La lectura de las novelas policiacas de Fred Vargas (Francia, 1957) nos recuerda tradiciones y leyendas, héroes y enigmas que la autora (literalmente) escarba y ubica en sus contextos históricos para convertirlos, con la magia del lenguaje y la inclusión de muy interesantes datos de zoología, en el fondo de sus tramas criminales, tan fantásticas como imaginativas, pero explicadas a través de las eruditas, divertidas y coloquiales disquisiciones de sus personajes. Porque Fred Vargas, ademas de escribir thrillers, es una muy respetada arqueóloga-zoóloga e historiadora. Pero no hay confusión, en su ficción, lo fantástico se amalgama con hechos y personajes reales y las supersticiones se fusionan con lo racional para acrecentar el suspenso y el enigma. Así, Fred Vargas nos hace recordar con nostalgia a los pregoneros y con horror a la peste; a los vampiros; a espíritus en islotes de hielo en Islandia; y que hubo guillotinas, una Asamblea Nacional Constituyente y un Robespierre. Y que hay arañas reclusas y que hubieron mujeres reclusas.
Jean-Baptiste Adamsberg es su detective, Comisario de la Brigada Criminal de París. Nunca alza el tono, es bajito, rubio y mal vestido, lleva dos relojes con diferentes horas, dibuja y camina cada vez que intuye, presiente o percibe un enigma; enigma que lo va envolviendo en una bruma, que no desaparece hasta que investigando, junto con sus subalternos, se transforma en la idea que lo llevará a su dilucidación. Su equipo de colaboradores está formado por una veintena de personajes peculiares y contrastantes: el erudito y muy neurótico Adrien Danglard que complementa la intuición del comisario con su fenomenal memoria; la contundente Violette Retancourt, tan corpulenta como competente y adorable; Voisenet, el apasionado ictiólogo; el teniente Veyrenc, con sus catorce mechas pelirrojas sobre un cabello muy negro; Mordent, su brillantísimo informático que sufre de narcolepsia, “cada tres horas lo abatía un sueño irreprimible”; la delgada y elegante teniente Héléne Froissy que vivía atemorizada por el pánico a la carencia de alimentos; el casi nefasto teniente Nöel;“El joven cabo Estalère, especialista en el ritual del café, que realizaba sin un solo error —su único ámbito de excelencia, según la mayoría de sus colegas…”– Y la Bola, el gato que duerme sobre la fotocopiadora de la sala de reuniones. Por las noches Adamsberg conversa en la terraza con Lucio, su vecino, un inmigrante español que perdió un brazo que no deja de rascarse. Y está aprendiendo a disfrutar a Zerk, su recién aparecido hijo.
Fred Vargas (seudónimo de Fréderique Audoin-Rouzeau) dice que empezó a escribir una novela policiaca como diversión, una noche después de una excavación. Para ella, la novela policiaca deriva de la literatura épica, sus héroes son los detectives que buscan la verdad. En las novelas policiacas la aniquilación del asesino funciona como una “válvula de escape de la ansiedad”, nos ayuda a manejar “la angustia vital”, esto es, “la célebre catarsis griega” (“El Pais”.“Babelia”.Agosto 27, 2005: https://elpais.com/diario/2005/08/27/babelia/1125100211_850215.html).
Con el seudónimo de Fred Vargas ha publicado dos novelas; tres novelas de la serie de “Los tres evangelistas”; y hasta la fecha 12 de la serie del Comisario Adamsberg. Como la arqueo-zoóloga e historiadora Fréderique Audoin-Rouzeau, ha publicado varias obras científicas y ensayos.
Fred Vargas (Fréderique Audoin-Rouzeau) Francia. 1957
Huye rápido, vete lejos (Pars vite et reviens tard, 2001). Cuarta novela de la serie de Jean-Baptiste Adamsberg
“Si hay un producto que nunca se agota en esta tierra , son las noticias , y si hay una sed que nunca cesa es la curiosidad de los hombres”.
En Huye rápido, vete lejos, el Comisario Jean-Baptiste Adamsberg de la Brigada criminal de la jefatura de policía de París, grupo de homicidios, sucursal del distrito 13, que recién se ha mudado a nuevas instalaciones y que todavía no conocía a todos los adjuntos que habían destinado a su grupo, se enfrenta a los mensajes de un pregonero y a posibles víctimas de la muerte negra, la peste.
