Detective CHICADolores Morales

 

El cielo llora por mí es la primera de tres novelas con Dolores Morales. Las oras dos son: Ya nadie llora por mí (2017) y Tongolele no sabía bailar (2021).

Parece que Latinoamérica, y en mayor o menor medida todo el mundo, no puede sustraerse a los poderes del narcotráfico; por lo mismo, sería una gran negligencia que los escritores contemporáneos lo minimizaran o que no formara parte del contexto de sus historias, cuando ya es un poder de facto que corrompe a gobiernos, políticos y al ciudadano común.  Nicaragua, por su posición privilegiada y sus dos litorales, es puente natural del paso de droga proveniente de Colombia hacia los mercados de México y Estados Unidos pero no un lugar de consumo dada la pobre situación económica después de años de guerrillas internas que culminaron con la oficialización del Frente Sandinista de Liberación Nacional, ahora convertido en partido político en el poder con Daniel Ortega.

La acción de El cielo llora por mí se desarrolla a mediados del año dos mil. El cadáver de una joven, un yate de lujo abandonado y la suerte de los tres hermanos Cassanova, son el punto de partida de la investigación de Dolores Morales, un personaje con la ética de revolución (y una pierna artificial por un accidente en sus tiempos de guerrillero). En un país pobre, de funcionarios más pobres, Morales tiene que confiar en su poder de análisis y deducción para enfrentarse a los inmensos recursos del narcotráfico, con alguna ayuda del agente de enlace de la DEA al que llamaban Chuck Norris.

El inspector Dolores Morales jefe de Inteligencia de la Dirección de Investigación de Drogas en Managua, así como el subinspector Bert Dixon del municipio de Bluefields (región en la costa del Atlántico que durante el siglo XVIII fue colonia inglesa)  y la magnífica Sofía Smith, la afanadora del departamento con talentos de detective, fueron camaradas guerrilleros. Descubren que la joven asesinada Sheila Marenco, trabajaba para una empresa tapadera de los narcos, que el yate abandonado se lllamaba Regina Maris, que Sheila tiene un hijo con Engels Paladino, “Caupolicán” que trabaja en el casino «Josephine» y que todos están relacionados con otro personaje magnífico Giggo, el abogado que le organiza fiestas a la primera dama y que tiene una finca magnífica en la cual se celebrará una reunión internacional de narcos.

La novela nos hace vivir Managua, «una ciudad donde las direcciones se establecen a partir de puntos de referencia», su clima, tráfico y las constantes manifestaciones y huelgas que buscan desestabilizar al gobierno. La narración se basa en diálogos por lo que escuchamos las pláticas con el clásico voseo y algunos versos de Rubén Darío; entramos a las casas pobres, a las de clase media y a las mansiones para imaginar la vida cotidiana de los nicaragüenses, sus comidas y cómo entremezclan diferentes religiosidades en un ambiente propicio a la sexualidad. Pero sobre todo, cómo han podido sobrevivir después de siglos de dominación y años de guerrilla y ahora como otros muchos países, cómo aprender a  convivir con la actividad del narcotráfico. El cielo llora por todos nosotros…

«–Pienso que un personaje policial, un detective, un investigador, difícilmente sobreviva a un solo libro. Está más destinado a una serie, que es lo que el público espera. Esa es una razón y la segunda porque para mí la novela negra es una manera de contar lo que realmente pasa, a través de la ficción. No es un género gratuito, ni una moda, ni algo pasajero. Me parece que la manera de acercarme a la realidad contemporánea es usando el método o los procedimientos de la novela negra». (Entrevista del autor con Mónica Maristain. «SinEmbargo» Septiembre 8, 2018, en ocasión de la segunda novela con Dolores Morales, Ya nadie llora por mí, http://www.sinembargo.mx/puntos-y-comas)

AutorSergio Ramírez. Masatepe, Nicaragua, 1942.

FichaSergio Ramírez. El cielo llora por mí. México: Alfaguara. 2008. 290 págs.