“Borges la consideró uno de los pilares del teatro en América Latina, particularmente por su obra basada en el asesinato de estado del general Felipe Ángeles”*.
El fusilamiento es una forma de aplicar la pena capital mediante una descarga de disparos, un medio legal de matar, especialmente delitos para la justicia militar.
Felipe Ángeles (Zaucaltipán, Hidalgo, 1868 – Chihuahua, Chihuahua, 26 de noviembre de 1919) fue enjuiciado y sentenciado por un Tribunal Militar en el Teatro de los Héroes de la ciudad de Chihuahua. El 26 de noviembre de 1919 fue fusilado. El presidente Venustiano Carranza había dado la orden.
La obra de teatro Felipe Ángeles escrita por Elena Garro se estrenó el 13 de octubre de 1978. Se representa el juicio hasta el momento en que Ángeles fue a colocarse ante el pelotón de fusilamiento. La acción sucede en el Teatro de los Héroes en la ciudad de Chihuahua desde la tarde del 25 hasta la mañana del 26 de noviembre de 1919.
La obra, se desarrolla en tres actos. Se irán representando las arbitrariedades cometidas por la Junta Militar. No había justificación para un juicio militar y para la sentencia de muerte. Fue un vil y artero asesinato.
La prosa de Elena Garros es tan extraordinaria como profunda. Si bien se conoce el desenlace, el lector/espectador se involucra apasionadamente gracias al soberbio manejo del suspenso. Dejo que sea la pluma de Elena Garro la que cuente su drama a través de una selección de párrafos textuales transcritos en itálicas. [Entre corchetes aparecen las anotaciones originales de la autora]. {Entre llaves algunos párrafos míos con síntesis y observacione}.
ACTO I. Escalinata del Teatro de los Héroes. Págs. 8-26
{Felipe Ángeles, después de tres años de destierro, había regresado “seguido del rumor de sus batallas”. El General Diéguez y el coronel Bautista esperan a Felipe Ángeles afuera del Teatro de los héroes mientras “el mundo entero pide clemencia”. El juicio debe ser rápido a pesar de la suspensión del juicio concedida por la Justicia del Congreso de la Unión. La sentencia de muere es irrevocable, son las órdenes expresas del Primer Jefe. El soldado Sandoval cuenta a Diéguez la captura de Ángeles. Se acercan las señoras de los comités Pro-Ángeles, piden por la vida de Ángeles, por un juicio legal, por tiempo, defensores, un tribunal}
“GENERAL DIÉGUEZ: (Con aire solemne). …No es hora de discutir. El General Juan Barragán, Ministro de Guerra, me ordenó que los llamara a todos ustedes para que, reunidos en Consejo Extraordinario, juzgaran al General Felipe Ángeles, culpable del delito de rebelión militar. Y ustedes saben señores, el rigor con que castiga la ley de nuestra profesión a un oficial de alta graduación, que se rebela contra las instituciones públicas y olvida el honor jurado”.
“ESCOBAR: (Señalando el teatro). Ahora me explico por qué vamos a juzgarlo en un teatro”.
…
“GENERAL DIÉGUEZ: … Hay que matar pronto a Ángeles… El teatro está repleto de partidarios suyos y ya verá usted como se pone cuando él hable. El juicio es ilegal, ha sido suspendido por un Juez y el Primer Jefe insiste en matar con el código en la mano. ¿No se dará cuenta de que no engaña a nadie? Hubiera sido mejor matarlo en el campo y decir que había muerto en una escaramuza. Pero quiso darse el gusto de matarlo en el nombre de la ley y de la Revolución, como si quisiera matarlo totalmente, y nada más está enseñando demasiado el juego”.
…
“SEÑORA SEIJAS: “!La gente se arremolina [Se oyen gritos de ¡Viva el General Ángeles!… Rumores de que la multitud trata de desbordar a la valla de soldados que la contiene. Entra Felipe Ángeles escoltado por soldados y por el Coronel Bautista. Viste una camisa vieja y unos pantalones viejos de mezclilla desteñida. Calza unos zapatos de tenis muy gastados. Lleva dos libros bajo el brazo. Es moreno, delgado y alto. Las señoras y los abogados avanzan a su encuentro”].
“SEÑORA REVILLA: General Ángeles, me voy a presentar: Soy la Señora Revilla y vengo con las señoras Seijas y Galván, enviadas por los comités Pro-Felipe Ángeles, para ayudarlo en su defensa”.