Joss Le Guern se ganaba la vida como pregonero en la Place Edgar-Quinet en París. Su vida anterior había sido el mar, por lo que todos sus referentes eran los de un marinero bretón, sus manos eran de estibador, vestía una chaqueta marinera y caminaba a tres nudos y medio. Desde hacía dos años, tres veces al día, leía los mensajes ante las personas que en esa plaza se agrupaban en torno a él, para escuchar su pregón. Leía en voz alta los mensajes que los interesados en promulgarlos, depositaban en una urna que él había colgado en un árbol de la plaza. Le Guern recibía unos setenta mensajes al día, en sobres cerrados y lastrados por una moneda de cinco francos. Cada mañana recogía la urna y en una trastienda que le prestaba Damas, el dueño de una tienda de bicicletas, sacaba sus mensajes y formaba dos montones, los decibles y los no decibles. A partir del 17 de agosto Le Guen empezó a recibir mensajes dentro de sobres lujosos, anchos, gruesos, con veinte francos, escritos en computadora, y muy desagradables. Le Guen se los mostró al dueño de un hotelito que estaba junto a la tienda de Damas, el viejo letrado Hervé Decambrais, también bordador y consejero psicológico. Los mensajes eran copias de textos antiguos sobre catástrofes como la peste.
A partir del 17 de agosto empiezan a llegar denuncias a algunas de las oficinas de la policía en París. En las puertas de los departamentos de algunos edificios de la ciudad estaban apareciendo signos pintados en negro, en forma de un cuatro invertido y con tres letras pequeñas “CLT”
El 18 de agosto se encontró el primer cadáver, tenía la piel y la lengua ennegrecida y su habitación estaba infectada por pulgas de rata.
Adamsberg consulta al medievalista Marc Vandoosler, quien le informa que el cuatro al revés es el signo con el que se marcaban las puertas en tiempos de peste y que
«…“CLT” es la abreviación del famoso electuario de los tres adverbios , simplemente . – ¿ Perdón ? – Prácticamente todos los tratados de peste lo citan como el mejor de los consejos : Cito , longe fugeas et tarde redeas . Es decir : « Huye rápido , largo tiempo y tarda en volver » . En otros términos , lárgate a toda velocidad y por una larga temporada…»
Fred Vargas, Huye rápido, vete lejos. Madrid: Siruela. 2012. 336 páginas. Kindle Edition
Un lugar incierto. (Un lieu incertain, 2008). Octava novela de la serie de Jean-Baptiste Adamsberg
Un lugar incierto es “…ese lugar donde suceden cosas fuera de los común…”. Como cuando el Comisario de la Brigada criminal de París, Jean-Baptiste Adamsberg asistió a un congreso en Londres con su muy erudito colega el comandante Danglard y su anfitrión, el Chief Inspector Radstock de New Scotland Yard, los llevó al Cementerio Highgate de Londres donde habían aparecido 17 zapatos con pies.
O como las macabras imágenes en un chalet en las afueras de París, en donde habían aparecido repartidas con cierto orden, las partes del cuerpo de Pierre Vaudel, un rico periodista especializado en procesos judiciales. Adamsberg sospecha de enemigos inimaginables, sus colaboradores descubren que las investigaciones del periodista asesinado habían incidido en la culpabilidad o inocencia de los procesados y que heredó a su jardinero y a su médico y no a su hijo. Encontraron un asesinato similar sucedido en Viena y siguiendo las pistas Adamsberg llega a otro lugar insólito, el pueblo de Kisilova en Servia, lugar legendario de las historias de vampiros. Se entera de la fuerte rivalidad entre los supuestos descendientes de dos familias de vampiros y casi muere encerrado en la tumba de los vampiros. De regreso en París, Admsberg se enfrenta a situaciones complicadas. Un joven que había confesado el crimen, le revela que es su hijo. Y va identificando una cadena de funcionarios involucrados en perjudicarlo que llega hasta la vicepresidenta del Concejo de Estado.
Fred Vargas, Un lugar incierto. Madrid: Siruela. 2012. 356 páginas. Kindle Edition.
