Padre Brown

El hombre que fue Jueves

Ensayos sobre la novela policíaca

Time magazine, in a review of a biography of Chesterton, observed of his writing style: “Whenever possible Chesterton made his points with popular sayings, proverbs, allegories—first carefully turning them inside out.”

Gilbert Keith Chesterton (Reino Unido 1874-1936). Formidable ensayista. Usó, cuando era posible, dichos populares, proverbios, alegorías.

Abordó diferentes géneros y reflexionó sobre los más variados temas que deleitan por su pertinencia y por su pluma satírica, irónica, y erudita. Escribió 80 libros, cientos de poemas, 200 historias cortas, 4000 ensayos y algunas obras de teatro. Fue crítico literario, historiador, dramaturgo, novelista, teólogo católico.

Y un gran escritor de misterios y relatos de detectives. Un maestro de los “enigmas”. Hizo de lo detectivesco, en un sentido especial, un relato espiritual, puesto que se trata de escribir relatos en los que se ponen en duda incluso las simpatías morales.

Su obra completa está comprendida en The G.K. Chesterton Collection. Catholic Way Publishing. 2014. 7562p. Kindle.

 

El Padre Brown

El Padre Brown es uno de los detectives más icónicos de las novelas policiales clásicas. 53 relatos entre 1911 y 1935. Ambientados entre esos años, en la campiña inglesa y, pocos, en Londres, Francia e Italia.

Entre 2013 y 2025 la BBC inglesa ha producido 12 temporadas y 130 episodios basados en el Padre Brown, interpretado por el actor inglés Mark Williams. Está ambientada en el ficticio pueblo de Kembleford, en los Costwolds, Inglaterra después de la posguerra.

Chesterton hizo a el Padre Brown, un detective católico párroco de Cobhole, Essex. El rasgo característico del padre Brown era no tener rasgos característicos, era soso, no sobresalía. Su apariencia era modesta, un hombre pequeño y anodino, un tanto regordete, con gafas y paraguas. Pero de gran agudeza mental y buen conocedor de la naturaleza humana. Sorprendía por sus observaciones agudas y su habilidad para conectar detalles aparentemente insignificantes. Chesterton escribió que se inspiró en John O’Connor, un clérigo católico de Bradford, un pueblo de Yorkshire, a quien los anglicanos habían aceptado y adoptado.

El autor también cuenta cómo se le ocurrió esa “comedia de detectives” cuando recorría Inglaterra pronunciando conferencias. Sus largas charlas con el padre católico lo inspiraron y lo informaron de muchos temas. Fue construyendo un cura que parecía que no se enteraba de nada pero que sabía más de crímenes que los criminales. Años después Chesterton se convirtió a la iglesia católica, para liberarse de sus pecados porque, dijo, no hay otra organización religiosa que permita realmente librar a la gente de sus pecados. El pecado confesado y del que uno se arrepiente, queda abolido y el pecador vuelve a empezar de nuevo como si no hubiera pecado.

The Blue Cross

Primero de los relatos reunidos bajo la colección “The Innocence of Father Brown”.

El narrador describe a Aristide Valentin. Uno de los más poderosos intelectos de Europa, jefe de la policía de París. El narrador lo seguirá durante todo el relato.

Valentin había llegado por bote a Harwich para perseguir y realizar el gran arresto del siglo. El de Flambeau, un maestro del disfraz, de gran ingenio para defraudar y robar. Fácil de distinguir porque era un hombre de gran estatura y una fantástica fuerza. Las policías de tres países lo habían localizado en Londres confundido entre los asistentes del Congreso Eucarístico.

En el trayecto en tren a Londres, Valentin coincidió con un clérigo, el padre Brown,

a very short Roman Catholic priest going up from a small Essex village. …The little priest was so much the essence of those Eastern flats; he had a face as round and dull as a Norfolk dumpling”.

Valentín observó que el clérigo traía varios paquetes envueltos en papel café que parecía incapaz de sostener. Se fijó en su  “shovel hat” característico de los clérigos, oscuros, de ala plana, en su sombrilla usada, en que no sabía cuál era la parte derecha de su boleto de tren. Escuchó que decía que tenía que ser muy cuidadoso “he had something made of real silver “with blue stones” in one of his brown-paper parcels”. Valentine le advirtió del peligro de decir en voz alta que portaba algo valioso.