“SEÑORA REVILLA: Los abogados Gómez Luna y López Hermosa, de la barra de abogados de Chihuahua. [Felipe Ángeles estrecha las manos de los abogados].
…
“SEÑORA REVILLA: Le tengo noticias de su familia, general. Su hijo Alberto hace gestiones desde Nueva York y su hija Isabel ha enviado un telegrama a la hija de Carranza, que desgraciadamente ha quedado sin respuesta”.
“…su hermano está tratando de cruzar la frontera, viene con los abogados».
…
“ÁNGELES: Señor Gómez Luna, no creo que mi problema sea un problema de abogados, sino el de un destino ya determinado”.
…
“ÁNGELES: “…si el mundo entero pidiera mi vida, también sería ejecutado. Así lo ha resuelto un hombre sentado en el principio de la infalibilidad del poder personal…”.
…
“ÁNGELES: Carranza equivoca las palabras para disfrazar los hechos, por eso es peligroso. Nunca ha estado dispuesto a asumir el origen secreto y verdadero de sus actos, es decir la verdad. Y en este caso la verdad es que uno de nosotros dos debe morir, porque somos incompatibles, aunque la muerte de cualquiera de nosotros dos signifique el naufragio de los principios por los cuales peleó el pueblo…”.
…
“SEÑORA REVILLA: Prométanos, general, que va a pelear por su vida. O cuando menos concédanos que la peleemos nosotros”.
“ÁNGELES: [Sonriendo]. Señora, yo no he hecho en mi vida otra cosa que pelear. Le prometo seguirlo haciendo hasta que muera. Usted, abogado, ayúdeme a dar esta batalla inútil. [A Bautista]. Coronel, estoy a su disposición”.
ACTO II. Foro del Teatro de los Héroes. Págs. 27-55
“…Es el final del Juicio Sumario de Felipe Ángeles. El C. Juez Instructor Militar; el Secretario; los Vocales y el Agente del Ministerio público, están sentados ante una gran mesa cubierta de papeles. Felipe Ángeles ocupa el banquillo de los acusados. En un ángulo opuesto está el Abogado López Hermosa, ayudante del Abogado Gómez Luna. El Agente del Ministerio Público se pone de pie».
“AGENTE DEL MINISTERIO PÚBLICO: Ha dicho el abogado defensor, que no hay ningún dato en el proceso que acredite los elementos constitutivos de la acusación… que unas cuantas horas no bastan para efectuar un proceso de esta naturaleza… ¡Y le contesto que por tratarse justamente de un Consejo de Guerra extraordinario debe terminarse inmediatamente! … Ángeles se nos quiere presentar en esta audiencia, como un propagador de la unión y la fraternidad, y nos oculta que ha traído armas, se ha puesto chaparreras y ha peleado contra las fuerzas de Carranza… En fin, no trataré puntos que carecen de importancia, para no alargar este Consejo de Guerra…”
“LÓPEZ HERMOSA: Los testigos que han depuesto en el proceso, en virtud de haber sido amnistiados por el mayor y ahora Teniente coronel Gabino Sandoval, han sido parciales y sus declaraciones están llenas de divergencias…”.
…
“LÓPEZ HERMOSA: Insisto en la nueva presencia de los testigos”.
“AGENTE DEL MINISTERIO PÚBLICO: Que comparezcan los testigos que todavía están en el recinto, puesto que la mayoría de ellos hace ya mucho rato que abandonaron el lugar”.
…
“SANDOVAL: Gabino Sandoval, teniente coronel de las defensas Sociales de Chihuahua.
“FISCAL: ¿Conoce usted al acusado? SANDOVAL: Sí, es el General Felipe Ángeles”.
“FISCAL: Diga en qué circunstancias lo conoció”.
“SANDOVAL: El día que lo aprehendí”.
“FISCAL: Explique usted cómo y en qué batalla lo tomó prisionero”.
“SANDOVAL: Cuando llegué al Valle de los Olivos con mi gente, los soldados del General Ángeles me recibieron con un fuego nutrido. Así se inició la batalla en la que las dos partes tuvimos Bajas… después en el momento en que iba a caer prisionero sacó la pistola para dispararme, sus hombres trataron de propiciarle la huida y así fue como lo conocí…
[Ángeles levanta la cabeza y mira asombrado al testigo]”.
