Vera Caspary, (Chicago, 1899 – Nueva York, 1987) fue una escritora muy interesante. Escribió diecinueve libros, tres de ellos policíacos —Laura (1942), Bedelia (1945) y Stranger Than Truth (1946). Veinticuatro películas, algunas muy famosas, se filmaron basadas en sus guiones, historias y novelas. En las entrevistas que concedió en su larga vida Caspary expresó que había escrito Laura para escapar de las noticias de la guerra con una historia de amor y de misterio. En esas entrevistas destacan algunas preocupaciones que se advierten plenamente en esta novela: su intención de mostrar a través de sus personajes femeninos la lucha de la mujer por ejercer su libertad; lo que ella llamaba “el método Wilkie Collins” de crear múltiples narradores para ofrecer distintos puntos de vista; y el deseo de ver cómo los seres humanos reaccionan ante ciertos momentos de tensión.
Si bien no hay nada de superficialidad en Laura, y a veces su lenguaje tiene algo de victoriano ya en desuso, sus descripciones de los personajes y de los espacios “exquisitos” tienen algo de comadreo y de sarcasmo fino y divertido.
La novela se publicó en 1942 y la película dirigida por Otto Preminger se estrenó en 1944. Tanto la novela como la película son extraordinarias, cada una con sus propias peculiaridades y diferencias. Entre éstas, sobresale el personaje de Waldo Lydecker basado en el Conde Fosco de “The Woman in White” de Collins según lo dicho por la autora. Pero la actuación del actor Clifton Webb como Waldo Lydecker en la película de Otto Preminger, superó al “fastidioso, fascinante y gordo villano” de la novela publicada.
El viernes 20 de agosto de 1941 Laura canceló su cita para cenar con Waldo Lydecker. A la mañana siguiente Bessie la encontró muerta, con la cara destrozada. Su asesino había disparado cuando ella abrió la puerta de su departamento del tercer piso en la calle Este sesenta y dos, muy cerca de Park Avenue en la ciudad Nueva York.
Mark McPherson es el detective de la Policía de Nueva York encargado de investigar el asesinato. Con fascinación irá descubriendo que Laura Hunt era una talentosa y bella joven que trabajaba en una agencia de publicidad. Desde que había llegado a la ciudad de Nueva York unos años antes, el muy influyente periodista Waldo Lydecker la había tomado bajo su tutela. La había introducido en su círculo social y con los años fue convirtiéndose en su maestro, confidente y había sido el amigo, “que la había pretendido por siete años, cortejándola con flores, regalos caros y promesas de amistad eterna”. Laura Hunt había cancelado su cita con Leydecker porque, le dijo, deseaba pasar el fin de semana sola en su casa de campo antes de su boda con Shelby J. Carpenter la cual se realizaría el siguiente jueves. Luego sabremos que Laura había aceptado a Shelby sobre otros pretendientes porque no quería llegar soltera a los treinta años y aunque no era rico ni talentoso, a diferencia de ella, venía de familia noble.
La novela está narrada por tres personajes. Waldo Lydecker de 52 años quien se define a sí mismo como obeso, con astigmatismo, de piel blanda y pálida. Camina siempre con un muy elegante y caro bastón, es petulante, sarcástico, celoso, exquisito en sus gustos de la mesa y el vino y exigente coleccionista de arte. Tiene un sirviente filipino y lee a Gibbon (el inglés Edward Gibbon publicó en 1776 La Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano) metido en la tina con agua tibia.
“Do you know what Doctor Sigmund Freud said about collectors?” “I know what Doctor Waldo Lydecker thinks of people who quote Freud.”El “soft-boiled” detective Mark McPherson es otro de los narradores. Se obsesiona (o se enamora) de Laura Hunt, o del retrato colgado en el departamento que revisa una y otra vez tratando de encontrar pistas. Busca la compañía de Waldo, lo adula y se ríe de sus bromas, para poder preguntar por ella y al ir conociendo a Laura va conociendo a Waldo. ¿Qué es lo que hace que un hombre coleccione cristalería y porcelana? se pregunta. ¿Por qué trae siempre su bastón y usa barba? Y así va descubriendo la personalidad obsesiva de Lydecker, la simpleza de Shelby y el encanto de Laura. La tercera narradora es la misma Laura Hunt a través de las páginas de su diario. Completa la narración el reporte policiaco del interrogatorio a Shelby Carpenter.
Una cigarrera de oro que Laura le regaló a su prometido y que aparece en posesión de Diane Redfern una modelo parecida a Laura, y una botella barata de Bourbon podrían aparecer aquí como ejemplos de “macguffin”. Decir más es estropear la sorpresa de los primeros lectores, a los que aseguro que volverán a leer el libro y ver la película con el mismo placer.
Vera Caspary. Chicago, Illinois, Estados Unidos. 1899-1987
Vera Caspary. Laura. NY: The Feminist Press at CUNY. 2005 Afterword by A.B. Emrys. 256 págs. Kindle Edition.
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