Aitor Orizaola, Ori
La trama de El hijo olvidado (2024), de Mikel Santiago (España, 1975), se desarrolla en el país Vasco, en Bilbao y sus alrededores, a excepción de un viaje a Extremadura casi al final del libro. Quinientas páginas de acción.
Aitor Orizaola, es un ertzaintza, un policía del gobierno autónomo del País Vasco. Está suspendido y tiene abierto un expediente disciplinario por haberse defendido con violencia cuando lo atacaron unos sicarios. Aitor recién había salido del hospital después de una larga estadía, había recibido dos disparos en la pierna y dos en el torso que le impactaron el pulmón derecho. Su departamento había quedado destrozado con un tabique derribado por una carga de explosivos (que él colocó) y unos cien agujeros de bala en las paredes (disparados por los sicarios).
Aitor está divorciado de Carla, tiene dos hijas, una hermana mayor, Mónica, y un sobrino Denis. Después del ataque se había mudado a un departamento en la playa de Ispilupeko, “una playa perdida de la mano de Dios”. Compone canciones frente a un ventanal, con su guitarra, su cuaderno de notas y una grabadora “Mi pequeño santuario, que me estaba ayudando mucho más que cualquier pastilla” “No dejes de hacer canciones, es parte de ti” le había dicho Nerea Arruti, su pareja policiaca, antes de marcharse.
Su hermana Mónica lo llamó desde Marsella donde vivía con su esposo. Aitor la escuchó agitada, estaba tomando un vuelo a Bilbao, Denis había sido detenido. Lo acusaban de haber asesinado a un hombre y haber robado seis mil euros.
Denis Orizaola tenía veintidós años, estaba empleado en una playa de Sopelana, un negocio de surf, él mismo un surfista y algo hippy. Su jefe, Jon Olaeta, apodado Joe Turbos, le permitía dormir en un espacio del almacén.
Aitor fue a la policía, se enteró que llevaban el caso Néstor Barrueto y su compañero Gaizka Martínez, les preguntó “Es un caso de robo armado y homicidio”. Preguntó por su antiguo compañero Jokin Txakartegi. Había fallecido, se había suicidado.
Denis Orizaola estaba acusado de robo con violencia en un almacén de Gatika. El gerente José Luis López de Arbeloa, había muerto de dos disparos a bocajarro. El asaltante había robado dinero de la caja. Un testigo había oído los disparos e informó de una furgoneta blanca, Volkswagen, con matrícula de Palma de Mallorca. Denis dormía en el almacén de la playa cuando llegaron por él, le preguntaron si podían revisar su furgoneta, olía a pólvora, encontraron una Glock 9 milímetros y más de cinco mil euros. Denis negó tener arma, haber disparado y robado.
Mónica contrató al abogado Jorge Orestes: “Denis lo niega todo. Dice que es un montaje”.
Aitor viaja a la playa, revisa el lugar donde había estado la furgoneta, nota el rectángulo seco que probaba que el vehículo no se había movido, había llovido toda esa noche. Alguien había visto un Mercedes negro con dos hombres, uno vestido de traje, de pelo canoso y muy corto; el otro era más bajo. Le pide a Karin, el jefe de una banda criminal que lo ayude, que protejan a su sobrino en la cárcel. Karin le avisa que se sabía que un asesino a sueldo había llegado a Bilbao. Aitor vuelve a visitar a su sobrino en la prisión, le pide que le cuente todo lo que pasó esa noche, que no omita nada.
Arbeloa le había dado un aventón, había un atasco y se desviaron por una vieja carretera, le dijo que era famosa porqué por ahí se había aparecido la Virgen, y que había un manantial que se creía que daba agua sagrada. Se toparon con otro accidente en lo alto de la montaña, dos coches se habían rozado y uno se había llevado el retrovisor del otro, peleaban y bloqueaban el paso, una joven tenía su celular en la mano, otra mujer estaba sentada en el coche. Cuando llegaron a la playa, Arbeola le dio la tarjeta que metió en el libro que estaba leyendo.
Aitor empieza a investigar. Con muy pocos datos y muchos enigmas, sin pistola ni placa, un cuerpo débil y un coche viejo, una exesposa irritante y dos hijas adolescentes, colegas que lo ven con desconfianza, un jefe intransigente, dos agentes de asuntos internos tras él, y una juez dura que le exige pruebas.
La única certeza que Aitor tiene es que estaban incriminando a su sobrino. ¿Quiénes y por qué? “A veces las cosas no significan nada, como dijo Freud, y otras veces lo significan todo” pensó.
Aitor ya tiene una teoría, ahora tendrá que encontrar las pruebas…
[Ver reseña de La última noche en Tremore Beach]ETIQUETAS: POLICIACO.
Mikel Santiago Garaikoetxea (Portugalete, Vizcaya, País Vasco. España, 1975)
Mikel Santiago. El hijo olvidado. España: Ediciones B. 2024. 513 p. Edición Kindle.
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