Poco después, cuando Valentine estaba tomando un café en la terraza de un hotel, se percató que la sal estaba en el recipiente del azúcar y ésta en el de la sal. Se quejó al gerente. El mesero dijo que antes que él dos clérigos habían estado en esa mesa, que uno de ellos debía de haber hecho el cambio. Tal vez el mismo que al salir había lanzado el plato de sopa a la pared. Que lo vio entrar a la tienda de enfrente. Valentine salió, encontró al tendero enojado porque un clérigo había cambiado los letreros de los precios de la fruta. El tendero le indicó qué camino había tomado junto con otro clérigo. Un policía les dijo que dos clérigos con sombreros oscuros se habían subido a un autobús azul, los que iban a Hampstead, que uno se tambaleaba, parecía que estaba ebrio.

Valentine se apresuró y encontró al tendero enojado porque un clérigo había cambiado los letreros de los precios de la fruta. Le indicó qué camino habían tomado. Un policía les dijo que dos clérigos con sombreros oscuros se habían subido a un autobús azul, los que iban a Hampstead, que uno se tambaleaba, parecía que estaba ebrio.

Valentine entendió. Enseñó su identificación al policía y le pidió que llamara a Scotland Yard. Inmediatamente llegó un inspector y un policía sin uniforme. Habría que seguirlos y estar atentos a “Any sort of queer thing”.

“… there was nothing wonderful in the fact that when Flambeau heard of a sapphire cross he should try to steal it; that was the most natural thing in all natural history. And most certainly there was nothing wonderful about the fact that Flambeau should have it all his own way with such a silly sheep as the man with the umbrella and the parcels. He was the sort of man whom anybody could lead on a string to the North Pole; it was not surprising that an actor like Flambeau, dressed as another priest, could lead him to Hampstead Heath”.

“At every place we went to, I took care to do something that would get us talked about for…” dijo el padre Brown al final.

The Secret Garden

Las ventanas y la única puerta de entrada de la casa de Aristide Valentin, el jefe de la policía de París, daban al río Sena. El vestíbulo exhibía numerosas armas de fuego; en él siempre estaba sentado Iván su sirviente, un hombre con una cicatriz en la cara. La casa tenía varias puertas hacia el jardín ”no bad garden, perhaps, for a man to reflect in whom some hundred criminals had sworn to kill”.

Cuando Aristide Valentinen llegó a su casa, ya habían llegado los invitados a cenar: el embajador inglés Lord Galloway, su esposa y la hija Lady Margaret Graham. La duquesa de Mont St. Michel y sus dos hijas. El Dr. Simon, un científico francés. El Padre Brown, de Cobhole, en Essex, a quien Valentine había conocido recientemente en Inglaterra. O’Brien, un caballero irlandés, comandante de la Legión Extranjera de Francia. Julius K. Brayne, un estadounidense multimillonario.

Después de la cena Lord Galloway se fijó que su hija Margaret había salido del comedor, sospechó que podía estar con el comandante irlandés O’Brien, la encontró en la parte trasera de la casa y vio a O’Brien que se alejaba. Lord Galloway abrió la puerta que daba al jardín iluminado por la luz de la luna del jardín, salió, tropezó con algo y regresó a la casa gritando “A corpse in the grass—a blood-stained corpse.”

Los invitados llegaron al jardín, cuando iban a voltear el cuerpo, la cabeza se separó.

Valentin, por su reputación como jefe de la policía, pidió a sus invitados que permanecieran en la casa hasta descubrir cómo había entrado la víctima, quién era, y con que arma había sido decapitado.

El párroco observó qué no había más puertas que las de la casa al jardín.

Lady Margaret aseguró que recién había dejado a O’Brien, que le había pedido matrimonio. Iván, el criado con la cicatriz avisó que la funda de la espada de O’Brien estaba vacía.

