Las historias de las tres novelas de Zoë Ferraris, se desarrollan en ambientes domésticos en la ciudad de Jeddad, donde vivió en la década de los noventa en casa de los que en ese tiempo eran sus suegros. Casi con intimidad, la narración devela ambientes exóticos para los que vivimos en otros países, entre bellas citas del Corán, y con el suspenso propio de las novelas de detectives.
Jeddah es la segunda ciudad más grande del rico reino petrolero, el segundo puerto más importante, la ciudad más liberal y con más turismo de Arabia Saudita. Una ciudad-puerto entre el Mar Rojo y el desierto. Importante desde el siglo sexto, con innumerables sitios arqueológicos, mezquitas y, actualmente, suntuosos centros comerciales. Su población es de casi cinco millones de habitantes practicantes del Wahhabismo, la interpretación extrema de la corriente Sunni del Islam. Es la puerta de entrada a las ciudades sagradas de La Meca y Medina.
Es la ciudad de Katya Hijaz y Nayir Sharqui, miembros de una clase media cultivada. Son los años noventa del siglo pasado.
Katya Hijaz es una técnica forense. Describe y hace observaciones sobre las formas, usos y costumbres de una sociedad que segrega y fiscaliza a la mujer. Los “mutaween”, la policía religiosa, vigilan que la mujer no salga sin un familiar masculino, que estén correctamente vestidas con sus largas capas negras, “abayas”, con las pañoletas, “hijab” y el infame “burqa” que cubre todo el rostro, y que se respeten las muchas prohibiciones como entrar a las habitaciones masculinas o manejar un coche. Katya tiene un título universitario y un trabajo que le apasiona; es hija de un musulmán viudo y tradicional que a pesar suyo siente vergüenza que su única hija siga soltera a sus veintiocho años.
Nayir Sharqui es un guía del desierto. Vive en un bote en la marina y disfruta pasear en coche en una ciudad donde están prohibidos los bares, los teatros, los cines, pero con una gasolina muy barata. Le gusta moverse por avenidas congestionadas donde a veces se topa con una ejecución pública, o subir y bajar las dunas con su jeep, o a pie, siguiendo las huellas de los camellos en el desierto, con temperaturas de más de cuarenta grados centígrados y tormentas de arena. Nayir es de origen palestino que conoce como un beduino el desierto, huérfano muy niño fue criado por un tío soltero, químico, arqueólogo y muy liberal. Es un muy devoto musulmán, conoce profundamente el Islam y se siente más feliz en el desierto. Cinco veces al día realiza sus abluciones y ora; y una vez al año siente la dicha de un día de lluvia.
Katya y Nayir son los protagonistas de tres novelas. Entramos con ellos a sus casas, sentimos el agua de mar desalinizada amarilla que sale de las llaves de las cocinas, abrimos los clósets de los hombres donde cuelgan las túnicas largas de algodón y los “iqal”, los cordones que sostienen los “ghutra” en la cabeza de los hombres; y en los clósets de las mujeres donde cuelgan las severas túnicas largas “abaya”. Compartimos sus alimentos y nos irritamos por las normas que impone una etiqueta incomprensible para nosotros.
Katya y Nayir investigan crímenes cometidos en ambientes domésticos. Las víctimas son mujeres y los motivos de los crímenes son los mismos que en cualesquiera otras partes: pasionales, envidia, ambición, discriminación, o patologías psicológicas originadas en la niñez.
Además de novelas de detectives son también novelas de amor. Quiero pensar que la relación entre Nayir Sharqi y Katya Hijazi exhibe el dilema de hombres y mujeres sauditas contemporáneos.
Finding Nouf
Nayir Sharqi y Katya Hijazi se conocieron en las oficinas forenses de Jeddah. Él había ido a recoger el cuerpo de la hermana de su amigo Othman-ash-Shrawi, y ella trabajaba ahí como técnico de laboratorio forense. En ese primer encuentro Katya tuvo que sacar la burqa de su bolso ante la mortificación de Nayir al mirar el rostro de una mujer.
El día que desapareció la joven Nouf ash-Shrawi habían desaparecido también una camioneta y un camello. Nouf le había dicho a su madre que iba ir al centro comercial pero había cancelado a su escolta. ¿Cómo pudo Nouf subir un camello a la camioneta? ¿Cómo pudo manejar?
Nouf-ash-Shrawi había desaparecido tres días antes de su boda. Días después encontraron su cuerpo sin vida en el cauce de un arroyo seco en el desierto. Tenía dieciséis años y pertenecía a una acaudalada familia dedicada a administrar el “zalak”, la limosna obligatoria que luego se distribuía entre diferentes organizaciones. La casa familiar de los Shrawi estaba construida en una isla a orillas del Mar Rojo en las afueras de Jeddah; era una mansión con cocheras para decenas de coches y camionetas, establos para los camellos, playa y embarcadero propios, terrazas con vistas al mar y habitaciones subterráneas con paredes de vidrio para observar el océano. Ahí vivían los padres, Abu-Tashin y Nusra-una-Tashin, los hermanos casados con sus familias y los solteros, entre ellos Othman y las jóvenes Nouf y Abir.
Othman Shrawi era amigo de Nayir y el prometido de Katya. Sabía que Nayir conocía como nadie el desierto por lo que le pide que investigue la muerte de su hermana, su prometida, Katya, le ayudaría desde su puesto en las oficinas forenses. Desde el primer contacto a Nayir le cuesta trabajo la relación con Katya, una mujer, soltera, con una gran curiosidad y talento para investigar, interpretar y hacer descubrimientos. Piensa que su amigo Othman debe amarla mucho para tolerar que trabaje e interactúe con otros hombres.
