En la espléndida novela Patria (2016), de Fernando Aramburu (San Sebastián, 1953), la realidad supera la ficción. El proselitismo etarra es el tema de esta novela negra, y muy negra es la historia que cuenta.
En las provincias vascas de Alava, Guipúacoa y Vizcaya, en el año de 1958 se fundó la organización nacionalista vasca “ETA” (Euskadi Ta Askatasuna, “País Vasco y libertad”). Su objetivo era lograr la independencia de España y construir un estado socialista. La organización llevó al extremo el asesinato, el secuestro, el terrorismo y la extorsión*. Y separó familias.
En un español nutrido de palabras que sólo en euskera cobran sentido, la novela recrea cómo fue creciendo el nacionalismo vasco y decreciendo lo “español”. Dos madres y sus familias. Nueve personajes paradigmáticos: Bittori y Txato y sus hijos Xabier y Nera. Miren y Joxian, y sus hijos Arantxa, Joxe Mari y Gorka. Que vivieron durante cuatro décadas en dos Españas, con dos lenguas, unidas y enemigas, reconciliadas, pero no perdonadas.
En un pueblo cerca de San Sebastián, las ama, Bittori y Miren, eran más que amigas, casi hermanas, pero Joxe Mari, el hijo de Miren, se volvió etarra, se volvió terrorista.
La familia de Bittori y Txato, quien se convirtió en un rico propietario de un negocio de transportes. Sus dos hijos, Xabier médico y Nera abogada.
La familia de Miren y Joxian. que hasta su jubilación fue asalariado. Tres hijos. Arantxa, había sido dependienta, tuvo un mal matrimonio y dos hijos. A los cuarenta y tantos años sufrió un ataque que la dejó paralizada y sin habla. Joxe Mari, el hijo «que se volvió etarra». Gorka, el pequeño, escritor que escribe en euskera.
En una parte de la novela vemos [más que leemos] a Joxe Mari en su celda de la cárcel, condenado a 126 años de prisión. El joven recuerda cómo se fue convirtiendo en etarra, cómo se fue entrenando, cómo participó en el asesinato de Txato, el mejor amigo de sus padres.
“Sabéis que no me gusta la política. Me da igual que mande uno o que mande el otro. Yo sólo lucho por una Euskal Herria como pueblo liberado”. “Clandestinidad absoluta, mucha precaución, disciplina y sacrificio” “…la recordaba con frecuencia porque fue la primera suya con muerto…Su bautizo de sangre ajena…El tipo le daba igual. A mí me mandan que ejecute a fulano y lo ejecuto sea quien sea. Su misión no era pensar ni sentir, sino cumplir órdenes”.
Miren se volvió obsesivamente euskaldun y anti española. Discutía con su esposo
—Tantos años. ¿No te da pena? —A mí me da pena Euskal Herria, que no la dejan ser libre. —No me voy a acostumbrar. El Txato es mi amigo. —Era. Y mucho cuidadito con juntarte con él. Lo mejor es que se marchen. Con todo el dinero que tienen, ¿qué les cuesta comprarse una casa por ahí abajo? Son ganas de provocar. —No se irán. El Txato es tozudo. —La lucha no perdona. Se irán o los echarán. Que elijan”.
Entzun, “oye, escucha”. Así empezaba sus monólogos Bittori cuando iba a sentarse sobre la tumba de su marido Txato en el cementerio de Polloe, en San Sebastián. No lo pudieron enterrar en el pueblo.
*En 1979 las tres provincias vascas se constituyeron en la comunidad autónoma del País Vasco o Euskadi, con dos lenguas, el español y el euskera (lengua que no pertenece a la familia indoeuropea). El 20 de octubre de 2011 se anunció el cese definitivo de la actividad etarra armada y el 17 de marzo de 2017 su desarme definitivo de manera unilateral y sin condiciones.
Fernando Aramburu Irigoyen. San Sebastián, 1959.
Fernando Aramburu. Patria. Tusquets. Barcelona, 2016. 648 páginas.
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