Yo soy el otoño (2025)

Hacia la mitad del libro Jorge Alberto Gudiño Hernández (CDMX 1974) escribió que “La incapacidad de verbalizar algo no anula el peso que significa llevarlo a cuestas durante toda una vida”.

Se requiere tener el don de la palabra, y el coraje, para ambientar una novela en las ciudades perdidas, en este caso en la ciudad de México. Las “barrancas” en el libro, sin servicios, sin calles, zonas marginadas, prohibidas, casi inaccesibles para los demás. Y con “las clases pudientes convocadas al borde de la cañada”.

Para que tus protagonistas sean jóvenes narcomenudistas. Jóvenes para quienes su mundo ha sido la barranca. Sin familias ni compañeros de escuela, su instinto gregario es formar parte de “la banda”.

Y para que la trama sea el enfrentamiento entre dos bandas. Sus muertos. Las consecuencias.

Los protagonistas son Juriel, Santos, el “hijo de la cárcel” y Macarena, “la Maca”.

Los adultos son Doña Bertha “inmensa”, “me mataron a Tito”, su hijo. Y el “Señor”, Héctor que tal vez sea un hombre respetable, pero “acá controla buena parte del tráfico”. Quien quiera acercarse a él se enfrenta con la imponente masa de Kosaya, “La cabeza rapada. Una calavera con colgajos de piel y músculos tatuada cubre la superficie donde debería estar el cabello. Cuando mueve el cuello, se hacen pliegues de piel sobre su cráneo. Es como si la calavera se burlara de uno”.

Los mataron a todos”. Juriel le gritó a Santos. “nunca es bueno encontrarse con los otros si uno va en desventaja”. El jefe de la banda, “Tito. La cabeza reventada como una sandía. Tito. El hermano de Santos”. El amante de Maca.

“¿Quién va a levantar esos cuerpos. Hasta acá no llega la policía, menos los forenses.” Santos jugó a deshacerse de los cuerpos. “Arde, la barranca”.

Tan bien que la habían pasado siendo la banda más poderosa de la barranca, pensaba Juriel, consciente de su vulnerabilidad. Su padre le había vendido su vida a “el Señor” a cambio de que protegiera a su hijo. Juriel quiere huir de la barranca. ¿Podrá huir de la Maca? No quiere ser víctima ni victimario.

En la barranca “No hay forma de saber quién tendrá suerte: el cazador, la presa o si la presa fue cazador o será una cámara de vigilancia o si cualquier posibilidad. Alguien terminará muerto y los poderes se reacomodarán por completo”.

¿Se requiere sadismo verbal para describir la realidad del otro lado de la cañada? Aunque no la verbalicemos, es un peso que todos llevamos a cuesta.

ETIQUETAS: LATINOAMÉRICA. BANDAS.

Tus dos muertos (2016)

Cipriano Zuzunaga

Tus dos muertos (2016) de Jorge Alberto Gudiño Hernández (México, 1974) introduce al oficial de policía Cipriano Zuzunaga, policía apestado, caído en desgracia, que al ser rescatado por un comandante de la policía de la ciudad de México, se le ordena investigar el secuestro del hijo de un diputado.

Con oraciones cortas y utilizando la segunda persona, el narrador establece un diálogo directo y dinámico con Zuzunaga, que le dice que Dos muertos resultan demasiado, pero ¿cuáles son esos dos muertos?

El oficial de policía Cipriano Zuzunaga es un policía apestado, caído en desgracia, que patrullaba una zona, y que extorsionaba para cumplir con la “cuota semana” que le exigía su superior.  Hasta que un comandante de la policía de la ciudad de México lo rescata para investigar el secuestro del hijo de un diputado.

Juan Perea y su novia Cherry, habían sido secuestrados cuando salían, de madrugada, de la tienda “El Estío 24 horas” ubicada en la colonia El Fresno, una pequeña colonia, en medio de la ciudad de México. Como muchas otras colonias “eran una promesa ahora incumplida”, de casas amontonadas, con remodelaciones a medio terminar, terrenos baldíos, tienditas, el mercado, los paraderos de microbuses, el taller mecánico de “Matape”, el videoclub del Arcángel, la casa de Cherry donde viven su hermano Guido y sus papás, tan contentos de que su hija estuviera de novia con el hijo del diputado. Tan tristes después.

Zuzunaga recorre la colonia, se entera que el Carmelo no ha pagado su cuota por lo que fue golpeado y dejado con los pantalones arrancados en el retrete de una construcción. Que al joven Juan Perea le habían mutilados los dedos. Que la pordiosera Nat de quince años tiene una hija recién nacida. Que el Matape se masturbaba en público…

La tienda “El Estío 24 horas”  tiene un funcionamiento peculiar. Para ahorrar problemas laborales al poderoso conglomerado de empresas del que forman parte, ofrecen las tiendas a equipos de familiares y/o de amigos en algo que no es ni concesión, ni arrendamiento ni franquicia. Y los empleados portan la misma placa, …“¿quién es Íngrimo Estévez? Nadie. Responde de inmediato. El dueño inventó el nombre cuando registró la tienda. Todos los que la atendemos por la noche hemos usado esta placa”.

  Jorge Alberto Gudiño Hernández (Ciudad de México, México. 1974)

Jorge Alberto Gudiño Hernández. Tus dos muertos. México: Penguin Random House Grupo Editorial México. 2016. 104 págs. Edición de Kindle.

Jorge Alberto Gudiño Hernández. Yo soy el otoño. México:Alfaguara. 2025. 190p. Kindle.