Giovanna, Vanina, Garrasi

 

Sabbia nera, Arena negra (2018) de la escritora italiana Cristina Cassar Scalia (1977), es la primera de la serie de ocho, con la subcomisaria Giovanna, Vanina, Garrasi.

“La Muntagna se había despertado aquella mañana. Una densa nube negra de cenizas se cernía sobre la ciudad y la envolvía”. Se veían a lo lejos las fumarolas del volcán Etna, se escuchaban sus estallidos y su arena caía sin descanso sobre Catania. Catania se ubica en la parte oriental de Sicilia, a los pies del volcán Etna y frente al mar Jónico, es la segunda ciudad más poblada de la isla (después de Palermo a orillas del mar Tirreno).

La cocina de Catania, la ciudad y el mar, el Etna y su arena negra, sus peculiares habitantes y su habla, en este orden, más que ambiente casi se vuelven personajes en esta novela.

¿No estabas trabajando en aquel caso un poco rocambolesco? –[le] preguntó Paolo”.

La subcomisaria Giovanna Garrasi, Vanina para los amigos, tiene treinta y nueve años, es palermitana. En sus doce años como policía había resuelto brillantemente una serie de casos primero en la división de Crimen Organizado de Palermo y luego en la Policía Judicial de Milán. Llevaba once meses al mando de la sección de Delitos Contra las Personas de la Policía Judicial de Catania. Vivía en una casita en el pueblo de Santo Stefano. Su pasión eran las películas italianas antiguas, principalmente las ambientadas en Sicilia, su colección tenía ciento veintisiete películas en formatos VHS y DVD.

La subcomisaria Giovanna Garrasi y su equipo, ciertamente, se enfrentan a un caso rocambolesco, un tanto inverosímil y extraordinario, porque el crimen se cometió hacía más de cincuenta años, porque tiene que investigar con testimonios orales, y tiene que buscar los indicios en las vetustas evidencias materiales.

En la Villa Burrano, Alfio Burrano había encontrado un cadáver. Era un caserón abandonado, repleto de estatuas, muebles extravagantes llenos de polvo, lámparas cubiertas de telarañas. En la cocina, detrás de una puertecita escondida tras un aparador, se veía un hueco oscuro, había sido un montaplatos. En él yacía el cuerpo momificado de una mujer. Una escena como “de novela gótica” pensó la subcomisaria.

“Alrededor del cadáver había varios objetos esparcidos: un bolso, un neceser rígido de los que se usaban en otra época, un frasco de colonia sin tapón y un recipiente metálico que, por su aspecto, parecía una caja de caudales”.

Alfio Burrano estaba en sus cincuenta, era soltero y esperaba que muriera su tía para cobrar la herencia. Había reformado unas habitaciones en una parte alejada de la casa principal para pasar algunos fines de semana. Dijo que él nunca iba a la casa principal pero que en esa ocasión el cuidador le informó que se había caído una pared y que dentro había agua. Que la villa era de su tía Teresa Burrano, quien nunca había vivido ahí. Que la villa la había construido su abuelo, que la última persona que vivió ahí fue su tío Gaetano, que lo habían asesinado en esa casa hacía cincuenta y siete años, que él no lo conoció. Que habían encontrado culpable del asesinato a su administrador Masino Di Stefano quien había pasado treinta y seis años en la cárcel.

El comisario jubilado Biagio Patanè, ya octagenario, había sido el investigador del asesinato de Burrano ocurrido en el año de 1959. Se presentó en la comisaría. Informó que por los días del crimen una exprostituta había denunciado la desaparición de otra prostituta, que ésta se hacía llamar Madame Luna, y que su verdadero nombre era Maria Cutó. Que trabajaba en Casa Valentino, el burdel más caro de Catania hasta que el gobierno había cerrado esas casas.

Vanina y su equipo se preguntan cómo investigar un crimen que tenía más de cincuenta años. Los expedientes policiacos tenían muchas lagunas. Pero la memoria en una ciudad chica es grande y ante falta de pistas y pruebas recurren a la historia oral, a los chismes, los rumores, los recuerdos, estrategia que acrecienta el deleite de nosotros los lectores porque hay de todo.

Pero cuando encuentran a la octagenaria viuda Teresa Burrano con un balazo en la sien derecha, Vanina ya puede buscar indicios y pruebas actuales, reabrir el caso de Gaetano Burrano, y llegar a el o los asesinos…

“–Comisario, ¿cómo es que usted siempre me deja en evidencia? Patanè se echó a reír, complacido. –Pero ¡qué dice! Es solo que estoy acostumbrado a razonar sobre todo. Es lo más importante, razonar. Uno puede aprenderse de memoria todos los códigos penales del mundo, pero si no sabe razonar, no le van a servir de nada”.

 

ETIQUETAS. POLICIACO.

Cristina Cassar Scalia (Noto, Italia, 1977)

Cristina Cassar Scalia. Arena Negra. Un caso de Vanina Garrasi. Italia: Duomo ediciones. 2022. 400 p. Edición de Kindle.