Sostiene Pereira (1994), del escritor italiano Antonio Tabucchi (1943-2012), es un bellísimo texto sobre la libertad de expresión.
“Sostiene Pereira que le conoció un día de verano. Una magnífica jornada veraniega, soleada y aireada, y Lisboa resplandecía”. “Y por casualidad, por pura casualidad, se puso a hojear una revista”. Pereira sostiene que leyó la nota de una tesina que reflexionaba sobre la muerte. Buscó al autor, Francesco Monteiro Rossi. Le propuso escribir efemérides para la página cultural del diario Lisboa, de la cual él era el director. “Era el veinticinco de julio de mil novecientos treinta y ocho y Lisboa refulgía en el azul de la brisa atlántica, sostiene Pereira”.
Monteiro Rossi le presentó a Marta. Le hablaron de la guerra de España y de que estaban reclutando voluntarios para luchar contra el franquismo.
Pereira era un hombre maduro, viudo, que en la soledad de su departamento platicaba con el retrato de su esposa, estaba obeso y tenía problemas cardiacos. Había sido cronista de un gran periódico y recién era el director (y único escritor) de la página cultural de un modesto diario vespertino, Lisboa, que Pereira llenaba con sus traducciones de autores franceses del siglo diecinueve.
Hasta que conoció a Monteiro Rossi y a Marta, sus únicas relaciones habían sido con el sacerdote Antonio, aunque se dice no ser muy religioso. Con el profesor Silva, de sus tiempos de estudiante de Letras en la universidad de Coimbra. Con Manolo que era el mesero del Café la Orquídea donde solía comer su omelettes a las finas hierbas y sus limonadas, unas diez al día con muchísima azúcar. Manolo le platicaba las noticias y lo que un amigo escuchaba en una radiodifusora de Londres. Con el doctor Costa, su joven médico quien le platicó de las nuevas teorías francesas de médicos-psicólogos-filósofos y lo animó a buscar su “yo hegemónico”.
Con la portera Celeste del edificio donde estaba su oficina no hablaba, era una “confidente del régimen”.
Su jefe, el doctor Cardoso, el director del Lisboa, también era un hombre del “régimen”. Cuando le propuso la publicación de un autor francés, el jefe le espetó que ese era “un cuento contra Alemania, y Alemania es intocable en un país como el nuestro, ¿ha visto cómo nos han impuesto el saludo en las celebraciones oficiales?, saludan todos con el brazo en alto, como los nazis. …nosotros pensamos como Alemania en política interna y en política externa, y estamos ayudando a los nacionalistas españoles como están haciendo los alemanes”.
Pereira pensó, “Esta ciudad apesta a muerte, toda Europa apesta a muerte”.
El joven activista político Monteiro Rossi fue asesinado en el departamento de Pereira por la policía política secreta del Estado Novo, que se conocería como PIDE (Policía internacional y de defensa del Estado) de la larguísima dictadura de Antonio Oliveira Salazar.
Pero Pereira ideó la forma de insertar un párrafo de crítica a la dictadura salazarista en el último número que él dirigió, sabiendo a lo que se enfrentaba porque la dictadura ya había imaginado todas las formas de represión y censura.
Sostiene Pereira está escrita en tercera persona. La palabra “sostiene” aparece 180 veces. No es un nombre, indica lo que Pereira dice y sostiene y que leemos como si fuera la transcripción de una declaración ante un tribunal, acaso el tribunal de la literatura. Suele decir que hay cosas de las que no quiere hablar, “porque no tienen que ver con esta historia”.
Sostiene Pereira es una de las grandes novelas de la literatura. La búsqueda de la identidad, de la memoria y de la muerte subyacen en la historia de Pereira. La novela también presenta un retrato del totalitarismo portugués que junto con el español, el alemán y el italiano, dominaban en Europa.
Antonio Tabucchi. Pisa, Italia, 1943-2012.
Antonio Tabucchi. Sostiene Pereira. Una declaración. Barcelona: Anagrama. 2006. 107 págs. Edición de Kindle.
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