Mr. Brayne se había quedado en el comedor fumando un puro. El padre Brown observó “I mean that cigar Mr. Brayne is finishing. It seems nearly as long as a walking-stick.” Ivan, el criado, fue a buscar a Mr. Brayne. Regresó con la noticia de que el multimillonario estadounidense se había ido, que no estaban ni su sombrero ni su abrigo.

El sable ensangrentado fue encontrado entre los arbustos que daban al jardín, alguien lo había aventado desde afuera.

“There are five colossal difficulties,” said the doctor quietly; “like high walls within walls. Don’t mistake me. I don’t doubt that Brayne did it; his flight, I fancy, proves that. But as to how he did it. First difficulty: Why should a man kill another man with a great hulking sabre, when he can almost kill him with a pocket knife and put it back in his pocket? Second difficulty: Why was there no noise or outcry? Does a man commonly see another come up waving a scimitar and offer no remarks? Third difficulty: A servant watched the front door all the evening; and a rat cannot get into Valentin’s garden anywhere. How did the dead man get into the garden? Fourth difficulty: Given the same conditions, how did Brayne get out of the garden?”

Los periódicos dieron la noticia de que había aparecido otra cabeza decapitada en el río. El periódico sensacionalista “The Guillotine” publicó un dibujo de la cabeza decapitada de Valentin.

El padre Brown responde a los enigmas. Uno de ellos es que habían asumido que la cabeza pertenecía al cuerpo tirado en el jardín…

SPOILER.

“The murderer,” went on Brown quietly, “hacked off his enemy’s head and flung the sword far over the wall. But he was too clever to fling the sword only. He flung the head over the wall also. Then he had only to clap on another head to the corpse, and (as he insisted on a private inquest) you all imagined a totally new man.”

“….He resolved to destroy the millionaire…”
“…He abstracted the severed head of Becker on some criminological excuse, and took it home in his official box”.

The Absence of Mr. Glass

El Dr. Orion Hood era un eminente criminólogo y especialista en ciertos desórdenes morales. Sus habitaciones daban al Mar del Norte y todo en ellos -puros, licores, libros clásicos, de criminología o de poesía- era ordenado y lujoso.

Un hombre pequeño, anodino, con sombrero y sombrilla llegó a su oficina con una petición extraña. Le dijo que sabía que ayudaba a las personas a resolver sus problemas. Que Maggie MacNab y James Todhunter se querían casar, y que la madre de ella no lo permitía. Todhunter era uno de los huéspedes de la madre, el Padre Brown le dijo que se veía ágil, como un mono, parecía que tenía dinero, que tenía alguna conexión con la dinamita, que se encerraba varias horas al día en su habitación, con la puerta cerrada con llave, que habían escuchado por lo menos dos voces diferentes pero que sabían que Todhunter estaba solo, y que parecía que peleaban. Además, habían visto por el pueblo a un hombre con un  sombrero alto al que habían empezado a llamar Mr. Glass. Que Maggie había acudido a él, creía que Glass había asesinado a James.

El Dr. Hood y el padre Brown acudieron a la casa de las MacNab. Entraron a la habitación de Todhunter, parecía que había habido una fuerte pelea, había naipes tirados, dos vasos de vino y otro roto en el suelo. También vieron un cuchillo largo o una espada corta y el sombrero alto, de seda, de un caballero. James Todhunter yacía tirado en una esquina amarrado y amordazado.

El Dr. Hood, en vez de desatar a James, va explicando que el sombrero pertenecía a un hombre calvo, bebedor. Que dado que James tenía dinero posiblemente lo estaban chantajeando. Que Glass había sido herido. Qué él era experto en nudos y que James se había atado a sí mismo.

“”Oh, bosh!” cried Father Brown: “can’t you see he’s laughing?”
“Laughing!” repeated the doctor, with a start; “but what on earth can he be laughing at?”
… The Absence of Mr. Glass…”

SPOILER.

“”Mr. Todhunter,” explained Father Brown placidly, “is learning to be a professional conjurer, as well as juggler, ventriloquist, and expert in the rope trick””.

 

The Man Who Was Thursday. A Nightmare. 

