Mandrake
Rubem Fonseca (Brasil, 1925-2020) es uno de los grandes escritores brasileños. Fue abogado penalista, policía y juez antes de dedicarse por completo a escribir. Es autor de cuentos, novelas, crónicas y guiones. Mandrake y su extraordinario humor negro lo han convertido en un autor prestigiado y famoso.
Por su brevedad, las novelas policiacas de Fonseca se leen muy rápido; pero también por el ritmo ágil y dinámico con el que se van sucediendo las acciones y porque al mismo tiempo el narrador nos va contando muchas cosas. Una vez que empezamos a leer lo que nos está narrando Mandrake o el seminarista, no podemos soltar el libro; sentados, parados y hasta caminado, y siempre soltando carcajadas. Se agradecen las traducciones del portugués al español que nos transmiten directamente la voz clara y comprensible del narrador y, como si no hubiera un autor de por medio, oímos su sarcasmo e ironía, nos reímos con su humor negro y a veces nos hacen pensar sus serenas y melancólicas reflexiones. Las historias de Fonseca son increíbles por extravagantes, eruditas sin ser jactanciosas y lujuriosas sin nunca caer en lo soez. Y esa brevedad y rapidez con la que pasan y se cuentan las historias es parte del asombroso manejo de la estructura del género policial.
Mandrake, como su creador, también es un abogado criminalista. No sé cómo sea en la realidad Rubem Fonseca, pero Mandrake y su otro personaje, “el seminarista” son desenfadados e hilarantemente irreverentes. Mandrake vive en un departamento en Río de Janeiro, soltero, don juan empedernido, con una gran cultura literaria y cinematográfica, le gusta el vino tinto portugués Periquita, fuma puros y en uno de los relatos muestra su destreza al jugar ajedrez con Berta, la amante de turno. Su socio, el abogado judío Wexler y Raúl, su más viejo amigo y policía de la sección de homicidios, complementan o completan su astucia para resolver sus casos.
Mandrake
“Mandrake” es una narración corta que encontré en internet y que se puede leer aquí seleccionando el link. Posiblemente fue publicada en uno de sus libros de cuentos y parece anterior a las otras tres narraciones que aquí se comentan. La acción en este corto texto gira alrededor de las partidas de ajedrez que Mandrake juega con Berta cuando fue contratado por el hacendado y senador Cavalcante Méier. Su nuevo cliente le solicita ayuda con un tipo que lo quería chantajear en relación con la muerte de una joven con la que había tenido una relación.
Mandrake y la Biblia de Maguncia
En el primer párrafo de Mandrake y la Biblia de Maguncia (2005) titulado “Comenzando por el principio”, Mandrake se presenta a sí mismo y en el segundo habla del caso de la Biblia:
“Mi nombre es Mandrake. Soy abogado criminalista. El caso que voy a relatar comprueba, como dijo alguien cuyo nombre no recuerdo, que la verdad es más extraña que la ficción porque no está obligada a obedecer a lo posible.
Cómo podría imaginar que me vería envuelto en la historia del incunable de Gutemberg, con el enano, con el Calaquita, con la caja fuerte Fichet, con los asesinatos, principalmente el de aquella pobre mujer ya madura que por primera vez en su vida estaba enamorada, un mujer a quien le gustaban los libros y los gatos – a todas las mujeres le gustan los gatos, incluso a aquéllas a quienes no les gustan los gatos.”
Karin Altolaguirre es la dama de la novela y por la que Mandrake suspirará no obstante su relación con Angélica. Karin es hija de un industrial muy rico que lo contrata para encontrar a Carlos Wise, un enano que como ella es miembro del “Club de los bibliomanacos”, un extraño grupo interesado en libros raros e incunables. Carlos Weis es empleado en la Librería Antique de Pierre Ledoux.
Cuando es asesinada Eunice Valverde, Mandrake dice que “El personaje más importante en la investigación de un crimen es la víctima. Siempre tiene una historia que contar”.
