Daniel Pennac (Marruecos,1944) escribió la saga “Malaussène” entre los años 1985-1999 (La felicidad de los ogros, El hada carabina, La pequeña vendedora de prosa, El señor Malaussène, Entre moros y cristianos y Los frutos de la pasión). En 2018 retoma esta saga con la novela El caso Malaussène, 1 Me mintieron.
Daniel Pennac es un escritor singular que transgrede cualquier otra categorización que no sea el humor y la ironía. Para contar sus historias crea ambientes, historias de familia, y personajes deliciosamente peculiares y extravagantes. En El caso Malaussène, 1 Me mintieron cuenta la historia del secuestro de un empresario, y la de un escritor amenazado por su familia.
Si no han leído los libros anteriores es recomendable empezar por el directorio que el autor incluye al final de esta novela. No hay un ambiente sino varios, no hay una sola historia de familia, sino muchas, podría decirse que hay un exceso de personajes, a los que a veces llama por su nombre y a veces por sus apodos. Pero no importa, porque Daniel Pennac es muy divertido.
La tribu Malaussène y la familia Fontana son numerosas, padres, hijos y nietos ya jóvenes.
El ambiente es la ciudad de París. La tribu Malaussène siempre ha vivido en una vieja quincallería (comercio que vende objetos de metal como tijeras, dedales o imitaciones de joyas), en la calle Folie-Regnault, en el distrito XI del barrio de Belleville.
Podría decirse que el protagonista es Benjamin, “Hijo de su madre y de padre desconocido. Hijo mayor de la tribu Malaussène. Se autodenomina «hermano de familia». Primero, inspector técnico en la Tienda (La felicidad de los ogros); luego, director literario en Ediciones del Talión. En realidad, chivo expiatorio profesional”. Se dice enamorado de su barrio, dedicado «a no aprender bricolaje». Protector de su tribu, siempre dando la cara por otros, es un «chivo expiatorio profesional». Su pareja es Julie y su perro siempre se llama Julius
“En realidad, Benjamin atrae los problemas como un imán y se pasa la vida intentando disculparse por cosas que no ha hecho. …La función de chivo expiatorio llega a nosotros desde la noche de los tiempos y parece tener un largo futuro. En su juventud, Benjamin Malaussène fue chivo expiatorio profesional: asalariado para cargar con la culpa de otros. Llegado el caso, todavía ejerce…” porque “todos necesitamos a un culpable para sentirnos inocentes”.
Hay una “madre” Malaussène (nadie sabe su nombre) “Siete hijos, todos ellos de padres desconocidos: Benjamin, Louna, Thérèse, Clara, Jérémy, El Pequeño y Verdún. Nunca se les ha escuchado llamarla de ningún otro modo que mamá. El autor ignora pues su nombre”.
“Jérémy: Hermano de Benjamin e hijo de su madre. Padre desconocido. Bautiza a todos los recién nacidos de la tribu y apoda a otros personajes. Le debemos los nombres y los diminutivos de Verdún, Es Un Ángel (Sept), Señor Malaussène (Mosma), Maracuyá (Mara) y Julius el Perro”.
La jueza Verdún Talvern, es un personaje extraordinario. Es esposa de Ludovic Talvern, panadero. Nació aullando, razón por la cual Jeremy le puso el apodo de Verdún, como la batalla del mismo nombre. Desde recién nacida acompañaba en todas sus pesquisas al inspector de policía franco-vietnamita Van Thian, quien la llevaba metida en su pecho. Es jueza de instrucción en el caso Lapietà.
George Lapietà era un hombre de negocios, exministro y que como consultor del Grupo Lab, había echado a la calle a 8302 asalariados. La mañana de su secuestro vestía bermudas y un “after-shave ridículo”, llevaba su vieja caña de pescar y tomó el destartalado cochecito Clio de su hijo Tuc. Iba a recoger el cheque de su propia liquidación por 22.807.204 euros. El rescate que pidieron los secuestradores fue de 22.807.204 euros.
Cuando Georges Lapietà conoció a su esposa Ariana Lapietà, se enamoró de su parecido con la actriz la Claudia Cardinale en el filme de Sergio Leone. Desde su matrimonio, Ariana se sometía, todas las mañanas, a un equipo de maquilladoras, peluqueras, manicuras y masajistas “para restituirle a Georges Lapietà la imagen definitiva que él se había hecho de ella a los diecisiete años”.
El hijo de ambos era Tuc. Georges Lapietà le había puesto ese apodo, “Tuc”, “trabajos de utilidad colectiva”. Desde pequeño ayudaba al servicio, hacía su cama, recogía la mesa, se encargaba de todos los arreglos de la casa, y además preparaba comidas a domicilio.
Isabelle Zabo (llamada la Reina Zabo) era la directora de Ediciones del Talión (editorial fundada por Talleyrand). Le encomendó a Benjamin Malaussène que escondiera y protegiera a uno de sus autores “—Esconda a Alceste, Benjamin, hágale pasar el verano en el bosque del Vercors, aliméntelo, vele por su seguridad sin meterse en su trabajo y todo nos irá de maravilla”.
Me mintieron era el título del libro que Alceste estaba escribiendo, una historia sobre su familia, los Fontana.
Alceste cuenta que el gran pecado de sus padres era que habían sido unos pésimos narradores. Tobias y Mélíme Fontana habían adoptado a ocho niños “Los chicos: Mathieu, Pascal, Adrien y Baptiste. Las chicas: Marguerite, Geneviève y Faustine. Y el décimo, Alceste, de quien, según parece, el autor no conoce el nombre”. Todas las noches, al irse a dormir, los padres les contaban historias de sus padres biológicos, padres fantásticos y maravillosos, “cada noche, los ocho huérfanos se dormían entre los efluvios de la evocación de sus verdaderos padres, todos magníficos, todos heroicos.” La novela de Alceste devela la historia familiar y en el entierro de Tobías los hermanos conspiran.
“—Digo que la nueva generación Malaussène ha secuestrado a Georges Lapietà, y añado que lo hicieron bajo la dirección de su hijo, apodado Tuc, que es el jefe de la banda”.
“La mentira como el cemento de la cohesión familiar. En familia, no hay nada más sagrado que la mentira, esa muralla contra la vergüenza”.
¿A quién le mintieron?
ETIQUETAS. HUMOR. IRONIA. FAMILIAS.
Daniel Pennac (Pennacchioni). Casablanca, Marruecos,1944.
Daniel. Pennac. El caso Malaussène (Vol. 1: Me mintieron). España: Penguin Random House Grupo Editorial E. 2019. 272 págs. Edición de Kindle.
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