HHhH
“…algo de tragedia griega y de espléndido thriller»
Mario Vargas Llosa escribió que en HHhH, la primera novela de Laurent Binet (París, Francia. 1972) “hay algo de tragedia griega y de espléndido thriller” (“El carnicero de Praga).
La historia de HHhH es una historia real, abominable, que debemos de recordar para estar alerta y alzar la voz ante cualquier clase de genocidio. La historia y su desenlace se conocen y aun así la tensión nunca baja. Porque como en un muy buen thriller, el manejo del suspenso es magistral.
La narración inicia y finaliza con el asedio a la cripta de una iglesia de Praga donde se escondieron los paracaidistas que realizaron el atentado contra Heydrich. Laurent Binet presenta la terrible personalidad de Reinhard Heydrich, el nazi Protector de Bohemia y Moravia. Y recrea los hechos históricos que nos va llevando a la hora del atentado, porque nosotros los lectores nunca dejamos de escuchar a Binet.
A todo lo largo de las casi 400 páginas, va comentando cómo descubrió esta historia y como fue creciendo su fascinación. El autor documenta las fuentes que consultó, incluidos reportajes, otras novelas y películas sobre el tema, y cómo decidió centrarse en dos episodios: el atentado y el posterior asedio en la cripta de una iglesia de Praga. Es interesante, original y atrayente estar escuchando siempre al autor desde su perspectiva.
El título del libro HHhH es el acrónimo de la frase «Himmlers Hirn heisst Heydrich«, en alemán «el cerebro de Himmler se llama Heydrich«.
El protagonista de esta historia es Reinhard Tristan Eugen Heydrich (Halle del Saale, Alemania, 1904 – Praga, República Checa,1942), conocido como “el verdugo”, “el carnicero de Praga”, “la bestia rubia”, es considereado uno de los generales más peligrosos y sangrientos de todos los tiempos. Heydrich llegó a ostentar los más altos cargos en la jerarquía nazi, “SS-Obergruppenführer”, jefe de la Gestapo y de la Oficina Central de Seguridad del Reich. Unos meses antes del atentado, en enero de 1942 en el distrito berlinés de Wannsee, había encabezado la Conferencia de Wannsee con los altos jerarcas nazis en la cual quedó formalizada, la infame “Solución final” para exterminar a los judíos, su operación logística y su “industrialización”.
En marzo de 1939 el gobierno nazi de Adolf Hitler invadió los territorios de Bohemia y Moravia, de la República Checa. Heydrich fue nombrado Protector de Bohemia y Moravia. El gobierno checo en el exilio en Londres y su presidente Edvard Beneš, organizaron la “Operación Antropoide” para matarlo. El servicio secreto inglés entrenó a un moravo, Jan Kuviš y a un eslovaco, Josef Gabčík, quienes después de lanzarse en paracaídas cerca de Praga llevaron a cabo el atentado el 27 de mayo de 1942. La muerte de Heydrich desencadenó represalias indescriptibles, una de ellas, el exterminio de la población de un pueblo cercano llamado Lídice.
La séptima función del lenguaje
Jacques Bayard y Simon Herzog
Se requiere un profundo conocimiento de la lingüística para poder explicarla, y un gran talento para hacerla divertida. Y Laurent Binet (Francia, 1972), lo logra a través de La séptima función del lenguaje (2015), una extraordinaria parodia que, en mi opinión, logra hacer inteligible el frecuentemente ininteligible discurso de la lingüística.
