La novela policiaca mexicana.
Si bien hasta la fecha no hay muchos escritores mexicanos de novela negra, las novelas de policías o detectives tienen en común ciertas peculiaridades que las identifican. Las más evidentes son que su contexto son las calles y que su lenguaje es soez.
Son novelas de exteriores, es en las calles, entre el tráfico y la contaminación, los cláxones y los escapes, los puestos ambulantes y de comida en plena acera, donde se ejerce la violencia física y el lenguaje soez, grosero, procaz.
Los insultos, majaderías, groserías, palabrotas, leperadas, son palabras comunes, interjecciones impropias, que de tan usadas en estas novelas se vuelven tan expresivas que trascienden la injuria y la ofensa para convertirse en parte de convenciones culturales.
Las tramas son directas y los refinamientos se orientan hacia la violencia.
Y los detectives y policías, que lo mismo hacen tratos con el rico que con el funcionario, con los cuates del barrio y con cualquier criminal, a veces, ya no nos parecen tan malos.
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- “Conque mucha Mongolia” “¡Pinche Mongolia!” suele exclamar Filiberto García desde la calle de Dolores en la ciudad de México en la investigación en la que desenreda un complot internacional para asesinar al presidente de Estados Unidos John F. Kennedy, narrada en El complot mongol de (1969), Rafael Bernal. Tal vez la primera novela policíaca mexicana y la primera novela de espías .
- Héctor Belascoarán Shayne, es un detective tuerto, cojo, picantemente irónico, muy ocurrente y con mucho humor creado por Paco Ignacio Taibo II. Sus diez novelas tienen comparten el protagonismo con la ciudad de México desde la década de los setenta.
- F.G.Haghenbeck describe a su detective Sunny Pascal como un “sabueso beatnik… Mitad en todo: mitad mexicano, mitad gringo, mitad alcohólico, mitad surfer; mitad vivo, mitad muerto..”. Vive en los Ángeles, son los años sesenta y su trabajo es “cuidar artistas hollywoodenses”, ya sea en Acapulco (El caso tequila) o en Puerto Vallarta (Trago amargo).
- Bernardo Fernández, Bef, dijo haber escrito su primera novela (de cuatro) Tiempo de Alacranes a ritmo de “pop tropicalizado”, con el lenguaje popular de la música americana y de los corridos, de las películas de cine, con personajes de caricaturas, pero también con citas literarias. Y lo logra, porque casi sentimos el calor agobiante del paisaje desértico de los estados del norte de México y saboreamos los platillos de Durango, Coahuila, Chihuahua, Nuevo León y Sinaloa; lugares marcados fuertemente por el narcotráfico. Su detective es la fantástica Andrea Mijangos, Policía Judicial retirada y ahora, millonaria Detective Privada. Bef se supera con su última novela Esta bestia que habitamos y su policía Járcor.
- Élmer Mendoza es el autor de la serie de Édgar, “el Zurdo” Mendieta, seis novelas que presentan de forma vertiginosa pero ágil, violenta pero divertida, y muy crítica y cínica, el inevitable contubernio entre gobierno, políticos, policías, empresarios, narcos, contrabandistas de armas, extranjeros, que existe en el mercado de la droga.
- Tus dos muertos (2016) de Jorge Alberto Gudiño Hernández (México, 1974) introduce al oficial de policía Cipriano Zuzunaga, policía apestado, caído en desgracia,
- Jorge Zepeda Patterson ha escrito dos novelas con el grupo “Los Azules”.
- Dow Winslow (Estados Unidos, 1953) dedicó 14 años a escribir los tres libros del agente de la DEA Arthur “Art” Keller en su guerra contra el narcotráfico.
A otras generaciones, en otras épocas, les tocó sufrir una conquista, una peste, una guerra entre naciones. A la generación que pertenezco nos está tocando vivir la guerra contra la droga. Y las generaciones futuras leerán estas novelas que desde la ficción nos permiten conocer y vivir hechos históricos trascendentes. En este caso el fenómeno del narcotráfico, las fuerzas que luchan por controlarlo, sus personajes. Sus entresijos, los intereses económicos que representan, su combinación con el tráfico de armas. Y la pobreza, y sobre todo lo anterior, los personajes, prototipos de nuestra realidad.
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Otros escritores mexicanos, que sin tener policías o detectives, han escrito novelas negras desde otras perspectivas son: Jorge Ibargüengoitia, María Elvira Bermúdez, Sergio Pitol, Fernando del Paso, César Guerrero, Roberto Bolaño, Liliana Blum, Jorge Volpi, Ricardo Raphael, Enrique Serna, y la última de Jorge Zepeda Patterson.
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