Esta víctima, Eunice trabajaba en la Biblioteca Nacional, de la cual recién había desaparecido una de las Biblias de Maguncia, guardada en la caja fuerte Fichet de la Biblioteca. En la mesa de noche de Eunice la policía había encontrado una botella de Coca Cola y un libro “Cronología de descripción de contenido: de cómo las bibliotecas pasaron de la conservación al acceso hace cuatro mil años”. Las huellas de la botella de Coca Cola pertenecían al Carlos Wise y según una compañera de Eunice, eran novios. En el cuarto de hotel donde vivía el desparecido Carlos Wise encontraron una maleta de herramientas para abrir cajas fuertes.
En esta novela Mandrake nos ilustra sobre libros raros, Biblias e incunables; mientras investiga a otros coleccionistas, se suceden otros asesinados, interactúa con Raúl, la policía y la interpol. Mandrake resuelve el caso pero recibió dos disparos que lo mantuvieron en coma tres meses.
Mandrake y el bastón Swaine
Mandrake se quedó cojo como consecuencia de los disparos que recibió cuando investigaba el caso de la Biblia de Maguncia. Sus amigos le regalaron todo tipo de bastones
“…incluso un bastón-estoque Swaine con una hoja de acero embutida, en verdad un arma mortífera, fabricada hace más de doscientos años en Inglaterra por la Swaine Adeney Brigg, una rareza que me obsequió Helder Frota”.
Este caso empieza con un coctel de la casa de la condesa Caterina Sforza, en Río de Janeiro. Mandrake socializa con los que serán los protagonistas de este caso: el secretario de la condesa llamado Orlov, el matrimonio de Mariza y Helder Frota y la alpinista Bárbara Hermans. La condesa es demandada por la familia de un hombre que había sido arrollado por su lancha, por lo que le pide a Mandrake que la defienda. El caso se complica cuando asesinan a un periodista italiano que investigaba la vida de la condesa. Luego Helder Frota es asesinado con el baston-estoque Swaine que le había regalado a Mandrake y este se vuelve el principal sospechoso.
El seminarista (2010)
¿Puede jubilarse un asesino a sueldo?
“Me conocen como el Especialista, contratado para servicios específicos. El Despachador dice quién es el cliente, me da las coordenadas y yo hago el servicio”.
Así empieza la narración del Seminarista, un matón a sueldo muy peculiar que no tiene desempacho ni remordimiento en platicar cómo fueron algunos de sus servicios. Habla intercalando citas de clásicos en latín, aprendidas en sus años en el seminario. Lleva una vida rutinaria y metódica, le gusta ver películas y leer, sobre todo poesía. Sus dos amigos de antes, Sangre de Toro y D.S., lo llamaban “Ze”. Y dice que no le gusta matar mujeres, niños ni animales. Y que nunca quería saber el nombre del cliente.
El seminarista tiene alrededor de 40 años y decide que era hora de jubilarse, pero para eso tenía que matar al Despachador. Se deshace de sus pistolas, parte de su ropa y de sus cosas y empieza a llamarse José Joaquim Kibir. Pero se enamora de una alemana-portuguesa llamada Kristin Gruber quien resultará ser la hija del Despachador.
No fue un rencuentro casual con su amigo de la infancia a quien llamaban “Sangre de Toro”, sino que éste lo buscó para advertirle que se cuidara, que había gente que lo quería matar por los servicios a los que se había dedicado. Enamoradísimo de Kristin, entre que la cuida y se cuida a sí mismo, investiga, se enfrenta con un poderosísimo millonario, M. M. Ziff, busca a su otro amigo D.S. quien le aconseja asistir a una fiesta en el penthouse de una viuda llamada Suzane, el Seminarista, sin saber cómo, porqué y quien, se encuentra involucrado en una avalancha de violencia y asesinatos.
“Uno no deja de ser lo que es: de los cabellos hasta las uñas, de la cabeza a los pies –a capillis usque ad ungues, como dijo Petronio…”
Rubem Fonseca. Brasil, 1925.
Rubem Fonseca. Mandrake. La Biblia y el bastón. México: Ediciones Cal y Arena. 2014. 182 págs.
Rubem Fonseca. El seminarista. México: Cal y Arena. 2010. 170 págs.
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