“ÁNGELES: ¿Puedo hacer una pregunta al testigo?”
…
“ÁNGELES: ¿Cuántas bajas sufrió usted Sandoval?”
“SANDOVAL: ¡Ninguna!”
“ÁNGELES: En el Valle de los Olivos no éramos más que cinco personas. Cuando usted llegó estábamos curando a Muñoz, que se había lastimado un pie y nadie hizo fuego sobre usted”.
«SANDOVAL: Nadie, mi general…”
{Félix Salas declara que Felipe Ángeles estaba con los villistas, que lo salvaron de ser fusilado con la condición de que se uniera a las filas rebeldes al Gobierno de México. Ángeles insistirá que entró a México no a combatir, sino a tratar de evitar que continuara la matanza}.
“FISCAL: ¡No hay lugar para discursos!”
…
ÁNGELES: Señores, está bien que me maten, ya que soy un testigo inoportuno de su triunfo; pero está mal que traten de matarme con mentiras, porque la misma mentira los condena a ustedes”.
…
“GÓMEZ LUNA: [Muestra uno de los papeles]. Señores, he aquí un amparo del juez del segundo ramo penal, en favor del acusado Felipe Ángeles. El juicio queda suspendido por ilegal, ya que este Consejo de Guerra no tiene jurisdicción sobre el reo, pues éste no pertenece al ejército…”.
“FISCAL: ¿Qué burla sangrienta es ésta?”
“GÓMEZ LUNA: ¡Felipe Ángeles fue dado de baja del Ejército Constitucionalista en 1917 por el propio gobierno constitucionalista, que pretende juzgarlo ahora como militar!”
“PRESIDENTE DEL CONSEJO: …¡Esa es una formalidad sin importancia!… el señor General Felipe Ángeles estudió la carrera militar y siempre ha sido considerado como un miembro prominente del ejército mexicano”.
“GÓMEZ LUNA: Señores, el hecho de que Felipe Ángeles haya estudiado la carrera y haya sido director del Colegio Militar de San Jacinto y general distinguido, no significa que pertenezca al ejército y que en la actualidad siga siendo militar. [Agita un telegrama]. Si la Secretaría de Guerra y Marina, no expresa aquí, y, por lo tanto no reconoce el carácter militar del acusado, ¿por qué el Agente del Ministerio Público se lo atribuye? Al Señor Felipe Ángeles no se le puede considerar como general del Ejército Federal, ya que ese ejército quedó disuelto por los tratados de Teoloyucan y sus grados no han sido reconocidos con posterioridad. Más tarde, en 1917, el señor Ángeles fue borrado del Ejército Constitucionalista. Actualmente no tiene ni nombramiento, ni patente de general del actual Ejército Nacional. Entonces, ¿cómo se le puede llamar general? Difícil ha sido la tarea de la defensa, ya que no se le ha permitido aportar el contingente de pruebas necesarias. Pero recurriendo a la benevolencia y magnanimidad de este Consejo pido el receso de seis horas que concede la Ley, para pedir a la Secretaría de Guerra la hoja de servicios de Felipe Ángeles y demostrar plenamente que el acusado fue dado de baja del ejército y que por lo tanto este Consejo de Guerra es incompetente para juzgarlo”.
“AGENTE DEL MINISTERIO PÚBLICO: Señor abogado, no podemos conceder ese receso, ya que las pruebas las debería usted haber tenido en las manos al presentarse a este juicio. [Al oír estas palabras el público grita y golpea el suelo con furor]”.
“GÓMEZ LUNA: En atención a las treinta mil almas que escuchan este juicio, le suplico a este Consejo que se sirva ser magnánimo y delibere para considerar su incompetencia en este caso. Ya que si nos fuera dable consultar al pueblo que escucha, el pueblo gritaría unánimemente: ¡que no se lleve al acusado al patíbulo…!”
“GÓMEZ LUNA: [Mostrando otro papel]. El señor Agente del Ministerio Público debe considerar que este amparo tiene la facultad de suspender este Juicio”.
“AGENTE DEL MINISTERIO PÚBLICO: El Juicio Sumario continúa, ya que el amparo ha sido concedido por autoridades extrañas al fuero militar”.