Nayir investiga en el desierto y Katya en su laboratorio. Katya realiza vistas a la mansión de los Shrawi buscando pistas o confirmando sospechas en las partes dedicadas a las mujeres y Nayir hace lo mismo en las partes de los hombres. Juntos reconstruyen el día que Nouf desapareció y van descubriendo los secretos de una joven de dieciséis años ansiosa de conocer el mundo, una joven que practicaba el jet ski, que se disfrazaba de hombre para recorrer Jeddah en la motocicleta Honda escondida secretamente, que gustaba ir a un zoológico abandonado y que soñaba con estudiar zoología en América.
City of Veils
Nayir Sharqi vigilaba que las doce camionetas Land Rovers estuvieran cargadas con todo lo necesario para llevar a los varones de la acaudalada familia Amir a pasar cinco días en el desierto cazando con sus halcones. Katya Hijazi recibía en el laboratorio criminal de la policía de Jeddah las evidencias recogidas por la policía del cuerpo sin vida de una joven encontrada en el desierto. El estadounidense Eric Walker desaparecía después de haber dejado en su departamento a su esposa Miriam a quien había ido a recoger al aeropuerto de Jeddah. Miriam no tuvo tiempo de contarle a su esposo que había tenido como compañero de asiento durante el vuelo desde Nueva York a un profesor de estudios del Medio Oriente, especializado en el Corán.
A Nayir le cancelaron la excursión, Miriam Walker inició la búsqueda de su esposo y Katya, desde su laboratorio forense, fue informando de sus descubrimientos al Inspector Detective Osama Ibrahim el asesinato de Leila Nawar, una joven fotógrafa.
Katya realiza una investigación paralela a la de la policía, siguiendo las pistas que le dan sus descubrimientos en el laboratorio forense. Encuentra unos DVD con imágenes del Corán y le pide a Nayir que los revise. Katya descubre que Leila trabajaba también en un proyecto secreto que había llamado “La ciudad de los velos”.
Nayir y Katya descubrieron una relación entre un coleccionista de textos del Corán y Eric Walker. Y una relación entre Eric y la joven fotógrafa asesinada. Miriam desaparece y Nayir tarda dos días en rescatarla en medio de una tormenta de arena en el desierto. Pensó que esa tormenta de arena había sido más fácil que la tormenta que estaba viviendo en su interior, su parte de devoto musulmán y su parte racional que le dice que Katia tenía derecho a tener su profesión.
Le pregunta a Katia si ella piensa que el criminal había matado a Leila porque era una mujer. Katia le responde que no, pero que el ser mujer era parte del por qué.
Kingdom of Strangers
“Nineteen was the number of verses that the archangel Gabriel gave to the Prophet Mohammed in his first two visits to the cave. Nineteen was also the number of letters in the first verse of the first chapter of the Quran, a verse that was repeated fifty-four times throughout the holy book. To compound matters, the only chapter where the word nineteen appeared was entitled “The Hidden Secret.”
La policía de Jeddah no podía aceptar que se estaban enfrentando a un asesino serial, porque, en Arabia Saudita, no hay, nunca ha habido, decían, asesinos seriales. ¿Y por qué diecinueve?
En las afueras de Jeddah, cubiertos por las arenas del desierto se habían encontrado diecinueve cuerpos de mujeres. Los cuerpos estaban colocados en círculo, tenían los rostros destrozados y sin manos; junto a uno de los cuerpos se encontró una de las manos cortadas, la cual les dio la pista inicial de investigación. Por las huellas dactilares descubrieron que la mano pertenecía a una joven mujer inmigrante y por las reconstrucciones faciales parecía que todas eran jóvenes e inmigrantes de Filipinas, Sri-Lanka o Indonesia.
Katya Hijazi ya tiene 29 años y teme que descubran que no está casada y perder su puesto en el laboratorio forense de la policía. La policía solicita al FBI la ayuda de un especialista en asesinos seriales, nunca pensaron que llegaría una mujer, la Dra. Charlie Becker.
Katya, buscando a Sabría, la amante indonesia de un colega, irá encontrando pistas que la llevan (o nos llevan) a los lugares donde se reúnen las mujeres inmigrantes indocumentados. Con la ayuda de Nayir y de su tío Samir, descubren que las colocación de los cuerpos encontrados en el desierto simulaba letras del alfabeto árabe y logran descifrar la frase: «Bism’allah, ar-rahman, ar-rahim”. “In the name of Allah, most gracious, most merciful.” «En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso», la frase con la que empiezan las plegarias. La aparición de otra mano junto a una bolsa con la identificación de Amina-al Fouad, una esposa saudita, dejan atónitos a los policías porque ahora están seguros que el asesino serial ya no solo busca jóvenes indocumentadas.
“… but Saudi had let itself become a kingdom of strangers. It welcomed its immigrants because they lent the illusion that all Saudis could afford hired help, because the immigrants did the jobs that most Saudis would never dream of doing— housekeeping, trash collecting, taxi driving— and because without them, absolutely nothing would get done”.
Zoë Ferraris. Oklahoma, Estados Unidos de América, 1972.
Zoë Ferraris. Finding Nouf: A Novel. New York: Houghton Mifflin Harcourt. 2009. 315 págs. Kindle Edition
Zoë Ferraris. City of Veils. New York: Little, Brown and Company. 2010. Kindle Edition
Zoë Ferraris. Kingdom of Strangers: A Novel. New York: Little, Brown and Company. Kindle Edition. 2013. 357 págs.
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