En la vida real, y en la ficción de esta novela, el escritor y filósofo sobre la escritura y la comunicación Roland Barthes (Francia 1915-1980) es atropellado por un coche. El narrador omnipresente, el que todo lo sabe, o lo supone, o imagina lo que pudo haber pasado, nos dice, a nosotros, como si fuéramos, no sus lectores, sino sus interlocutores:
“En esta historia hay un punto ciego que es también el punto de partida: el almuerzo de Barthes con Mitterrand. Es la gran escena que no tendrá lugar. Pero sin embargo lo tuvo…”
En la trama de esta novela, Barthes es atropellado después de una reunión secreta con François Mitterrand, el entonces candidato socialista a la presidencia de Francia, ¿accidente? que lo llevaría a la muerte un mes más tarde, el 25 de marzo de 1980. Aquí, el narrador más omnipresente que nunca, nos dice lo que estaban haciendo algunos de los involucrados en esta trama, en el momento en que la televisión anuncia el fallecimiento de Roland Barthes, a los sesenta y cuatro años, en el hospital de la Pitié-Salpêtrière, en París:
“…Giscard deja de rubricar, Mitterrand deja de gesticular, Sollers deja de hurgarse en los calzoncillos con su boquilla, Kristeva deja de remover su salteado de ternera y sale corriendo de la cocina, Hamed deja de ponerse su calcetín, Althusser deja de intentar no cabrearse con su mujer, Bayard deja de planchar sus camisas, Deleuze le dice a Guattari: “¡ Ahora te llamo!”, Foucault deja de pensar en el biopoder y Lacan continúa chupando su puro.
En la ficción de la novela Barthes pudo haber sido asesinado, ante lo cual el entonces presidente francés Valéry Giscard d’Estaing, convocó a Jacques Bayard, el comisario de los Servicios Secretos y le dice:
“Comisario, el día de su accidente, el señor Barthes estaba en posesión de un documento que le ha sido robado. Deseo que encuentre ese documento. Se trata de un asunto de seguridad nacional”.
“La séptima función del lenguaje” era el título de ese documento secreto y desaparecido. Bayard se enfrenta (como muchos de nosotros) al inexplicable mundo de la lingüística, necesita alguien que lo guíe, lo asesore, le traduzca, y contrata a Simon Herzog, un joven profesor de Semiología de la imagen. Bayard y Simón pasarán por muchas interesantes y jocosas aventuras pues resulta que ese documento secreto no solo le interesaba al presidente y a la policía secreta francesa. También buscan el documento los rusos y la KGB, búlgaros, húngaros, japoneses y, extrañamente, hombres sin un dedo de la mano. Además todo el círculo de Barthes sabía y quería el documento: Julia Kristeva, Philippe Sollers, BHL (Bernard-Henri Lévy), Gilles Deleuze, Tzvetan Todorov, Louis Althusser y el grupo de gigolós, Hamed, Saïd, Harold y Slimane.
“Bombas, atentados, intentos de asesinatos y asesinatos, sociedades secretas que corta los dedos a los perdedores, todo para recuperar un misterioso documento” —Creo que estoy atrapado en una puta novela”
exclamará Simón. Bayard y Simon viajan a Bolonia, asisten a un coloquio en la universidad de Cornell en Ithaca, Nueva York, “del que Bayard no ha intentado comprender ni el título ni el tema”. Presencian los duelos verbales del “Logos Club” y cómo cortan los dedos de los perdedores. El libro finaliza en Nápoles, con el gran Umberto Eco.
¿Cuál es “La séptima función del lenguaje”? Según la teoría de la comunicación del lingüista Romand Jakobson (Rusia, 1896), el proceso de la comunicación lingüística implica seis niveles, factores o funciones que estructuran el lenguaje: 1) referencial, 2) emotiva o expresiva, 3) conativa, 4) fáctica, 5) metalingüística y 6) poética. Laurent, en el contexto de esta novela, pone en boca del gran semiólogo Umberto Eco, la explicación de la función “mágica o encantadora” de esta séptima función del lenguaje: el poder del lenguaje.
“Quien tuviera el conocimiento y el dominio de una función así sería realmente el dueño del mundo. Su poder no tendría límites. Podría hacerse reelegir en todas las elecciones, sublevar a las masas, provocar revoluciones, seducir a todas las mujeres, vender toda clase de productos imaginables, construir imperios, apropiarse de toda la tierra, obtener todo lo que desee en cualquier circunstancia…”
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