CDMX, febrero 27, 2021.
A finales de febrero del 2020, la pandemia de COVID-19 ya había llegado a todo el mundo. Un año después, transcribo un diálogo de la novela Huye rápido, vete lejos, que la escritora francesa Fred Vargas publicó en 2001.
En la ficción de la novela, el diálogo citado se da entre el Comisario Jean-Baptiste Adamsberg de la Brigada criminal de la jefatura de policía de París, grupo de homicidios, sucursal del distrito 13, y el medievalista Marc Vandoosler.
Adamsberg lo vista para consultarle sobre un “pregonero” que tres veces al día leía mensajes depositados en una urna que colgaba de un árbol en una plaza del París actual. Un día, el pregonero recibió un mensaje sobre la peste que parecía copiado de textos antiguos. Ese mismo día empezaron a aparecer en la ciudad de París, cadáveres con la piel y la lengua ennegrecida, en habitaciones infectadas por pulgas de rata. En las puertas de esas habitaciones se habían pintado signos negros en forma de un “4” invertido.
Adamsberg le dice que el pregonero seguía recibiendo mensajes, y que él tenía más cadáveres que investigar.
–¿Tiene un problema de peste, comisario?
–Un problema con un conocedor de la peste, para ser más exacto.
–¿El que dibuja esos cuatros?
–Sí.
–¿Tiene que ver con el asesinato de ayer?
–¿Cuál es su opinión?
–En mi opinión, sí.
–¿A causa de qué?
–De la piel negra. Pero se supone que el “4” protege de la peste, no que la atrae.
–¿Entonces?
–Entonces supongo que su víctima no estaba protegida.
–Es exacto. ¿Cree en el poder de esa cifra?
–No. Adamsberg cruzó la mirada con Vandoosler. Parecía sincero y vagamente ofendido.
–No más de lo que creo en los amuletos, los anillos, las turquesas, las esmeraldas, los rubíes, ni en los cientos de talismanes que han sido inventados para protegerse. Mucho más costosos que un simple “4”, evidentemente.
–¿La gente llevaba anillos?
–Cuando tenían la posibilidad sí. Los ricos morían poco de peste, protegidos sin saberlo por sus casas sólidas donde no había ratas. Era el pueblo el que sucumbía. Por ello se tendía a creer en el poder de las piedras preciosas: los pobres no llevaban rubíes y se morían. El nec plus ultra era el diamante, la protección por excelencia: «El diamante llevado en la mano derecha neutraliza toda suerte de devenires». Por eso, en prueba de amor, los hombres afortunados tomaron la costumbre de regalar un diamante a sus prometidas para protegerlas de la plaga. Esa costumbre ha quedado pero nadie sabe por qué, de la misma manera que nadie recuerda el significado de los “4”.
El medievalista le informa al comisario que el cuatro al revés era el signo con el que se marcaban las puertas en tiempos de peste. Que “CLT” es la abreviación del famoso electuario de los tres adverbios.
– ¿ Perdón ?
– Prácticamente todos los tratados de peste lo citan como el mejor de los consejos : Cito , longe fugeas et tarde redeas . Es decir : « Huye rápido, largo tiempo y tarda en volver » . En otros términos , lárgate a toda velocidad y por una larga temporada . Es el célebre « remedio de los tres adverbios » : « Rápido , lejos , largo tiempo » . En latín : Cito, longe , tarde .
Los textos antiguos que recibía el pregonero, correspondían a partes de un diario que un tal Samuel Pepys había redactado en Londres en 1665.
1665 es el año en que la entonces llamada «gran peste de Londres» dejó setenta mil cadáveres.
Fred Vargas, Huye rápido, vete lejos. Madrid: Siruela. 2003. 356 páginas.
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