“GÓMEZ LUNA: En apoyo a mi tesis sobre incompetencia de este Consejo de Guerra, me permito consignar los telegramas que aparecen en la prensa que se edita en la capital de la República, y en los cuales, tanto el Presidente Venustiano Carranza, como el señor General de División Manuel M. Diéguez, no dan al señor Ángeles el título de General con que este Consejo lo hace aparecer. ¡Quiero hacer constar que la Suprema Corte de Justicia se ha reunido en la capital de la República para decidir sobre este caso! Y hago también saber que estoy en continua comunicación telegráfica con la capital y que las máximas autoridades penales piensan de una manera muy distinta a la de los señores miembros del Consejo.”
“AGENTE DEL MINISTERIO PÚBLICO: [Poniéndose de pie]. Señor Presidente, señores vocales, la acusación está fundamentada; por lo tanto este Consejo de Guerra Sumarísimo, es competente… {para} reclamar a los representantes de la justicia, {para} la imposición de una pena ejemplar… {porque}cometió la más nefanda de las traiciones, al secundar al bandolero feroz {de}Francisco Villa… ¡Señores, hablo del General Felipe Ángeles, acusado de alta traición!…”
…
“GÓMEZ LUNA: … En virtud de lo anterior presento las siguientes conclusiones: Primera: El Señor Felipe Ángeles no es responsable del delito de rebelión que se le atribuye, porque no es militar. Segunda: Felipe Ángeles no es miembro del Ejército Nacional. Tercera: A Felipe Ángeles no se le ha expedido la patente de General Brigadier por el actual Gobierno. Cuarta: Felipe Ángeles no se sustrajo a la obediencia del Gobierno Constituido. Quinta: Felipe Ángeles no se ha aprovechado de fuerzas del Gobierno Constituido. Sexta: A Felipe Ángeles no le han sido puestos a su disposición elementos de guerra del actual Gobierno. Séptima: Felipe Ángeles no se ha lanzado en actitud hostil para contrariar cualquiera de los preceptos de la Constitución; no siendo Felipe Ángeles responsable del delito que se le acusa, debe quedar en libertad. Octavo: El Consejo de Guerra extraordinario no es competente para poder fallar o para juzgar a Felipe Ángeles. Noveno: Son aplicables los artículos 17 y 921 de la Ordenanza General del Ejército, 313 del Código Penal Militar; 201 y 203 del Enjuiciamiento del Ramo [El abogado se sienta]”.
…
“ÁNGELES: Señores, ya que me van ustedes a matar, les suplico que siquiera me den tiempo para explicarme. Este es mi juicio y esta mi última oportunidad para dialogar con mis compatriotas… Es verdad que fui militar de carrera, y un intelectual, como dicen mis jueces. También es verdad que cuando me uní a la Revolución tuve que olvidar muchas cosas que aprendí en mi juventud y aprender otras nuevas para entender la realidad que vivía. No me mezclé en la política por odio, sino porque la vista de los pobres me dolía. Dominado por la fraternidad conviví con los revolucionarios y cuando la Revolución se dividió en dos bandos, uno el ganancioso y otro el que renunció al poder personal en el nombre de las ideas por las cuales habíamos peleado todos, yo me uní a estos últimos, ya que no creo en la ambición personal…”
…
“…Si al volver al país ya no era ni soy militar, este Consejo de Guerra extraordinario no es competente para juzgarme y sin embargo, la pasión política hace que se lleve adelante su audiencia. Un Juez lo manda suspender con un recurso de amparo y el Consejo continúa. Se dice que la defensa debió haber recabado las pruebas documentales para probar que no soy militar. Pues bien, no es la defensa lo que debe probarlo, sino la parte acusadora. Este pues no es un juicio militar, sino político… El señor Carranza me considera como su enemigo personal desde la batalla de Torreón y si nunca estuve entre sus tropas fue por temor de ser capturado. Estamos en el tiempo de matar: se empieza matando en el nombre de una idea y se termina asesinando en el nombre de un jefe. …Cuando vi que Venustiano Carranza reunía algunas firmas para constituirse en jefe, supe que la Revolución estaba perdida. Las ideas encarnan en los hombres, de ahí que degeneren. El crimen de Zapata y el de tantos otros lo demuestran. A eso volví a México, a decirles que habíamos hecho de la Revolución un fin en si mismo, y que por eso endiosamos a sus jefes y perpetuamos con distintos nombres la esclavitud y el horror. La política no es un fin: la Revolución no es un fin: son medios para hacer hombres a los hombres. Nada es sagrado excepto el hombre. …yo no tengo más prueba que ofrecerles que mis palabras, mis actos y, cuando este juicio termine, mi vida”.
