El acoso (1955) de Alejo Carpentier (Lausana, Suiza, 1904- Cuba, 1980) no es una novela policiaca (tampoco pertenece al realismo mágico).

 Ante todo, su inclusión aquí es un homenaje personal al autor. Su relectura vuelve a sorprender por el elemento suspenso y por la angustia que provocan en el lector.

Julio Travieso Serrano, en el prólogo de la edición que se cita, dice que lo más sorprendente de El Acoso es la complejidad con que Carpentier trata la historia narrada en primera persona que

“…nos obligará, una y otra vez, a releer lo leído, para no perder las pistas de la narración, como sucede en las buenas novelas policiacas. Y es que El acoso nos pudiera recordar, a veces, por el tema, una novela policiaca, con esa caza de un hombre, del cual no sabemos mucho, sentenciado a muerte. Esa muerte tan cara para algunos autores de lo policiaco”.

El monólogo del joven estudiante de provincia que llega a La Habana a estudiar arquitectura es tan intensamente doloroso que a veces tenemos que descansar de su lectura. Son los años treinta del siglo veinte y el estudiante es ingenuo y provinciano. La ciudad que lo deslumbra está viviendo tiempos políticos difíciles por las acciones revolucionarias para derrocar al dictador, el general Gerardo Machado, por quien luego se convertiría en otro dictador, Fulgencio Batista.

Es la misma historia de otros jóvenes revolucionarios perdidos y olvidados, que pasan de las discusiones en el aula, a la acción y pronto se involucran en los movimientos revolucionarios, conspiran, combaten. Cuando nuestro estudiante coloca una carta bomba que explota, ya es un terrorista, ha matado y ya no sólo no hay vuelta atrás, sino que traiciona al “cantar” o delatar a sus correligionarios que se convierten en sus perseguidores y de quienes se tiene que esconder.

Un monólogo extraordinario que captura y transmite con la misma sordidez de un espíritu perseguido y acosado más por sí mismo que por sus perseguidores, la ciudad y el ambiente; más que narrar, grita de hambre, de dolor, de soledad, de desolación.

En una maravilla de estructura de apenas 120 páginas, la narración empieza y termina en el mismo lugar, una sala de conciertos, frente a una vieja casona del Mirador donde en ese momento están velando a la vieja a la que robó su comida. Y dura lo mismo que se tarda la orquesta en ejecutar la sinfonía Eroica de Beethoven.

AutorAlejo Carpentier. Lausana, Suiza, 1904- Cuba, 1980.

FichaAlejo Carpentier. El acoso. México: Editorial Lectorum. 2005. 120 págs.

 

[i] Prólogo de Julio Travieso Serrano en la edición que se cita (2005, pág 10)