La cabeza de mi padre (2022) de Alma Delia Murillo (Ciudad Nezahualcóyotl, México, 1979) es una autobiografía novelada.

Podría ser una “autobiografía novelada muy negra”, que no sólo no es ficción, sino que presenta una cara de la realidad que nos tocó vivir , y aunque (perdón por el cliché) “la realidad sea peor que la ficción”, debemos conocer.  Y como en las buenas novelas negras, en esta autobiografía novelada hay transgresión, hay enigmas y hay suspenso.

La cabeza de mi padre habla de las transgresiones que son consecuencia de la pobreza, por “la sensación de peligro constante cuando vivíamos con mi madre en cuartos de azotea sin puerta, en vecindades donde compartíamos pared con criminales armados, en terrores atávicos que podían terminar en la muerte de mi hermano Martín o el fuego que incendiaba a mi hermana mayor, para rematar con la ausencia de mi padre”.

Pero no sólo del abandono y de la pobreza, también habla de la transgresión que significan las conductas misóginas. “Ser mujer y crecer en un país donde asesinan a once mujeres cada día es sobrevivir. Mayormente si naciste y creciste en el Estado de México, que hoy es el municipio con la tasa más alta de feminicidios”.  Contar historias de feminicidios, de acoso y de violación es tener el valor de denunciar.  Hablar de la pérdida de dientes y de la ansiedad, “la ansiedad es un monstruo que tiene la espeluznante cualidad de hacerse más grande que quien lo aloja,” es desnudar el alma.

El enigma es el viaje, el “road trip” a Michoacán, de la protagonista, con tres de sus hermanos y con su madre, en búsqueda de un padre que no conoció y que quiere conocer.

Alma Delia Murillo es una espléndida narradora que va desvelando su vida y su alma en un “road trip” que implica suspenso, ese elemento que hace que uno no pueda dejar de preguntarse a dónde la llevará (a ella y a nosotros) ese viaje. Acaso el suspenso que manejan los grandes escritores fue lo que hizo a Alma Delia gran lectora y escritora, “Una palabra detrás de la otra me llevaban de asombro en asombro”.  Así, nosotros los lectores, de asombro en asombro, queremos saber que sucede después de cada párrafo, de cada diálogo, de cada página.

Y sucede mucho.  Alma Delia nos cuenta muchas historias que suceden entre su nacimiento el 5 de noviembre de 1977 y el 19 de diciembre de 2016 cuando se inicia el viaje.  La autora es su protagonista, la más pequeña de ocho hermanos en una familia originaria de Michoacán.  Con un padre ausente y una de esas maravillosas y heroicas madres. “Mi madre me daba el mar y me daba las herramientas para navegarlo. Mar y ballena. Ballena y barco ballenero. Mar y capitán Ahab. Madre y padre. Cómo no amarla”.  Alma Delia cuenta historias terribles matizadas con escenas conmovedoras, como cuando escribe sobre sus hermanos, “el mejor refugio del mundo, de mi mundo, al menos”, y con la hermana que le dio la mano en la ambulancia cuando tuvo el accidente, porque “esa mano contenía la mano de mi madre, la de mi abuela, la de mis hermanas y hermanos, incluso la de mi padre, la de toda mi familia. El amor de sangre, y el dolor que conlleva, rebasa todos los adjetivos de toda la historia de la literatura. Salvo Shakespeare, obvio”.

“…eran los años noventa. O sea que algo iba muy mal no sólo con la economía de mi madre sino con la de millones de madres mexicanas. Algo iba mal para millones de familias”.  Los contextos son los barrios pobrísimos, pobres y “venidos a menos” de la ciudad de México y al final, los caminos de Michoacán. También su música y su comida “En la mesa de mi casa se repartía entre muchos una naranja o un pan, una barra de chocolate”.  La Sonora Santanera y Leonard Cohen. Y el “código Juan Gabriel” con el que se comunicaban los hermanos.

Alma Delia dice que lleva dentro a todas las mujeres.  Que su vida cambió el día que comprendió que todo lo que ocurre, ocurre para ser contado. Y ella lo cuenta muy bien y por eso, tal vez, nos queda debiendo la historia de Eliud. “¿Y no vino Eliud? No, ella no vino. Mi padre y mi hermana tienen una historia especial. Una que fue sólo de ellos, es de cuando a mi hermana le explotó en la cara una estufa de petróleo provocándole quemaduras feroces, casi mortales”.

Y como en las mejores novelas de cualquier subgénero literario, la narración de lo negro de esta portentosa autobiografía novelada se alumbra con las citas de poetas y escritores que ella ha atesorado.

Alma Delia Murillo (Ciudad Nezahualcóyotl, México, 1979)

Alma Delia Murillo. La cabeza de mi padre. México: Penguin Random House Grupo Editorial. 2022. 212 págs.