GABRIEL SYME was not merely a detective who pretended to be a poet; he was really a poet who had become a detective. Nor was his hatred of anarchy hypocritical”.

En un ángulo de Leicester Square de Londres, en la terraza del café de un hotel poco frecuentado, estaban reunidos los “dinamiteros de Europa”. El Consejo Central de Anarquistas se había reunido para discutir el próximo complot.

“… Only three days afterwards the Czar was to meet the President of the French Republic in Paris, and over their bacon and eggs upon their sunny balcony these beaming gentlemen had decided how both should die. Even the instrument was chosen; the black-bearded Marquis, it appeared, was to carry the bomb”.

Los otros seis hombres del Consejo Central de Anarquistas le parecieron a Syme, bien educados, pero distorsionados por un espejo. Cada uno tenía el nombre de un día de la semana.

Domingo era el presidente. Para Syme su enormidad provenía de su estatura anormal, su increíble gordura y sus grotescas proporciones, estaba construido conforme a una escala máxima.

Lunes era el secretario del Consejo. “…nada era más terrible que su tuerta sonrisa”.

Martes era el peludo Gogol, cuya locura era más notoria.

Miércoles era un tal Marqués de San Eustaquio.

Jueves. El miembro más nuevo del grupo, Syme, era poeta y protagonista de esta novela.

Viernes. El profesor Worms, un hombre muy viejo.

Sábado. Un médico llamado Bull, era el hombre más sencillo y desconcertante.

Luego sabremos que Gabriel Syme y otros miembros del grupo, pertenecían a un cuerpo especial de policías que también eran filósofos. Tenían la misión de observar cualquier conspiración. Poetas que con un libro de sonetos, adivinaban crímenes futuros e investigaban los pensamientos que conducían a los hombres del fanatismo intelectual, al crimen. Los policías secretos habían sido reclutados por un hombre, en una habitación oscura en los sótanos de Scotland Yard. Les daba una tarjetita con la inscripción “La última cruzada” y un número.

Syme y los miembros del Consejo se llamaban a sí mismos anarquistas y dinamiteros. Terroristas los llamaríamos hoy. Seis de ellos eran también policías secretos. Sus aventuras en el río, en el mar, en carruajes y coches, en trenes y en ¡globos! son tanto una fábula como fabulosas. Algo de thriller, sátira, alegoría, surrealismo y mucha imaginación fantástica, acaso desproporcionada. Acaso el sueño de Syme.

 

ENSAYOS
¿Por qué leer historias de detectives?
¿Cómo escribir relatos policiales?

A Defence Of Detective Stories.

Aparece en la colección de relatos titulada The Defendant.

Chesterton reflexiona sobre la popularidad de las historias de detectives; no es verdad que el populacho las prefieran porque prefieren la mala literatura sobre la buena. Hay literatura buena y mala como hay novelas detectives buenas y malas.

Para Chesterton los relatos policiales expresan la poesía de la vida moderna, hacen a las farolas tan poéticas como los picos de las montañas. El relato policial comprende a la ciudad como el nuevo ambiente donde se mueve el detective, donde el autobús es el barco de hadas, las luces de la ciudad son sus duendes, y donde los detectives se convierten en los guardianes de los secretos, por crudos que sean.

“A city is, properly speaking, more poetic even than a countryside, for while Nature is a chaos of unconscious forces, a city is a chaos of conscious ones. …there is no stone in the street and no brick in the wall that is not actually a deliberate symbol–a message from some man, as much as if it were a telegram or a post-card”.

Hay que darle crédito a la literatura popular por presentar lo prosaico, lo común, los lugares comunes. Y a los relatos policiales poque nos recuerdan que vivimos en un campo minado, en un mundo caótico, con traidores en nuestras puertas. Los puños, cuchillos y pistolas nos advierten de la justicia social, y los ladrones y criminales comparten el romanticismo de los simios y los lobos.

“The romance of the police force is thus the whole romance of man. It is based on the fact that morality is the most dark and daring of conspiracies. It reminds us that the whole noiseless and unnoticeable police management by which we are ruled and protected is only a successful knight-errantry”.

