Antonio Muñiz Parra
Cazadores en la nieve (2016) de José Luis Muñoz (Salamanca, 1951).
La vida de un pueblo chico se va desplegando en las páginas del libro, como si fuera una pintura helada. “En un pueblo de quinientas almas no puede existir privacidad. Todo es público. Todo se sabe. Todo el mundo está pendiente, por aburrimiento, de lo que hace el resto”.
En esa pintura sobresalen dos hombres que se miran y luego se vigilan, se tratan de reconocer, con recelo, con odio. Parecía que habían sido delimitados por una línea. Sus pasados son antagónicos. Un hombre era etarra y el otro policía, uno terrorista y otro verdugo.
La mañana del 20 de octubre de 2011 el teniente de la Guardia Civil española Antonio Muñiz Parra, desayunaba su café con leche en la cocina de su casa en el pueblo de Eth Hiru, en el Valle de Arán, a seis kilómetros de la frontera con Francia. Ana, su esposa, había prendido la televisión. Se estaba dando la noticia de que ETA, “Euskadi Ta Askatasuna, la organización socialista revolucionaria vasca de liberación nacional”, había comunicado el cese definitivo de su actividad armada y hacía un llamado a los gobiernos de España y Francia para abrir un proceso de diálogo.
Hacia el mediodía, como todos los días, Antonio Muñiz Parra entró a la taberna de Martín. Bebía su cerveza cuando volvió a escuchar la noticia. “—¡ Me cago en Dios! No han sido los políticos los que han acabado con ETA sino nosotros, cojones, la policía y la Guardia Civil que hemos puesto los muertos encima de la mesa”, gritó el teniente de la Guardia Civil española.
El pueblo de Eth Hiru es pequeño, no más de quinientos habitantes. A veces llegan algunos turistas cazadores o esquiadores, sobre todo franceses. El centro social es la taberna vasca Hiru de Martín y Silvia. A lo largo del día aparecen los pocos habitantes del pueblo que hablan aranés, catalán o español; y algunos franceses. Lis es una paraguaya, a cargo de la librería del pueblo. Eric es el agente rural encargado de reprimir el furtivismo, aunque él no se reprime de cazar jabalíes que luego prepara ante el horror de su esposa francesa Tiphaine. Para Isis, la panadera del pueblo y madre de Ramón, policía nacional, “el valle debe de ser uno de los lugares con más policía por habitante del mundo: Mossos, guardiaciviles y policías nacionales”. Xabi Azpeitia, es el dueño del “pub” “La puerta del cielo” y de una borda en la que encontraron huesos humanos que luego sabrían eran de Meritxell, la hija desaparecida de Sarita la carnicera. Lorenzo es el cura colombiano y en las afueras, viven los dominicanos.
En esos días de octubre de 2011 llegó al pueblo un forastero, se hacía llamar Marcos y se instaló en un piso alquilado junto al de la paraguaya y su esposo. Marcos va a la taberna de Martín, platica de Thomas Mann y de la Montaña mágica.
El forastero Marcos y el teniente Muñiz cruzaron miradas ¿se conocían? Tal vez eran los dos lados de la misma moneda de la crueldad.
José Luis Muñoz (España, 1951)
José Luis Muñoz. Cazadores en la nieve. Barcelona: Ediciones Versátil. 2016. 169 págs. Kindle Edition.
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