Reportera y periodista Julieta Lezama. Exguerrillera de las FARC, Johana Triviño. Fiscal Jutsiñamuy

Será larga la noche (2019) de Santiago Gamboa (1950) es la primera novela con Julieta, Johana y Jutsiñamuy.  En 2021 publicó Colombian Psycho (2021).  El autor ha dicho que escribirá una tercera novela con los mismos protagonistas.

Un niño estaba trepado en un árbol, era un mango, desde ahí miraba la carretera de San Andrés de Pisimbalá y el puente que cruzaba el río Ullucos.  Vio acercarse tres camperos, una Hummer negra, entre dos Nissan Discovery, se detuvieron ante un tronco atravesado.  De tres lados fueron atacados, los atacados respondieron.  El niño vio el combate, los estallidos y los hombres caídos. Apareció un helicóptero que fulminó a los asaltantes. El niño miró al hombre vestido de negro y a las dos mujeres jóvenes que salieron de la Hummer y subieron al helicóptero. El niño luego haría una llamada anónima al puesto de policía.

En la Fiscalía General de Bogotá, el fiscal indígena Edilson Javier Jutsiñamuy recibió la notificación del hecho.  Jutsiñamuy pertenecía a la etnia huitoto nipode, de la región de Araracuara. Su apellido quería decir “luchador insaciable”.  Tiene cincuenta y nueve años, es viudo, sin hijos.

El agente René Nicolás Laiseca le había notificado que alguien había denunciado el hecho ocurrido en Tierradentro, una zona del Departamento de Cauca, en el suroccidente de Colombia.  Una llamada anónima reportó el hecho al puesto de policía de la pequeña aldea de San Andrés de Psimbalá y éste notificó a Bogota.  Unas horas después el reporte desapareció de la red y los vecinos decían que no escucharon nada. El fiscal receló. Contactó a la reportera y periodista Julieta Lezama. Podía ser una buena historia. Todos los de ahí son indígenas nasa que vivieron la guerra, fue zona FARC.

Julieta Lezama. Reportera. Divorciada. Vive en Bogotá con dos hijos adolescentes. Tiene una oficina. Johana Treviño es su colaboradora, de la ciudad de Cali, doce años de guerrillera en las FARC.

Julieta y Johana Triviño toman un avión a Popayán, la capital de Cauca. Rentan un coche para llegar a Inzá, el pueblo grande de la región y de ahí a San Andrés de Psimbalá. Empiezan a preguntar. En la iglesia encontraron al niño, un nasa, se llamba Franklin Vargas, de unos doce años, les platicó lo que vio.

En Inzá se habían celebrado las fiestas aliancistas con la asistencia de pastores de treinta y siete iglesias de América Latina.  Sospechan que el pastor atacado era Fritz Almayer, de la Congregación Nueva Jerusalén.

La policía y luego la fiscalía investigan los asesinatos de tres hombres cuyos cuerpos habían sido tirados en la carretera. Tenían un tatuaje, una mano abierta, negra y gris, con las palabras “estamos curados”. Descubrirán que trabajaban como guardias de seguridad. Que habían dado protección a un hombre que había llegado de Brasil. Le llamaban “Mister F” o “Doctor F”. Que la mano era la mano de Jesús, una reliquia de la Asamblea de Dios de Brasil.

Julieta y Johana visitan la Iglesia Nueva Jerusalén en la ciudad de Cali. “Cómo se llama esta vaina, ¿misa?, ¿homilía? —Ni idea —dijo Johana—. Unos decían conferencia y otros charla. —Parece el estudio de Sábados Felices”. Teniendo de fondo un espectáculo de concierto de rock, misa popular, show televisado, humo blanco y ante una exaltada y tumultuosa audiencia, presenciaron la arenga del vehemente y carismático pastor Fritz Almayer.  Cincuenta y tres años, complexión fuerte, camiseta negra pegada a los abdominales, pantalones negros de terlenka y chaqueta negra estilo Nehru, y a pesar del calor, sombrero negro.

La Asamblea de Dios, Belém do Pará es la iglesia brasileña del pastor Fabinho Henriquez. Un buscador de oro. Un tipo excéntrico. Vive en Cayena, la capital de la Guayana Francesa. Tiene una explotación de oro en la Amazonia. “Julieta agarró su cuaderno, emocionada. Incrédula. —¿Brasileño? Ah, carajo —dijo. —¿Eso le dice algo? —preguntó Jutsiñamuy. —No es nada, pero imagínese que entre el personal que trabaja con el pastor Fritz hay una brasileña, por acá tengo el nombre… Egiswanda Sanders se llama. Por cierto, muy graciosita”.

“¿Sabe que no pagan impuestos ni deben presentar estados contables? En la práctica, si uno mira sus finanzas, son empresas captadoras de dinero. Pero si alguien las denuncia, dicen que es persecución religiosa. Es la mafia mejor montada de este país”.

Julieta viaja a la Guayana Francesa. En su “Diario de viaje” describe el Ouro Amazónico. “Hay plantas prehistóricas. No sé los nombres, parecen helechos o bromelias. Si un dinosaurio saliera detrás, no me sorprendería. La luz era distinta”.  Se encuentra con Fabinho quien le explica el proceso de la extracción del oro, en las capas profundas de la tierra y en los ríos. De cómo se convirtió en “orpailleur”, extractor de oro, siguiendo la corriente de los ríos en la zona de Manaos. Le habla del lenguaje de la selva y de las iglesias misioneras que fundó. Y le cuenta su historia. De cómo fue traicionado por su esposa y por su socio, un colombiano de nombre Arturo. Después de siete años en la cárcel emigró a la Guayana y creció la Asamblea de Dios en todo el nordeste del país.

Santiago Gamboa (Bogotá, Colombia, 1965)

Santiago Gamboa. Será larga la noche. Colombia: Alfaguara. 2019. 424 págs. Edición de Kindle.