la pluma de Asturias. Sólo el amor de Cara de Ángel y de Camila introduce algo de poesía a lo negro y trágico de esta enorme novela.

«El Presidente vestía como siempre de luto riguroso: negros los zapatos, negro el traje, negra la corbata, negro el sombrero que nunca se quitaba; en los bigotes canos, peinados sobre las comisuras de los labios, disimulaba las encías sin dientes, tenía los carrillos pellejudos y los párpados como pellizcados…»

Miguel Ángel Asturias.  Ciudad de Guatemala, Guatemala. 1899-1974.

Miguel Ángel Asturias. El Señor Presidente. © Herederos de Miguel Ángel Asturias, 1946. Editorial Cõ. 2011. 270 págs. Edición de Kindle.