«El crimen no está regulado, es libre, dirigido por la oferta y la demanda. Sin participación del Estado. Sin planificación, decisiones comunistas o supervisión estatal».
El autor sueco Jens Lapidus. Suecia (1974) publicó en 2006 Snabba cash, traducida al inglés como «Easy Money» y al español “Dinero fácil”. Es la primera de la trilogía “The Stockholm Noir trilogy”. La segunda y la tercera son: Aldrig fucka upp, en inglés «Never Fuck Up» y en español “Nunca la jodas” (2008) y Livet deluxe, en inglés «Life Deluxe» y en español “Una vida de lujo” (2011).
Dinero fácil es un libro fascinante. A diferencia de otras novelas sobre el tráfico de droga, en este caso en Suecia, la trama no se enfoca en la violencia. La presencia de la policía se reduce a unas actas judiciales que se reproducen, el informe del “Proyecto Nova” y un par de artículos en los periódicos.
El thriller se enfoca en todos los “cómos” del narcotráfico. Esto es, cómo se clasifican las actividades criminales, se organizan los grupos y se distribuyen los territorios que controlan. Las muy imaginativas formas de introducir la droga y su muy fácil venta. Y qué hacer con tanto dinero en efectivo. Para ello se recrean las historias, pensamientos y aspiraciones de tres personajes paradigmáticos en cada uno de los eslabones de la cadena: un sueco de clase media, un hijo de migrantes chilenos y un migrante yugoslavo. JW, Johan Westlund, Jorge Salinas Barrio, Mrado Slovovic.
Sobresale, además, en la traducción del sueco al español (de España) el uso de palabras de la jerga criminal, entre ellas: farla, farlopa, monos, patero, pasada, maria, pija, gangsta, cugres, heavis, trullo, ropa guay, copón, los maderos.
Johan Westlund, es un “suequito medio”, había dejado a papá Bent y mamá Margareta y se fue a estudiar a Estocolmo. “Con el pelo engominado hacia atrás” “el pijo más pijo de todos los pijos”, pero era un “pufo”, un engaño que jugaba un doble juego. Por un lado aspiraba a la vida de lujo de sus amigos hijos de ricos, con los que iba “de subidón, acelerado, increíblemente lanzado, lo sentía en todo el cuerpo: iba a tope, mareado , excitado, como si funcionara con gasolina de noventa y ocho octanos, quería bailar, magrear, meter mano, restregarse. Sobre todo, quería explotar. Quería tener una erección tan intensa que un gato pudiera afilarse las uñas en ella. Movía las piernas diez veces más lejos de lo que solía. La sensación era clara: era el mejor, el más salido, el más inteligente. El más genial”.
JW no podía ver a sus amigos ricos más que un par de veces a la semana porque trabajaba como taxista ilegal nocturno para el árabe Abdulkarim Haij, quien un día le dijo, “Además de taxi yo tengo otro negocio pequeño. Vendo farla”.
JW calcula, si compra un gramo por quinientos y lo vende a mil. Sus amigos se gastaban fácilmente cuatro gramos por noche, podía colocar veinte gramos, por lo menos, multiplicó: diez mil en una noche. A partir de entonces, JW deja de usar ropa de marca de segunda mano y aprende la jerga, la etiqueta, las reglas, las normas, los nombres de la ropa de marca, de los relojes. Mentalmente hacía listas de los objetivos de su vida: no descubrir su doble vida, comprarse un coche, llegar a ser riquísimo y averiguar qué le había pasado a su hermana Camila que llevaba varios años desaparecida.
JW empezó siguiendo los consejos de Abdulkarim: “Empieza invitando gratis. Haz amigos siendo generoso, amigos a los que les guste la coca. Amigos que tengan dinero o que tengan amigos con dinero. Asegúrate de que la gente se meta lo menos posible en el propio garito; es un sitio poco seguro. Mejor ir a tomar la última a casa. Organiza reuniones en casas para tomar la última. Dásela a medio conocidos en la casa, después de salir. Métete en casa. Al principio no vendas grandes cantidades”. JW se puso a estudiar. “Babeaba” por las marcas que usaban sus amigos, por las fiestas que organizaba Carl Malmer, alias Jet-set Carl.
Pocos meses después JW ya está planificando, organizando la introducción. ¿Cuánta coca creían que iban a necesitar para enero? La venta ¿en qué municipios de los suburbios podían empezar? ¿a qué “camellos” podían contratar?”: Debía traer más coca, estructurar un tráfico más inteligente y aprender sobre el blanqueo de dinero.
Su jefe Abdulkarim Haij lo dejaba poner en práctica sus ideas: Londres, la Isla de Man, las complicadas estructuras del blanqueo, las normativas de los bancos, las directivas de la UE, las comisiones y comités. “La clave para el éxito era el traspaso de un sistema económico a otro. El traspaso desde zonas sucias a zonas limpias. Un ciclo de traspasos. Un traspaso en tres pasos vitales: colocación, ocultación, blanqueo. Sin ellos no se cerraba el círculo”.
Jorge Salinas Barrio era hijo de chilenos. Con cierta fama en el mundo criminal por su fuga de la cárcel Österaker. Se llamaba a sí mismo “Jorge the Man, el rey de los canallas, que se la había pegado a la “pasma”. La “bofia” ya podía buscarle. Pero, olvídate, no van a encontrar a Jorge-boy”. Jorge estaba obsesionado por vengarse de Mrado quien lo había traicionado, lo había dejado tirado. Y por ayudar a su hermana Paola.
Jorge era analítico, meditaba, memorizaba sus acciones. Para él vender no era problema, el cuello de botella estaba en la imaginación para introducirla: con mulas o dentro de coles. Para venderla estaban los “tíos” por zonas: en pubs, pizzerías, discotecas, en los billares, centros comerciales, parques hasta en el exterior de los Servicios Sociales.
Mrado Slovovic pertenecía al grupo de la mafia serbia, cuyos miembros siempre están en competencia. Compulsivo del entrenamiento físico, del “shootfighting”, la lucha tailandesa, el “combat taekwondo”, la lucha como estilo de vida.
Mrado llegó a Suecia con sus padres a los tres años, cuando se necesitaba mano de obra inmigrante y se había eliminado la obligatoriedad de visado para los yugoslavos sin diferenciar entre serbios, croatas y bosnios. La obsesión de Mrado era conseguir la patria potestad de su hija y destronar al capo mayor en Suecia, el yugoslavo Radovan Kranjic, personaje ligado a la masacre de Srebrenica de 1995. Radovan había diversificado la actividad criminal: robos a los guardarropas, la protección/ extorsión, el tráfico de cigarrillos y alcohol, los cobradores, la droga, las copias de Jack Vegas, los burdeles en pisos, las putas a domicilio. “Nada de charla simple de gánsteres” les decía, en serbio, a sus subordinados, Mrado, Stefanovic , Goran y Nenad. Había que analizar como hombres de negocios las cifras, las estadísticas, los antecedentes, las previsiones y buscar soluciones constructivas, medios legales para blanquear dinero como los garitos, los clubs, las casas de videojuegos o las lavanderías.
Un final de sorpresas que reúne entre coles y el proyecto Nova, la ambición del joven arribista, y los deseos de venganza del gánster chileno y del matón yugoslavo.
Ambición y traición y cárcel sólo para algunos. La actividad continúa…
Lapidus, Jens. Dinero fácil (Trilogía Negra de Estocolmo I). España: Santillana Ediciones Generales. 2010. 624 págs. Kindle Edition.
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