Moreira y Zapata. Policías judiciales
“…los «asesinos en masa» matan a cuatro o más personas; por otro lado, están los «asesinos relámpago», que ejecutan a dos o más personas, pero en una sola acción, haz de cuenta en una balacera. Y los «asesinos en serie» matan a más de tres, en espacios de tiempo prolongados y, sobre todo, tienen una firma, algo que los identifica, un sello estético en su forma de matar. —¿Las piernas fracturadas?”
No obstante, lo infame de la trama de La vulnerabilidad del azar (2024), de que Fernando Benavides (CDMX, 1978) advierte que los homicidios en serie que relata están inspirados en hechos reales, y de que su lectura nos provoca sentimientos de dolor, tristeza e impotencia, La vulnerabilidad del azar es un gran thriller.
La trama se desarrolla en una estructura que fortalece lo que el autor narra y describe acuciosamente, para ir desplegando un panorama incluyente de todos los posibles factores que intervienen en los crímenes y en su resolución: las víctimas, el o los criminales, los investigadores, los procesos judiciales, y los ambientes.
“Cinthia fue la primogénita de los muertos”.
No obstante, lo triste y conmovedor que puedan ser, las historias y el perfil sicológico de asesinos, víctimas e investigadores son breves y sustanciales.
“Si ese era el final de la historia de Cynthia, era apenas el inicio para Moreira y Zapata, el caso que cambiaría su vida. Judiciales con años de trayectoria, acostumbrados al frenético ritmo del policía”.
“Un bordo… construcciones obra negra… piernas rotas”. No obstante, la desolación y la tristeza, sorprende la descripción de los ambientes, entre los límites urbanos y las zonas rurales del Estado de México.
“…se leía en la primera plana del semanario El Nuevo Alarma: ¡ASESINO SERIAL EN EL BORDO! Lo llaman el loco de Chimalhuacán. Ha acabado con la vida de cuatro jovencitas a quienes secuestró, violó y fracturó las piernas para evitar su escape. Abandona los cuerpos en terrenos baldíos y casas en construcción”.
“De acuerdo con la policía municipal existe una sustentada hipótesis de que se trata de un asesino serial, el primero en la historia del Estado de México, pues se han registrado cinco crímenes contra féminas con las mismas características: son violadas, acuchilladas y, como firma macabra, les rompe las piernas para evitar la huida de sus víctimas”.
El ambiente de las delegaciones que “por naturaleza es cruel”, donde “El olor a papel, tinta y orines de la delegación contrastaba con el de la lejía proveniente del consultorio médico y la morgue” reproduce el trabajo de los equipos judiciales, con transcripciones de declaraciones y actas del Ministerio Público y de los médicos legistas.
Y sobre todo lo anterior, el autor imagina los pensamientos de los asesinos.
“La entrañable belleza del descanso en el horror del asesinato”.
“Son mías las mujeres que se hincan; son mías las mujeres que se entregan sin voluntad. Yo soy el gran dueño de la vida, el amo de la misericordia. Yo ordeno cuando sigan y cuando terminan”.
Para el policía judicial Moreira “Trabajar en la Procuraduría siempre les ofrecía imágenes, historias y delitos que superaban cualquier experiencia previa”.
“—Moreira —dijo Zapata—, ¿recuerdas que la otra vez me decías que uno de tus temores era tener un asesino de esos seriales en tus casos? Al otro lado del auricular Moreira guardó silencio. Entonces Zapata continuó. —Pues ya lo tienes”.
[…]
“—Ya deja de andar pendejeando, Zapata —los interrumpió Moreira—, y dime las razones por las que crees que tenemos a un asesino serial. Quiero saber todos los detalles”.
[…]
“—¿Cómo que ya van varias, doctor?
—Otras chavas. Moreira cree que es un asesino serial.
—¿El caso lo trae Moreira?
—Y Zapata, de hecho Zapata fue el que unió el caso con otros similares. Creen que las piernas es el elemento común de todos. —¿A todas les rompieron las piernas?”
El policía judicial Zapata había sido militar, “obedeciendo órdenes, con la cabeza agachada” y “el pecho lleno de estiércol”. “Después de obedecer tantas órdenes y matar a tanta gente en nombre del Estado y en honor del ejército, ahora disfrutaba vivir en la estabilidad que le daba ser policía judicial”.
Hay otro asesino de niñas-joven en los linderos del Estado de México cuando Patricio, en su Camargo negro, se inaugura como homicida.
“Patricio se interesó inmediatamente por el reportaje y leyó con atención cada detalle. El perfil de las víctimas ya filtrado a la prensa era completo; también leyó las teorías de los periódicos sobre el asesino, y un interés morboso se apoderó de él”.
El comandante Barbosa reestructuró su grupo con tres parejas de judiciales: Chacho González y Padilla, Martínez y Peralta y, por supuesto, Moreira con Zapata. ¿Cuál era el lugar propicio para que el asesino en serie escogiera a sus víctimas? Las secundarias de la zona donde actuaba el asesino. Habría que vigilar. Y con la dignidad del “surrealismo mexicano”, los judiciales son entrenados como “tamaleros”.
“El siguiente lunes en la mañana, con la pistola escondida en una hoja de tamal y un radio de comunicación bajo el papel estraza, los judiciales, cada uno en diferentes calles, llegaron a las cinco y media de la mañana, antes de que la luz asomara y con el frío colándose bajo las ropas, por demás humildes, que todos vestían».
El siempre vulnerable azar hizo que Moreira se acercara a la camioneta tipo Van. No pudo ver nada en el interior. Pero
“Adentro de la Van, en la parte de atrás, un hombre se encontraba escondido bajo una cobija. Tenía casi dos días sin comer, se retorcía del hambre y durante ese tiempo defecó y orinó en el interior para no ser descubierto. Por primera vez el Loco sintió miedo, humillación e impotencia”.
El final un tanto surrealista y delirante, no lo voy a contar.
ETIQUETAS: ASESINO EN SERIE. POLICÍA JUDICIAL. LATINOAMÉRICA.
Fernando Benavides (Ciudad de México, México, 1978)
Fernando Benavides. La vulnerabilidad del azar. México. Editorial Planeta. 2024. 373 págs. Kindle Ed.
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