Tiempos de hielo. (Temps glaciaires, 2015). Décima primer novela de la serie de Jean-Baptiste Adamsberg.
En la ciudad de París van apareciendo personas muertas; parecen suicidios; pero en cada caso, alguien dejó la imagen de un signo. Adamsberg y su equipo, sobre todo Vanglard, buscan interpretaciones ¿una guillotina?
“…¿ cómo se presentaba antes la guillotina? — Con una hoja convexa… Hay quien dice que el rey , que era mucho más entendido en mecánica que en política , cogió el croquis , lo examinó, pensó y luego tachó la hoja redonda con un trazo oblicuo , para indicar su modificación …— Una historia , precisamente , y no he dicho que sea cierta . Solo digo que la cuentan . Que Luis XVI habría dibujado él mismo la máquina perfecta que iba a decapitarlo…”
Descubren que pocos días antes de su suicidio Alice Gauthier, una profesora jubilada, había recibido la visita de un joven de nombre Amédée Masfauré. El segundo suicida fue el padre de Amédée, Henri Masfauré. Años atrás Alice Gauthier y Henri Masfauré habían participado en un viaje junto con ocho personas más, a un islote deshabitado de Islandia cerca de la costa de Grímsey, ya en el Polo Norte Ártico. Se decía que había allí una piedra tibia, cubierta de inscripciones antiguas con poderes mágicos y que a quien la tocara le “…penetraban unas ondas procedentes del corazón mismo de la Tierra…”. Los habitantes del pueblo de Grímesey, desde el cual se podía ver el islote, nunca iban ahí, ni llevaban a nadie; decían que estaba habitado por un demonio, “un afturganga, una especie de muerto viviente”. La visita al islote acabó muy mal, el grupo quedó atrapado catorce días debido a una intensa bruma. Dos personas murieron y los que sobrevivieron dijeron haberse alimentado de carne de foca. Henri Masfauré, su esposa y su secretario, habían ido a ese viaje. Amédée Masfauré, que por ser muy joven no había ido al viaje, les contó que su madre no murió de frio, qu ella y el otro muerto, habían sido asesinados, pero nadie había dicho nada, porque el asesino era un tipo peligroso, malvado, despiadado, inmundo.
Henri Masfauré pertenecía a una asociación muy peculiar porque recreaba las sesiones de la Asambleas Nacionales durante el periodo revolucionario. Los varios centenares de integrantes asistían a las sesiones disfrazados con vestidos de la época, y sólo tres personas conocían la identidad de los integrantes; uno de ellos, François Château, el presidente de la Asociación de Estudio de los Escritos de Maximilien Robespierre, era quien representaba al legendario Robespierre en las recreaciones de la Asamblea.
«...nos están mareando desde el principio — dijo — . Nos mandan a Islandia ; al mismo tiempo , nos preparan para la guillotina , con un signo…»
Hay más suicidios, Adamsberg, Veyrenc y Retancourt viajan a la isla de Grímsey, la más septentrional de Islandia para ir al islote de la piedra tibia habitado por el afturganga. Y asisten vestidos con trajes de finales del siglo XVIII a las reconstrucciones de las sesiones de la Asamblea Nacional durante la Revolución.
«— Supongo que los discursos declamados por los oradores y los diputados son fieles a los textos históricos . — Naturalmente . Cada miembro recibe antes de la fecha de la asamblea el texto completo que será desarrollado ese día , incluidas sus propias intervenciones…»
Fred Vargas, Tiempos de hielo. Madrid: Siruela. 2015. 352 páginas. Kindle edition.
Cuando sale la reclusa. (Quand sort la recluse, 2017), Décima segunda novela de la serie de Jean-Baptiste Adamsberg
Un olor apestoso guió al comisario Adamsberg hasta el despacho de Voisenet, policía, muy bueno, pero su vocación frustrada era la de ictiólogo. Había apagado su pantalla antes de salir, el comisario desconfiado la volvió a encender. Las últimas páginas consultadas mostraban imágenes e información sobre arañas. Un artículo de prensa reciente: «¿Vuelve la araña reclusa? Un hombre mordido en Carcasona». «¿Hay que temer a la reclusa parda? Segunda víctima mortal en Orange».
