Sorocabana blues (2017) de Hugo Burel (Uruguay, 1951) es un thriller psicológico, narrado desde la perspectiva del asesino, que sorprende por su ritmo lento con el que logra intensificar el suspenso.

Gabriel Keller había tenido una vida aparentemente normal, parecía un hombre de aspecto tranquilo, con modales educados, hablar sobrio, austero en el comer y en el vestir. “Sorocabana” es el nombre de un café de la ciudad de Montevideo que frecuentaba Gabriel Keller durante el invierno de 1964.  Su esposa había fallecido víctima de cáncer en el mes de abril de ese año; su hijo había emigrado a Australia.  Renunció a su trabajo en una empresa editorial, vendió su casa y se mudó a un departamento en el edificio Valencia del barrio Parque Rodó. Se rasuró el bigote de veinte años, bajó de peso y se dejó el cabello más largo. Conoció a su vecina de piso, Beatriz. Y empezó a desarrollar una irresistible compulsión de matar.

Parece que la obsesión de Gabriel Keller por Beatriz tenía más que ver con un sentido de protección por una joven huérfana que trabajaba de dependienta en la tienda La Ópera. La espía, la sigue, no le gusta su novio, un tal Brentano, lo investiga y encuentra que es un jugador empedernido.  En su muy sobria soledad leía un libro, una novela policíaca de un autor llamado Ned Ballinger, “Asesino a sueldo”, se fascina con la escandalosa libertad de conciencia del asesino Murray Sullivan. “El gris y anodino Keller que se esfuma y da paso a la fantasía y al imposible imitador de un personaje de libro. No aspiras a existir en una novela, pero sí en las páginas que, al otro día de impresas, se usan para envolver pescado”. Y una noche le mete un balazo en la cabeza a Brentano.  Pero alguien lo vio, un fotógrafo que lo quiso extorsionar, Rubén Moreira y quien había escrito una carta a otro personaje, que también lo querrá extorsionar, y así, sin remordimientos, pero sí con muchas reflexiones, se van encadenando los hechos. Y los asesinatos.

Se suceden una serie de coincidencias que disparan las consecuencias, hay unas cartas, Keller se ve amenazado por un lado por las investigaciones del inspector Dardo Tomasa y por el otro por varios extorsionadores, inventa a Milo Epstein inspirado primero en el personaje Murray Sullivan y luego en los subrayados que alguien hizo en una edición de Crimen y castigo.  Y hay un muerto que aparece amenazando la tranquilidad de Beatriz.

Gabriel Keller piensa, reflexiona, se escucha a sí mismo mientras se mueve, caminando, en taxi o transporte público por las calles y avenidas de Montevideo, siempre identificadas con sus nombres, hecho que contrasta con la carencia de descripciones de una ciudad casi sin colores. Y así, lenta pero intensamente, va sorpendiendo al lector.

“…Lo único que le faltaba a la escena era el sonido de un saxo con las notas de un blues desencantado y triste. -Soracabana blues -dijo Keller…” al final del libro, en el café Soracabana, frente a una mujer fatal que también lo quería extorsionar.

La trilogía con Gabriel Keller está formada por los títulos  Montevideo noir, Sorocabana blues y Noches de Bonanza. 

Hugo Burel. Uruguay, 1951.

Hugo Burel.  Sorocabana blues. Alfaguara. 2017. 303 págs. Edición de Kindle.