“AGENTE DEL MINISTERIO PÚBLICO: Señores, deben empezar las deliberaciones. Sólo falta el veredicto, el juicio del General Felipe Ángeles ha terminado”.
…
“GENERAL DIÉGUEZ: Eso es lo que yo preveía que iba a suceder. Quiere dejarnos su vida y su muerte como uno de esos planos de batallas célebres, bien trazados, y cada trozo con una explicación, para que mañana se pueda leer, como se lee un hermoso texto. Y así será, Bautista, para vergüenza de nosotros, porque Felipe Ángeles es ejemplar. Gavira no me entendió, se lo quise explicar, también se lo expliqué a los de México, aunque ellos lo saben… Por eso Ángeles debe morir…”
{Diéguez, Escobar, Gavira, Peraldi deliberan, discuten, reflexionan sobre las responsabilidades militares, las ideas revolucionarias, el poder “implacable”, la política que “no tiene fin, el poder que no tiene fin”, la verdad que “tiene tantas cabezas como hombres”, “el mismo hecho puede ser bueno para usted y malo para mí”. El General Diéguez decide marcharse antes de oír el veredicto.}
“GENERAL DIÉGUEZ: Ya nada me retiene en Chihuahua. Me voy para Camargo”.
…
“GENERAL DIÉGUEZ: …Dentro de unas horas les mataremos a Felipe Ángeles y no moverán un dedo para salvarlo. El Primer Jefe les regala esa imagen sacrificada, en la que ellos se ven ejemplares. Les basta con la muerte de Ángeles para sentirse ellos también fusilados. En ese espejismo los tiranos fundan su crueldad y su omnipotencia…”
…
“GENERAL DIÉGUEZ: ¡No harán nada! {el pueblo} Además he previsto todo. He dado órdenes de anunciar el fusilamiento en el cerro de Santa Rosa, para desalojar un poco la ciudad de revoltosos. Esta misma noche empezará el éxodo. ¿Usted cree que van a perder el espectáculo? Y mientras, usted se lo truena: en el interior del teatro hay un patio”.
…
“GENERAL DIÉGUEZ: ¡Ah!… ¡se me olvidaba algo, Coronel Bautista! Hay órdenes superiores de fusilar al General Felipe Ángeles con balas expansivas”.
…
“SEÑORA REVILLA: ¡Es la última burla! Han cortado el telégrafo para Impedir que llegue el amparo de la Suprema Corte. [La Señora Revilla parece que va a llorar]”.
[Se corren las cortinas del vestíbulo y empiezan a salir los generales del Consejo de Guerra. Vienen serios. Varios asistentes los ayudan a ponerse los capotes militares]”.
…
“SEÑORA REVILLA: ¿A muerte, general?”.
“ÁNGELES: Y muerte por unanimidad…”.
ACTO III. Celda improvisada en el Teatro de los Héroes. Págs. 55-74
“…Es media noche. Felipe Ángeles sentado frente a una mesa de pino escribe una carta. Bautista, silencioso y sombrío, observa a su prisionero. Este firma la carta y se queda absorto”.
{Bautista le sugiere huir y buscar a Villa. Ángeles no acepta}
“BAUTISTA: No hay riesgo, general. Todos los generales del Consejo de Guerra se fueron hoy mismo de Chihuahua… Yo soy el encargado de fusilarlo. Mi cabeza depende de la suya. ¿Ve general? Sin proponérnoslo, nos columpiamos del mismo mecate por encima de la muerte. ¡Y quiero corrérmela con usted!”.
“ÁNGELES: Usted es el único que se la corre, Bautista, mi vida ya está perdida”.
…
{Llega el general Gonzalo Escobar, “se nota que se acaba de bañar”, con un camarero y una bandeja con viandas.}
“CAMARERO: Para Chihuahua es usted el glorioso Felipe Ángeles”.
…
“ESCOBAR: Yo no soy responsable de su muerte. Era imposible salvarlo, general, y le aseguro que hice todo lo posible… Usted es víctima de las circunstancias… además había órdenes”.
“ÁNGELES: ¿Ordenes? No creo en las órdenes”.