Cómo escribir relatos policíacos

La editorial española Acantilado publicó en 2011, una traducción al español de 44 ensayos sobre este tema. En las páginas finales se da cuenta del origen de los textos.

Sobre la mente ausente.

Cualquiera puede fingir que es sabio, pero no que es ingenioso o de inventiva aguda.

Observar el detalle. “Un hombre no tiene derecho a olvidar su taza de té porque esté pensando en Platón. Si no entiende la taza que acaba de ver, ¿cómo va a entender a Platón, a quien no ha visto nunca

Conan Doyle otorgó a Sherlock una mirada penetrante, su amor por la música, un egotismo abstracto, lo rodeó del ambiente poético londinense, con sus sótanos y callejones, y así “elevó” el nivel de la novela detective. Con él se descubrió que su obra era buena porque era popular. Que la psicología y la filosofía no saciaban la necesidad de la emoción por el desenlace y la fascinación por el acertijo.

Que la gente necesita historias de detectives, necesita farsas y melodramas y canciones cómicas.

Consejos a los asesinos literarios.
Los relatos de crímenes enseñan realidades más graves y serias de la existencia.

El asesino siempre comete algún error. El escritor de relatos de crímenes comente por lo genera seis o siete.

El asesino y el literato tienen en esencia un mismo objeto, ocultar el crimen, el criminal de la policía y el escritor de sus lectores.

Eliminar el capítulo inicial consagrado a hacer que el protagonista parezca sospechoso.

Eliminar la larga distracción en la que el detective viaja a algún sitio en persecución de alguien. Hay una ley no escrita que obliga a que la historia avance hacia su solución y no debería incluir un largo bucle.

Es una falacia la idea de que se debe confundir al lector.

Evitar la Medusa Magente (sociedades mafiosas, secretas).

Unas páginas de la “autobiografía”.

No se trata de realizar una foto sino un cuadro.

El rasgo característico del padre Brown era no tener rasgos característicos, era soso, no sobresalía. Aspecto corriente, que contrastaba con una insospechada atención e inteligencia. Físicamente diferente del padre John O’Connor de Bradford lo inspiró intelectualmente.

Cuenta cómo se le ocurrió escribir esa “comedia de detectives: En un pueblo de Yorkshire se encontró con el cura católico Quince años después se convirtió a la iglesia de él. Sus largas charlas lo inspiraron y lo informaron de muchos temas. Así construyó un cura que parecía que no se enteraba de nada y que supiera más de crímenes que los criminales.

Continuar la tradición de la conciencia artística de Stevenson: la generosidad técnica de escribir una novela de un centavo y lograr que acabara valiendo una libra.

Le gustaban todas las variedades del clima inglés “salvo eso que llaman un día magnífico”.

Introducción a «The Skeleton Key» [«la llave maestra»], de Bernard Capes “Presentar el último libro del difunto Bernard Capes es un triste honor…”.

Hay una norma general que afirma que a un poeta puede conocérsele no sólo por sus poemas, sino por los títulos de sus poemas.

En una novela policíaca el protagonista puede convertirse en el villano de la historia o viceversa.


Es un placer leer estos ensayos. Continuaré agregando las reseñas de Cómo escribir relatos policiacos.

ETIQUETAS: DETECTIVE. ENIGMAS. HUMOR. TERRORISMO.

G. K. Chesterton Collection. Catholic Way Publishing. 2014. 7562p. Kindle. p7
G. K. Chesterton. Cómo escribir relatos policíacos. Traducción del inglés Miguel Temprano García. Barcelona: Acantilado. 2011. 237p. Kindle

Otras ediciones:

G. K. Chesterton. The Man Who Was Thursday. El Hombre que fue Jueves. 100 Clásicos de la Literatura Universal. Vol. 1. Bauer Books. 2025. 29380pp. Pp2498. Kindle.

G. K. Chesterton. e-artwnow. BRITISH MYSTERIES Boxed Set: 350+ Thriller Novels, Murder Mysteries & True Crime Stories. 2017. 30596p. Kindle

G. K. 3. A Defence Of Detective Stories. 250 Essays. 2016.