A Jean-Baptiste Adamsberg le había sorprendido lo que su colaborador estaba investigando. ¿Arañas reclusas que asesinan? ¿Qué cantidad de veneno se necesita para poder envenenar con el veneno de la reclusa? Tal vez la muerte de los tres octogenarios a causa del veneno de un tipo específico de arañas, las arañas reclusas, no era un accidente. Su instinto le dice que hay que investigar, pero si no hay denuncias, no hay caso, le dice su segundo el comandante Danglard. Y, con su equipo dividido y casi sin rumbo, las primeras investigaciones arrojan datos sorprendentes. —Se llama «araña reclusa», «araña violinista» —insistió Adamsberg. —Se llama Loxosceles rufescens —precisó Danglard—. Loxosceles reclusa en América, pero rufescens aquí. Existen cientos de especies.
Descubren que los tres octogenarios fallecidos por el veneno de la reclusa, desde niños, sesenta años atrás, habían vivido en el mismo orfanato de La Miséricorde; que habían pertenecido a una pandilla que se hacía llamar “la pandilla de las reclusas” porque además de acosar y agredir a los compañeros, llegaron a introducir arañas reclusas en las ropas de compañeros, provocándoles muy serios y permanentes daños físicos; y que ya de jóvenes, se volvieron violadores de mujeres.
Los agentes de la Brigada Criminal del distrito 13 de París se preocupan viendo caminar a su jefe, de nuevo envuelto en sus brumas; entre ellas recupera una visión que tuvo en su niñez, una “mujer reclusa” y pide a sus colaboradores que investiguen. Los datos sobre las “mujeres reclusas” son tan reales y sorprendentes como las de las “arañas reclusas”. El fenómeno de las “mujeres reclusas” se remontaba a la Edad Media cuando ciertas mujeres se enclaustraban o se emparedaban en sitios pequeños como palomares, afuera de las ciudades, sobreviviendo de lo poco que les arrojaban, hundidas en su propio excremento.
Los pandilleros y las víctimas que sobrevivían eran ya octogenarios. ¿Podrían estar frente a un caso de venganza? Pero ¿después de tantos años se vengaron de sus verdugos con el veneno de reclusas? ¿O era venganza de las mujeres que habían violado? ¿Había relación con el fenómeno de “las reclusas”? «…— Porque solo una reclusa , una auténtica reclusa , puede convertirse en reclusa a su vez y matar con su veneno…»
Fred Vargas. Cuando sale la reclusa. España: Siruela. 2017. 408 páginas. Kindle Edition.
Serie de «Los tres evangelistas». “Les Évangélistes”.
La serie de “Los tres evangelistas” “Les Évangélistes” está compuesta por tres libros: Debout les morts (1995), Que se levanten los muertos. Un peu plus loin sur la droite (1996), Más allá a la derecha. Sans feu ni lieu (1997), Sin hogar ni lugar.
Cuatro personajes muy peculiares conviven en una casa destartalada en París: Marc Vandoosler, apodado «San Marcos»: limpiador de casas en el día y planchador de ropa y medievalista por la noche.
Lucien Devernois, apodado «San Lucas»: historiador, especialista en la primera guerra mundial. Utiliza al hablar muchas expresiones de esa guerra.
Mathias Delamarre, apodado «San Matias»: arqueólogo especialista en la prehistoria. A menudo pasea en sandalias y rara vez va vestido decentemente.
El viejo Armand Vandoosler, ex-policía, tío y padrino de Marc.
Cada uno ocupa un piso entero, determinado en función de la época que estudia. Matías está instalado en el primer piso, Marc en el segundo, Lucien en el tercero y Armand en el cuarto.
En la primera novela de la serie, la vecina Sophia Siméonidis, una cantante griega, retirada, que vive con su esposo, descubre que alguien plantó un árbol en su jardín. Sophia desaparece y aparece su sobrina Alexandra con su pequeño hijo. El tío Vandoosler, bautiza a los amigos “Los tres evangelistas” cuando en un ambiente de camaradería se reúnen, ya sea en la vieja casa o en el restaurante local Le Tonneau de Juliette Gosselin y su hermano, tratando de resolver los sucesos que va desencadenando la desaparición de la cantante.
Fred Vargas. Los tres evangelistas. Que se levanten los muertos. España: Siruela. 2014. 297 págs.
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