“ESCOBAR: Ya lo sé, general. Y tiene usted razón. Si hubiera usted seguido las órdenes de Carranza, cuando le ordenó que dividiera a la División del Norte y que no tomara Zacatecas, todavía estaría Victoriano Huerta en el poder, pero usted desobedeció, tomó la plaza y ganó la Revolución. Usted, General Ángeles, se dio cuenta desde entonces, de que Carranza estaba dispuesto a sacrificarlo todo, hasta el triunfo, si no era él la primera figura. A usted lo temía más que a ninguno de nosotros, porque era un rival involuntario y demasiado brillante. Y él ya había calculado erigirse en jefe de todos… pero, general, si lo hubiera usted obedecido, no estaría en esta celda…”
…
“ESCOBAR: …¿Usted que sabe que luché por la libertad y por la Revolución?”
“ÁNGELES: No me hable de libertad… Ni siquiera el Primer Jefe, él es el más esclavo de todos ustedes, porque es el que tiene más miedo. El miedo es el peor consejero, no aconseja sino crímenes. Detrás de cada dictador hay un potencial de miedo infinito”.
“ESCOBAR: …Hizo usted mal en hablar con esas palabras a los jefes de la Revolución. Hace años que comete el mismo error, era fatal que llegara esta noche… usted solito, general, ha cavado su tumba”.
“ÁNGELES: Lo sé, y no me arrepiento. Son mis palabras y no mí espada, rota por mí hace mucho tiempo, las que me matan”.
“ÁNGELES: Mi espada nunca estuvo al servicio de nadie, sino al de unos principios que cada día se fueron haciendo más claros, hasta que al final, ya no necesité de la espada, porque ellos se volvieron un arma más poderosa. Entonces, cambié a la espada por la palabra”.
“ESCOBAR: ¡Que grave error en un hombre tan inteligente! La espada es el poder. ¡No ve a tantos leguleyos plegados a la voluntad del Primer Jefe!”
“ÁNGELES: El terror es el arma de los débiles; a la espada más cruel se le vence con la palabra, que es más poderosa”.
“ESCOBAR: ¡No se engañe, General Ángeles! Cuando usted habla de justicia parece que tiene razón, pero no la tiene, porque carece de la fuerza para imponerla. ¿Y qué es la justicia sin el poder?”
“ÁNGELES: ¿No se da cuenta, compañero, de que la justicia está por encima del poder y de que no necesita ninguna circunstancia temporal?”
…
“ÁNGELES: Pero usted sigue creyendo, general, que no es grave matarme ahora porque no tengo gente armada, porque estoy vencido… Y yo le digo, compañero, que el acto más grave que puede cometer el hombre es el de matar. Las consecuencias de un crimen son incalculables. Recuerde que la Revolución se desató por un crimen”.
“ESCOBAR: ¡Es cierto que ese crimen nos descabezó!”
“ÁNGELES: No, general, no porque nos descabezó. Madero no era un jefe. Madero pensaba que todos éramos iguales, por eso todos nos sentimos asesinados cuando lo mataron a él. Le aseguro que no ocurriría lo mismo con su muerte, ni con la de Carranza”.
“ESCOBAR: ¡Baje a la tierra, general! ¡Cómo me duele ver que usted se va a morir por unas palabras! Y a las palabras se las lleva el viento. A mí, General Ángeles, me da tristeza que usted muera por unas palabritas”.
“ÁNGELES: Nada existiría si antes no le hubiera dado forma la palabra. Si muero será por las palabras, por las palabras que no se lleva el viento, compañero”.
“ESCOBAR: …Todos estábamos dispuestos a seguirlo. Su primer error fue no tomar el poder. Y luego hablar, hablar cada vez más solo, cada vez más para usted mismo… ¿quién lo ha oído? ¿Quién lo ha seguido?
“ÁNGELES: No sé si alguien me haya oído, pero lo que sé es que hay que hablar en este cementerio en el que ustedes han convertido al país, en donde sólo se oyen gritos y disparos. Ya sé que hablar aquí es el mayor de los delitos; aquí en donde el terror ha reducido al hombre al balbuceo. Pero yo, general, no renuncio a mi calidad de hombre. Y el hombre es lenguaje. Y óigame bien, General Escobar; lo único que deseo es que hablen todos, que se oiga la voz del hombre, en lugar de que el hombre se ahogue en crímenes. Hay que hablar, general, aunque nos cueste la vida. Hay que nombrar a los tiranos, sus llagas, sus crímenes, a los muertos, a los desdichados, para rescatarlos de su desdicha. Al hombre se le rescata con la palabra”.
{El general Escobar se despide con un abrazo. Ángeles reflexiona sobre su vida, sobre el llanto de Madero que él escuchó antes de que se tuviera que vestir para que lo mataran.}
“ÁNGELES: Renuncio a despojar a mis ojos del cielo fijo de los fusilados. Ese es mi cielo. Ese es el cielo de los mexicanos: inmóvil, aterrado a las seis de la mañana. Ese es el cielo que me aguarda… [Llaman a la puerta. Bautista abre. Es la señora Revilla. Lleva en la mano un gancho de ropa del cual pende un traje de civil color negro, una camisa blanca y una corbata también negra. En la otra mano, un par de zapatos negros de hombre]”
…
“SEÑORA REVILLA: [Titubeante]. General, traigo esta ropa negra… es nueva, no quiero que vaya así, delante de los soldados”.
…
“SEÑORA REVILLA: El telégrafo sigue mudo… sin respuesta”
{Ángeles le pide a la Señora Revilla que le diga a Clara que siempre la amó. Ella le dice que el abogado Gómez Luna ha ido a los pueblos vecinos a buscar un telégrafo. Llega el Padre Valencia}
“ÁNGELES: Estoy en paz, padre. Sé que como todos los hombres no estoy exento de errores y de crímenes… tal vez la misma vida es un error y solo la muerte es la perfección, porque ahí cesa el combate, el deseo, el fuego que nos consume. Esta noche me ha dado la extrañeza de la calma. Si dentro de unos minutos logro ser digno frente al paredón, conoceré por un instante la eternidad. Eso es todo lo que espero”.
“ÁNGELES: Padre, ¿no se da cuenta de que lo que necesito no es un sacerdote, sino alguien que me explique cómo un hombre que ama tanto la vida no tiene miedo de morir? [Se oyen pasos de soldados que marchan. Un clarín. Tambores]”.
…
“ÁNGELES: Coronel, como última gracia le pido que me conceda dar la orden de fuego…”.
…
“Fachada del Teatro de los Héroes. Sentadas en los escalones, las señoras Seijas, Revilla y Galván. Silencio. Ya amaneció. En lo alto de la escalinata aparece Bautista muy pálido”.
“BAUTISTA: Acaba de morir… Pueden ustedes recoger su cuerpo. Está allá, con los ojos abiertos, mirando lo que él quería ver: el cielo de los mexicanos… el último cielo… el cielo de los fusilados. [Las señoras se levantan y suben las gradas]”.
“SEÑORA REVILLA: ¿En dónde está?”
“BAUTISTA: Atrás; en el patio”.
“SEÑORA REVILLA: Está en todos los patios. [Salen las señoras seguidas de Bautista. Hay un gran silencio en la escena vacía. De pronto, por la izquierda, entra el abogado Gómez Luna. Viene corriendo, con el cuello de la camisa abierto y la cara desvelada. Con la mano derecha agita un sobre azul. Sube la escalinata corriendo]”.
“GÓMEZ LUNA: ¡General Ángeles! ¡General Ángeles! ¡Estamos salvados! ¡Llegó el amparo! ¡Llegó el amparo! [Gómez Luna entra en el teatro silencioso, corriendo]”.
“VOZ DE GÓMEZ LUNA: [Desde el interior del teatro]. ¡Coronel Bautista! ¡Llegó el amparo!… ¡Llegó el amparo!…”
{Ángeles no vistió el traje negro nuevo que le llevó la señora Revilla}
TELÓN FINAL.
*Carlos Landeros. Yo, Elena Garro. Prólogo. México: Ed. Ink. 2013. 201 págs.
ETIQUETAS: FUSILAMIENTO. OBRA DE TEATRO. REVOLUCIÓN MEXICANA. LATINOAMÉRICA.
Elena Garro. Felipe Ángeles. México: Tritivillus. 1967. 84 págs. https://tintaguerrerensedotcom.files.wordpress.com/2021/08/felipe-angeles-elena-garro.pdf
—Teatro completo. México: FCE. 2016. 404 págs. Edición Kindle.
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